• De este día, son diversas las reflexiones y lecturas a analizar, que van desde la humildad, la traición y la irreverente angustia, además de profundizar concretamente en el misterio de “La Pasión de Cristo”.
Por Mario Ruiz Hernández
VALLE DE MÉXICO a 18 de abril del 2019.- En este “Jueves Santo”, en la víspera de “La Pasión y Muerte de Jesús”, los actos litúrgicos nos convocan en la otra realidad, a la introspección del ser mismo.
Es indudable y en las analogías, esa extraordinaria humildad en el “lavatorio de pies de Jesús de Nazaret, a sus amigos u apóstoles”, que nos deja un descomunal mensaje hasta nuestros días.
Nadie más que, “El Maestro” poner el ejemplo a la humanidad con tal principio, y entre “El Animal Aristotélico” y “El Príncipe Maquiavelo”, el análisis quizá, en el ejercicio del poder público.
“El Jueves Santo”, francamente que tienen diversas reflexiones y lecturas, es prácticamente una invitación a profundizar concretamente en el misterio de “La Pasión de Cristo”.
Asimismo, el compartir los sagrados alimentos y sentarse a su mesa y, con máximo recogimiento, ser espectador de todo lo que aconteció 'en la noche en que iban a entregarlo'.
Por otro lado, y lo decíamos, es también el compartir el pan y vino que, convierten en alimento su “Cuerpo y Sangre” para todos los que quieran recordarle y esperar su venida al final de los tiempos, quedando instituida la Eucaristía.
La Santa Misa es entonces la celebración de la Cena del Señor en la cual Jesús, un día como hoy, la víspera de su pasión, "mientras cenaba con sus discípulos tomó pan y los repartió entre sus iguales.
En ese preámbulo o prefacio a su muerte, Jesús nos llama a la meditación o a La oración en la agonía de Getsemaní, en “El Huerto de los Olivos”, y en el que se unen a la tristeza, un tedio y una irreverente angustia.
Esa, justamente escena, “el traidor” conjuraba con sus enemigos, y llegar más tarde, en la completa oscuridad a entregarlo, mientras Jesús mostraba resistencias a su destino.
El bien y el mal, esas polaridades, y obviar rehuir a lo que ya estaba escrito, para no caer en tentaciones que están de alguna manera frente a todos y ser determinado ante las grandes dificultades y tribulaciones.
“En el Jueves Santo”, es la noche de la notable angustia que anticipa la tragedia, y que en cada una de las parroquias y en “La Visita de las Siete Casas”, ultiman los detalles mortales.
Hoy, en cada uno de los templos de los municipios de la zona metropolitana del Valle de México, abren sus puertas en aquel camino iluminado por la luna de abril, que indicaba ya el día de la Pascua.
Cabe referir que, de la noche del Jueves Santo hasta el Viernes Santo en la mañana es devoción bíblica y católica el visitar las siete iglesias, tradición iniciada en Roma por San Felipe Neri y que se ha propagado por el mundo entero.
La finalidad de estas visitas es agradecer a Jesucristo el don de la Eucaristía y del Sacerdocio que instituyó aquella noche santa y acompañarle en la soledad y sufrimientos en el Huerto de Getsemaní, así como en las afrentas recibidas en las casas de Anás, Caifás, Herodes, Pilato, a su partida y en el Calvario.
VALLE DE MÉXICO a 18 de abril del 2019.- En este “Jueves Santo”, en la víspera de “La Pasión y Muerte de Jesús”, los actos litúrgicos nos convocan en la otra realidad, a la introspección del ser mismo.
Es indudable y en las analogías, esa extraordinaria humildad en el “lavatorio de pies de Jesús de Nazaret, a sus amigos u apóstoles”, que nos deja un descomunal mensaje hasta nuestros días.
Nadie más que, “El Maestro” poner el ejemplo a la humanidad con tal principio, y entre “El Animal Aristotélico” y “El Príncipe Maquiavelo”, el análisis quizá, en el ejercicio del poder público.
“El Jueves Santo”, francamente que tienen diversas reflexiones y lecturas, es prácticamente una invitación a profundizar concretamente en el misterio de “La Pasión de Cristo”.
Asimismo, el compartir los sagrados alimentos y sentarse a su mesa y, con máximo recogimiento, ser espectador de todo lo que aconteció 'en la noche en que iban a entregarlo'.
Por otro lado, y lo decíamos, es también el compartir el pan y vino que, convierten en alimento su “Cuerpo y Sangre” para todos los que quieran recordarle y esperar su venida al final de los tiempos, quedando instituida la Eucaristía.
La Santa Misa es entonces la celebración de la Cena del Señor en la cual Jesús, un día como hoy, la víspera de su pasión, "mientras cenaba con sus discípulos tomó pan y los repartió entre sus iguales.
En ese preámbulo o prefacio a su muerte, Jesús nos llama a la meditación o a La oración en la agonía de Getsemaní, en “El Huerto de los Olivos”, y en el que se unen a la tristeza, un tedio y una irreverente angustia.
Esa, justamente escena, “el traidor” conjuraba con sus enemigos, y llegar más tarde, en la completa oscuridad a entregarlo, mientras Jesús mostraba resistencias a su destino.
El bien y el mal, esas polaridades, y obviar rehuir a lo que ya estaba escrito, para no caer en tentaciones que están de alguna manera frente a todos y ser determinado ante las grandes dificultades y tribulaciones.
“En el Jueves Santo”, es la noche de la notable angustia que anticipa la tragedia, y que en cada una de las parroquias y en “La Visita de las Siete Casas”, ultiman los detalles mortales.
Hoy, en cada uno de los templos de los municipios de la zona metropolitana del Valle de México, abren sus puertas en aquel camino iluminado por la luna de abril, que indicaba ya el día de la Pascua.
Cabe referir que, de la noche del Jueves Santo hasta el Viernes Santo en la mañana es devoción bíblica y católica el visitar las siete iglesias, tradición iniciada en Roma por San Felipe Neri y que se ha propagado por el mundo entero.
La finalidad de estas visitas es agradecer a Jesucristo el don de la Eucaristía y del Sacerdocio que instituyó aquella noche santa y acompañarle en la soledad y sufrimientos en el Huerto de Getsemaní, así como en las afrentas recibidas en las casas de Anás, Caifás, Herodes, Pilato, a su partida y en el Calvario.
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