viernes, 12 de diciembre de 2025

Imaginación en voz alta: las infancias protagonizan la rebelión de los crayones en el Jardín Escénico

La sesión convoca a las niñas y los niños a dialogar con los personajes, intervenir el relato y construir colectivamente nuevos caminos para la imaginación.

  • Una experiencia que invita a imaginar, dialogar, crear en comunidad y apropiarse de los espacios culturales

El Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través de la Coordinación Nacional de Literatura, invita a niñas, niños y familias a disfrutar de La rebelión de los crayones, narración escénica que formará parte del ciclo Contar un jardín. La sesión se llevará a cabo este sábado 13 de diciembre, a las 12 h, en el Jardín Escénico. La actividad será guiada por Itzel Enciso y Miquel Talavera, y se realizará en el Laboratorio de Creación, con entrada libre y cupo para 100 personas, en un espacio diseñado para que las infancias puedan jugar, imaginar y crear.

El cuento parte de una premisa tan divertida como poderosa: Duncan duerme profundamente y, al despertar, descubre que sus crayones se han organizado para protestar por el lugar que les ha dado en sus historias. A partir de ahí, la sesión convoca a las niñas y los niños a dialogar con los personajes, intervenir el relato y construir colectivamente nuevos caminos para la imaginación.

Para Itzel Enciso, participar en Contar un jardín significa “la oportunidad de abrir espacios y hacer que niños y niñas puedan hacer valer sus derechos culturales”. Recuerda que, el año pasado, muchas de las infancias que hoy conforman el grupo Peces Monstruo conocieron por primera vez un teatro. La experiencia fue tan significativa que despertó en ellas el deseo de crear algo propio. “Agradecemos que nos permitan florecer en su jardín”, afirma.

La esencia del ciclo, señala, radica en que las infancias no sólo escuchan un cuento: son protagonistas de su construcción. A diferencia de otras experiencias de narración, aquí son ellas quienes han ido “confeccionando” el proceso. Para Itzel, lo valioso es que más niñas y niños se animen a crear, a dialogar y a valorar el camino tanto como los resultados.

La sesión nació de un encuentro afectivo y sostenido: el trabajo mensual con Peces Monstruo, un grupo de niñas y niños procedentes de Pedregal de Santo Domingo, Santa Úrsula y Cortínez. Con ellos, explica Itzel, “de manera orgánica hablamos de sus derechos y, después de leerles un cuento, lo transformamos según sus intereses”. De ahí surgió esta nueva versión de La rebelión de los crayones, tejida con sus voces y deseos.

Para que todas y todos participen activamente en la narración, el proceso se ha adaptado a sus propuestas, personalidades y formas de expresarse. “Miquel y yo guiamos —dice Itzel—, pero es primordial respetar su autonomía y creatividad”. Reconoce que, a veces, esto implica renunciar a una mirada adultocentrista muy arraigada, pero también afirma que al hacerlo se revela la potencia de lo que las infancias tramaron colectivamente.

Un jardín que se vuelve escenario propio

El Jardín Escénico tiene un papel especial en esta historia. Itzel recuerda la primera visita al teatro: llegaron temprano, pasaron un rato en el jardín y, sin saberlo, sembraron allí una memoria que hoy regresa transformada. “Ahora entrarán y harán suyo este espacio, con la emoción de vivir una experiencia memorable. No ser solo espectadoras o espectadores, sino autoras, autores, protagonistas y directoras y directores de su vida e historias”.

Historias que se tejen en comunidad

El objetivo de Itzel es claro: que niñas y niños vivan experiencias memorables que los impulsen a adueñarse de sus historias. Que las personas adultas no apaguen la creatividad, las reflexiones y el compañerismo que ellas y ellos han enseñado durante el proceso.

Por eso, La rebelión de los crayones es ideal para disfrutarse en familia un sábado al mediodía. Porque fue creada así, desde las familias que acompañan: quienes llevan a sus hijas e hijos, confeccionan vestuarios, animan, sostienen y celebran cada logro. “Es un trabajo en equipo en el que hablamos de derechos, cantan, superan su pánico escénico… pero nos abrazamos. Cuidamos los sueños. Las historias se tejen mejor entre todas y todos”, comparte Itzel.

Al final, la narradora recuerda algo esencial: nombrar a quienes han hecho posible esta aventura.
Iker, Dayami, Didier, Santi, Sofía y Karim, integrantes de Peces Monstruo, “un cardumen que se abraza a pesar de sus inseguridades y de un mundo que se las pone difícil”.
También agradece a la Escuelita Emiliano Zapata, espacio levantado por vecinos que abre sus puertas cada mes para que este proyecto pueda crecer, y a niñas y niños como José David, que han sido parte en algún momento.

Así, Contar un jardín: La rebelión de los crayones se presenta como una invitación abierta a crear, imaginar y narrar juntas y juntos, en una mañana que promete ser tan memorable como libre, tan lúdica como profundamente comunitaria.

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