miércoles, 23 de abril de 2014

"Soy una Sancho Panza femenina": Poniatowska al recibir premio Cervantes

Notimex | La escritora mexicana Elena Poniatowska recibió hoy el Premio Cervantes 2013 que, dijo, se le concede a una “Sancho Panza femenina” que camina al lado de andariegos comunes y mujeres de las letras, del arte y de su país.
En su discurso de recepción del galardón de manos del rey Juan Carlos, la autora de “La noche de Tlatelolco” aseguró que le enorgullece caminar también “al lado de ilusos, destartalados y candorosos” que enfrentan al poder, principalmente al financiero. En Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, sede de la ceremonia, afirmó que el premio es uno de los acontecimientos más importantes de su vida, y que se concede “a una escritora que no puede hablar de molinos porque no los hay”. “En cambio lo hace de los andariegos comunes y corrientes que cargan su bolsa del mandado, su pico o su pala, duermen a la buena ventura y confían en una cronista impulsiva que retiene lo que le cuentan”, manifestó.
“Niños, mujeres, ancianos, presos, dolientes y estudiantes caminan al lado de esta reportera que busca, como pedía María Zambrano, “ir más allá de la propia vida, estar en las otras vidas”. “Por estas razones, el premio resulta más sorprendente y por tanto es más grande la razón de agradecerlo”, explicó. La escritora recordó a las anteriores mujeres que recibieron este galardón María Zambrano, Dulce María Loynaz y Ana María Matute. “María, Dulce María y Ana María, las tres Marías, zarandeadas por sus circunstancias, no tuvieron santo a quien encomendarse y sin embargo, hoy por hoy, son las tres mujeres de Cervantes, al igual que Dulcinea del Toboso, Luscinda, Zoraida y Constanza”, afirmó. “A diferencia de ella, muchos dioses me han protegido porque en México hay un dios para cada piedra. Contamos con un dios para cada cosa y no un solo dios que de tan ocupado puede ocuparse”, expresó. Recordó a Sor Juana Inés de la Cruz, quien “supo desde el primer momento que la única batalla que vale la pena es la del conocimiento, y por eso José Emilio Pacheco la definió: Sor Juana/ es la llama trémula/ en la noche de piedra del virreinato”. Asimismo, a otras mujeres como Tina Modotti, que bien podría considerarse la primera fotógrafa mexicana moderna, a Leonora Carrington, que decidió vivir en México sin saber español, y Rosario Ibarra de Piedra en su lucha contra los hijos desaparecidos. Remarcó que con este premio se suma Octavio Paz, Carlos Fuentes, Sergio Pitol y José Emilio Pacheco, que lo han recibido, y que quisieran que lo tuvieran Rosario Castellanos, María Luisa Puga y José Revueltas, hoy curiosos por saber cuál sería su discurso. Poniatowska tuvo presente a su madre, l6a llegada de la familia a México desde Francia en 1942, donde desde entonces su hermana Kitzia y ella han vivido “transfiguradas y envueltas en entre otras encantaciones, la ilusión de convertir fondas en castillos con rejas doradas”. “Recuerdo mi asombro cuando oí por primera vez la palabra “gracias” y pensé que su sonido era más profundo que el “merci” francés. Este enorme país temible y secreto llamado México nos desafiaba: Descúbranme”. “Me gustó pronunciar Xochiquetzatl, Nezahualcóyotl y Cuauhtémoc y me pregunté si los conquistadores se habían dado cuenta de quiénes eran sus conquistados”, aseveró. Recordó también a algunos de los primeros personajes de México que le llamaron la atención, como los pregoneros en la calle con los que aprendió español, como los afiladores, con sus cuchillos y silbatos y lo que eso simbolizaba para esa ciudad, y que con ello le dieron “la llave para abrir a México”. La escritora destacó el carácter de los mexicanos sobre los que ha escrito, los que Octavio Paz describe en “El laberinto de la soledad”, que no se hacen menos ni se esconden, sino que se ningunean “porque es parte de su naturaleza”. Refirió “a los de pie, los que hurgan en la basura, los recogedores de desechos en ciudades perdidas, las multitudes que se pisotean para ver al Papa, los que viajan en autobuses atestados, los que se cubren la cabeza con sombrero de palma, los que aman a Dios en tierra de indios”. “Muchas veces me he preguntado si esa gran masa que viene caminando desde la Patagonia a Alaska se pregunta hoy por hoy en qué grado depende de Estados Unidos. Creo que su grito es de guerra y avasallador, es un grito cuya primera batalla literaria ha sido ganada por los chicanos”, puntualizó. Poniatowska tuvo también un recuerdo a las visitas que hacía con Luis Buñuel a la cárcel de Lecumberri para ver al colombiano Álvaro Mutis y otros presos de los que aprendió “la vida y la muerte tras los barrotes”. La literata se refirió a su marido Guillermo Haro, quien observaba por horas una jacaranda florecida y decía “cómo pasa la vida, cómo se viene la muerta callando”: “Esta certeza también la he hecho mía, mías las jacarandas que cada año cubren las aceras de México, con una alfombra morada que es la de la cuaresma, la muerte y la resurrección”. “Espero volver, volver, volver y ese es el sentido que querido darle a mis 82 años. Pretendo subir al cielo y regresar con Cervantes de la mano para ayudarlo a repartir, como un escudero femenino, premios a los jóvenes que como hoy, 23 de abril, lleguen a Alcalá de Henares”, añadió. Fotos EFE

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