martes, 15 de marzo de 2016
Tiene 9 años, un diplomado en bioquímica y... juega Mario Bros
LA CRÓNICA En este 2016, Carlos Santamaría continúa tomando clases en la Facultad de Química como oyente en álgebra superior. El niño superdotado podría cursar otro semestre en la UNAM.
Carlos juega entre un naranjo y pilas de piedra en el patio interior del CIDI (Centro de Investigación de Diseño Industrial) de la UNAM, ubicado muy cerca de su facultad, la de Química. Juega como cualquier niño, la diferencia es que platica sobre álgebra, bioquímica y origen de la vida mientras lo hace, en tanto intenta levantar esas rocas, en tanto cuelga de una verde naranja que pensamos era un limón.
Ha sido una mañana de entrevistas para Carlos y su papá, Fabián Santamaría, sin embargo el pequeño de 9 años no parece enfadado ni desinteresado, incluso hasta parece disfrutarlas, pero después de un par de sesiones sentado y posando para tomar fotografías, parece que necesitaba el ejercicio y estirarse un poco.
Después de cursar el Diplomado en Bioquímica y Biología Molecular para la Industria Farmacéutica y Biotecnológica de la Facultad de Química (FQ) entre agosto y octubre del año pasado, Carlos Santamaría regresó en 2016 a la Universidad, si bien a la ceremonia de entrega del diplomado a inicios de año, también para asistir a clases, como oyente, en la licenciatura de Química.
“Ahora estoy tomando clases en la facultad como oyente, aunque sí me hacen examen. Acabo de hacer uno de álgebra, pero saqué ocho”. Se trata de su clase de álgebra superior de primer semestre, que no le ha parecido tan fácil, pero considera un nuevo reto, “totalmente”.
El niño talento —el término “genio” se lo reservan sus papás, quienes prefieren el adjetivo “superdotado”— ha aprendido este semestre más en álgebra y lógica matemática, conjuntos, sistemas de ecuaciones lineales, modelos atómicos y tipos de enlaces químicos, relata Carlos. “Algunas cosas ya las conocía, pero otras no”.
EL SISTEMA ADECUADO. Fabián Santamaría explica que Carlos ha cumplido los requisitos para permanecer como oyente en el aula, permiso de la dirección y conocimientos para cursar las materias, y si bien han tenido el consentimiento de la facultad, también han demostrado mucho apoyo, señala.
“Él tiene derecho a una calificación y hasta una certificación que diga que cursó la materia y con una calificación, pero no acumula créditos para una licenciatura”. Aclara que en la UNAM no hay precedente de una situación así para un niño superdotado, pero espera que con el esfuerzo de Carlos, el apoyo de su familia y la institución, se genere y abra espacios en casos similares en el futuro.
Fabián, universitario al igual que Arcelia Díaz, su esposa y madre de Carlos, espera seguir el camino académico que permita el desarrollo de su hijo. Recuerda que ha habido casos donde instituciones como el INEA acreditan a niños talento para cursar el bachillerato y cursar sus estudios universitarios en sistemas abiertos. “Yo he tratado de ver esos caminos, pero también seguir una línea recta donde Carlos encuentre la profundidad de conocimiento que requiere y qué mejor en una de las instituciones más importantes del país”.
Hasta ahora, no hay otra forma para cursar la universidad más que terminar un bachillerato y hacer examen de admisión —Carlos continúa sus clases y acreditación de educación básica en línea, en un programa avalado por la Comunidad Económica Europea—, pero para conocer el siguiente paso en la carrera académica del pequeño evaluarán su desempeño integral en la FQ este semestre, quizá otro más.
“Además de evaluar el aspecto académico también analizaremos su desempeño social y anímico, para seguir tratando de entenderlo y encontrar el sistema que le puede funcionar”.
ELEMENTOS Y MARIO BROS. Simpático y franco, a Carlos —no Carlitos— le gusta platicar sobre sus intereses, aunque las mismas preguntas, algunas ya muy obvias, después de varias entrevistas pueden hacerlo perder interés.
