miércoles, 28 de mayo de 2014

La opinión de...Salvador Ferrer i Paradeda (Si llega una llamada…)

Si llega una llamada… Salvador Ferrer i Paradeda.
Hay llamadas que nunca llegan, teléfonos que no suenan y gritos que no se oyen, pero siguen siendo llamadas con un destino en particular. Cuando el silencio es lo único que se escucha, algo debe hacerse para salir de él y buscar entre recónditos lugares una respuesta que te confirme su presencia. Digo esto porque a veces hacemos oídos sordos a mensajes –llegados por el face o por el medio que uno quiera, a fin de cuentas la modernidad está para usarla-. Aquí –en México- o allá -resto del mundo- hay una serie de movimientos que enaltecen y se cargan de sabiduría, nada más lejos de la realidad, en pocas palabras, se acerca una explosión humana que arremeterá contra todo lo establecido, a menos, claro está, que alguien haga algo o se recurra, como casi siempre, a la compra de voluntades en la forma que se quiera, llámese regalo o ubicación electoral, que puede también titularse… “toma un puesto, haz como si estuvieras, cobra cada mes y no vengas hasta el fin del mandato”. Voluntades que son innegablemente buenas, entregadas, respetuosas y abnegadas a la vez. No hay traición, sí un poco de tradición política enmarcada en murmullos, pero como dije antes… llamadas que no se escuchan entre la vox populi, pero sí se intuyen. La convulsión de políticos ante las respuestas de votos y reclamos, no cambia en absoluto sus andares, andares entre caminos polvorientos, calores sofocantes, fríos intensos, aunque ellos van guarecidos de vehículos a prueba de todo y contra todos. No se extrañen si llega un día en el cual alguien lance la primera piedra y de allí hasta el final, sean muchas las piedras que vayan cayendo “del cielo”, será señal inequívoca de que algo anda mal y por supuesto, todos sabemos lo que anda mal… Es tiempo de rectificar y acercarse a quien necesite escuchar unas palabras de aliento y ver unos actos de fe, el resto… el resto no sirve de nada y temo que desempolvarán guillotinas, hoces y martillos, todo en busca de una solución respetuosa y con el valor de lo dicho, no con el valor del olvido. En fin…quien avisa no es traidor y quien no oye es “pendejo”, dicho de otra manera, estúpido, para que todos entendamos y no nos hagamos más…”pendejos”.

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