• Por décadas, la falta de estrategias en la materia y el diseño de políticas públicas no ha permitido el florecimiento de la creación y el arte.
• De en balde nuestros monumentos arqueológicos y coloniales, orgullo de pertenencia e identidad municipal.
Por Mario Ruiz Hernández
Naucalpan, Méx. octubre del 2022. -En distintos momentos
hemos insistido que, Naucalpan entre otros profundos rezagos, se encuentra en
el total abandono en materia cultural y preservación de todos y cada uno de
nuestros sitios arqueológicos y monumentos coloniales.
La realidad es crítica
y en el tiempo, versan innumerables tragedias con respecto
al rescate cultural y hoy en día, el tema rimbombante los es en la
reconstrucción del tejido social.
Sin embargo, y de años atrás la política cultural se desdibujó
incluso y presumimos por diferentes compromisos y hasta acuerdos políticos,
cuando justamente “la cultura no tiene color”.
Intentos de hacer algo por Naucalpan, son demasiados, y
demasiados también, realizan actividades de promoción cultural en el exilio,
desde su trinchera, y lo peor es que muchos buscan al final del día, la nómina
gubernamental.
En el municipio sin lugar a dudas hay creación y talento,
grandes figuras y perfiles que han entregado su vida a esta dramática y noble
actividad que día con día, viene perdiéndose por indefinidad de causas.
El talento es demasiado, y solo basta revisar las colonias
emergentes y resaltar la enorme riqueza en la cultura popular, ahí en el
barrio, en donde son entretejidas una serie y muchas historias de vida.
En cada parte del terruño, prevalece la literatura, la
poesía, el teatro, la música, la pintura, el arte Urbano, el Hip, hop; el rap,
el rock, el metal, el breaking, y porque No, la salsa o la cumbia.
Los equipos, el estilo libre y las batallas son identificadores
de este estilo. La danza de hip-hop puede ser una forma de entretenimiento o
hobby.
También puede ser una forma de mantenerse activo en un baile
competitivo y una forma de ganarse la vida bailando profesionalmente.
Asimismo, y entre tantos ritmos, la danza prehispánica, el
ballet y los grupos folclóricos, las tradiciones del aquel pasado que se nos
fue y difícil regresarlo al aquí y al ahora.
El llegar entender la gran riqueza además de ese orgullo, de
ese sentimiento de pertenencia, de arraigo e identidad, por lo que tenemos y
nos hace libre ante tanta “esquizofrenia o locura”.
El cómo poder calar en esos territorios de urgente
intervención con propuestas a la medida de sus entornos, de proteger el
patrimonio artístico, arqueológico y cultural frente a la aldea Urbanas.
De igual manera, a esas otras formas de socializarse, de
hacer comunidad, de implementar políticas públicas en este importante orden o
área de oportunidad que pocos han podido sortear.
En Naucalpan la radiografía es cruel, no tenemos Teatros del
Primer Nivel; Museos, Salas de Arte, Galerías, etcétera, y lo que registramos
en cuanto a sitios arqueológicos y coloniales están hechos un asco, con olores
putrefactos, a orines y a “mierda”, grafiteados, y hasta con clavos para las
lonitas.
Por otra parte, un museo, orgullo Tlatilca, que nadie
visita, expuesto a todo, sin el pago de seguros de las piezas arqueológicas y
milenarias, y hasta los “saqueos” cuando los cambios de sedes y exposiciones a
visitantes al palacio municipal, la réplica del penacho de Moctezuma y dónde
quedó.
Aunado y lejos estamos de la conformación e integración del
Consejo Municipal para la Cultura y las Artes y el Comité de Crónica de
conformidad con la Ley Orgánica Municipal y el Bando.
El conflicto, y un Cronista o un Consejo Municipal para la
Cultura y Las Artes a fin, o a fin de qué, o para qué, y peor en una evaluación
política que más por conocimiento, y luego hasta sin presupuesto.
El asunto, y como muchos delicado, y más a ello, el no poder traducir la política cultural municipal por quienes llegan a ocupar la titularidad e igual, por “amiguismos y compromisos de otra índole”.
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