Sin presunción, y más bien con la afabilidad de un niño empático de su edad, relata que buscará seguir estudiando en áreas relacionadas con la biología y química. Es muy temprano para hacer futurismo, pero coincidimos en que la bioquímica, biotecnología o nanotecnología podrían ser opciones interesantes. Quizá otras más, quizá más de una… “Pues sí, pero apenas tengo 9 años”, acota de manera simpática.
Carlos Santamaría también relata los conceptos que más han capturado su atención, partiendo desde al átomo mismo, la biología celular y la bioquímica. Pero uno de los temas que más le han intrigado, y que reúne todos los anteriores, es el origen de la vida.
“Cuando inicié a estudiar biología fue a través del origen de la vida. Antes estaba metido en la astronomía y empecé con el origen de la vida en la Tierra, eso me llevó a la biología y la química”.
Pasamos a temas de actualidad, como la adhesión de nuevos elementos a la Tabla Periódica de los elementos, encabezado por el número 113, cuyo descubrimiento fue acreditado al Instituto Riken de Japón por la Unión Internacional de Química Pura y Aplicada.
“Lo que hicieron fue confirmar su existencia, pero junto con otros más han aumentado los elementos de la tabla periódica a 118. Aunque hay quienes dicen que podrían existir más de 300 y de ahí que se pudiera originar una tabla periódica extendida”.
Puerilmente, recuerdo una aciaga experiencia con los elementos y mi aprendizaje de éstos en la secundaria; por su parte, Carlos señala que alguna vez los aprendió todos en orden, pero ahora ya sólo recuerda los más importantes para la vida. Mientras trato de regresar a mi anécdota, él comienza a recitar “Hidrógeno, Helio, Litio, Berilio, Boro, Carbón, Oxígeno (…) Sodio, Magnesio, Neón, Silicio, Fósforo, Argón, Potasio, Calcio, Estaño, Vanadio, Titanio, Cromo, Manganeso (…), Níquel, Cobalto, Zinc… y ahí me quedé… (ríe)”.
Carlos también relata cuáles son sus moléculas favoritas, acerca de los compuestos con bases nitrogenadas y aminoácidos; además, refiere, conoce conceptos de quiralidad, principalmente en aminoácidos y azúcares.
Pero a Carlos también le gustan los videojuegos, especialmente los de Mario Bros, y más específicamente los lanzados en los años 80 y 90, que juega en línea, pero cuyas consolas originales no conoce. Al fin un tema en el que podemos hablar de iguales.
“Me gustan todos los juegos de Mario Bros, uno que otro no tanto. El de Mario World lo he jugado en línea, es el primero donde aparece Yoshi”. También ha jugado el clásico Mario Kart y Mario Bros 2 que, coincidimos, es un juego muy raro. El que más le gusta, de manera infalible, es Mario Bros 3, de la plataforma NES, estrenado en Japón en 1988.
Después de compartir experiencias en estos mundos de fantasía, Carlos menciona que también juega con sus juguetes, con su mamá y primos, y si bien los deportes no le son indiferentes, todavía no ha seleccionado uno.
Carlos y su familia viven cerca de Ciudad Universitaria, el campus es un lugar muy grato para el pequeño, por lo que espera estudiar lo más que se pueda dentro de éste y su facultad.
—Ya todos te conocen en la FQ, ya te hiciste famoso.
—(Ríe) Casi todos.
—¿Qué opinas de esa fama?
—La verdad no me interesa, sino seguir con mis estudios.
Lo más seguro en el corto plazo es que Carlos permanezca en la FQ el resto del 2016 y que lo siga disfrutando. Fabián, su papá, me habla sobre esos detalles; al desocuparnos, vamos a hacer unas fotos de Carlos mientras seguimos hablando sobre videojuegos.
Las entrevistas y sesiones con los medios terminaron, Carlos y su papá se despiden y salen del CIDI. Muchos estudiantes de diseño, y alguno otro que se coló a su cafetería, miran el pequeño con disimulo —en la FQ es común que le pidan tomarse fotografías con él—, quizá imaginen que porta una historia muy interesante a su corta edad. De ser así, no se equivocan.
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