lunes, 4 de agosto de 2014
Aumentan problemas de alcoholismo entre menonitas de Chihuahua
Gabriel Acevedo |
Las tradiciones pacifistas y laborales de unos 35 mil menonitas que viven en los campos del Municipio de Cuauhtémoc, se rompieron, porque miles de jóvenes de esta comunidad, hombres y mujeres, se han transformado por el alcohol. A la vez, son irresponsables al conducir y por eso se han incrementado los accidentes vehiculares, dice el menonita Jacobo, quien fue el coordinador general del XI Congreso Regional de Alcohólicos Anónimos, que este domingo fue clausurado en Chihuahua capital.
Por esta problemática, Jacobo, dice que estratégicamente se han abierto hasta ahora, cuatro centros de ‘AA’ exclusivos para menonitas, para abarcar todo lo más que se pueda, dice. Estos centros se encuentran en el Municipio de Cuauhtémoc en las comunidades de: Rubio, Kilómetro 6.5, Kilómetro. 13 y Campo 40.
“Si Alcohólicos Anónimos, está en todo el mundo, porque no podía estar en estas comunidades menonitas donde los doce pasos y lo que los compañeros quieren expresar lo hacemos en alemán, pero si llegan al centro mestizos, hablamos en español para compartir todos igual, no discriminamos a nadie”, explica Jacobo.
Debido a que ‘AA’ son grupos de libre reunión, no se tienen estadísticas de cuántas personas jóvenes y adultos de los dos géneros, tienen problemas con el alcohol, pero el entrevistado, afirmó que son sí son miles, miles de jóvenes con el problema del alcohol.
“En el caso de los accidentes, nada menos que hace como tres semanas, tres menonitas jóvenes que iban ebrios en una pick-up, se mataron en la carretera en un accidente automovilístico donde otra personas que sin deberla ni temerla murió”, dice Jacobo, quien asegura que los accidentes de este tipo se han incrementado por los conductores ebrios.
Este hombre de casi dos metros de alto, revela, que en los campos menonitas, muchos hombres y mujeres, se salieron de la formación y tradición, que se rompió porque el Diablo trabaja con todos y que a él se le aprende mucho más rápido porque el Diablo es lo que él quiere, destrozarlo a uno y que sufra la familia.
“En mi caso fue un sufrimiento terrible de mi parte hacia mi familia, por lo que tuvieron que pasar por mi alcoholismo. Yo empecé a tomar desde los 14 años, y dejé el alcohol a los 33 años, pero cuando ya había perdido todo lo que me hacía feliz; yo dejé de trabajar un año y medio y solo bebía, llegué a pesar 54 kilos”, cuenta Jacobo, por el que hace unos años, “no daban ni un centavo ni partido por la mitad, por mí”, dice y sonríe.
Indica, que cuando él llegó a alcohólicos anónimos, en Cuauhtémoc ya existía un centro con seis años de antigüedad, y que fue por sus mismos compañeros los que lo llevaron a ese ‘AA’, porque lo vieron que se estaban destruyendo por la enfermedad del alcoholismo.
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