• Fracasa la estrategia de seguridad.
• “La Tierra de Enmedio” tampoco es la denominada “Ciudad Confiable”, debido a que no hay precisamente confianza en las inversiones extranjeras y del país, derivado de la inseguridad que prevalece.
Por Mario Ruiz Hernández
Desde hace tiempo atrás y hoy más que nunca, “La Tierra de En medio”, ha sido rebasada completamente por la delincuencia y los olores a muerte son una realidad cotidiana.
La nota de ocho columnas en los periódicos da cuenta de lo agudo que se encuentra el problema en el municipio e incluso prevalecen zonas de nadie, sobre todo en la parte oriente.
Datos van y viene; las cifras del índice delictivo y criminal se sostienen más a la alza que a la baja, y pese a que las autoridades locales aseguran de una disminución, las calles dicen todo lo contrario.
Tlalnepantla claramente se desdibujó, no hay gobierno, y el poco que actualmente se tiene engendró en sus propias entrañas unos niveles de corrupción insoportables e incubó un lamentable “grupo pluripartidista de mafiosos que tienen a su disposición el presupuesto público”.
Para miles de habitantes del estado y el país, saben perfectamente de los distintos conflictos de intereses, nepotismo, irregularidades en la cuenta pública, observaciones administrativas y procesos de resarcimiento de circulante ordenado tanto por la Contraloría del Poder Legislativo, como del Órgano Superior de Fiscalización del estado de México (OSFEM), y no pasa nada.
No dejemos de lado, los altos salarios que percibe el alcalde sustituto, Alfredo Martínez González, los síndicos y regidores; la grave especulación en la nómina, el pago a más de 2 mil jefes de unidad, inversiones fraudulentas y el negocio privado de la concesión de deportivos y construcción de albercas semi olímpicas, desde la pasada administración del ex alcalde, Arturo Ugalde.
Francamente, que Tlalnepantla tampoco es la denominada “Ciudad Confiable”, debido a que no hay precisamente confianza en las inversiones extranjeras y del país, derivado de la inseguridad que prevalece.
Por otra parte, la estrategia de seguridad falló drásticamente, a la par del incumplimiento oficial y del descuido del ex alcalde Pablo Basáñez García, la falta de seriedad en la materia y la incompetencia.
Los según tres principales delitos que se cometen en la jurisdicción de acuerdo a la versión oficial, lejos están del robo a casa habitación, transeúnte y transporte de carga.
Datos extraoficiales, comunican de elevados robos en el transporte de pasajeros, de automóviles a mano armada; el reiterado asalto a cuentahabientes, al comercio establecido e informal.
En relación a los delitos del fuero común, como es la extorsión y el secuestro principalmente, igual han repuntado seriamente durante el año, y los enfrentamientos de los grupos criminales por la plaza, o más bien-por el túnel- están a la orden del día, dejando saldos mortales y fétidos tufos a sangre en las calles- Balaceras a cada rato-
Lo mismo ocurre en San Lucas Patoni, Chalma, “Prensa Nacional”, “El Tenayo”, “La Jorge Jiménez Cantú”, Lázaro Cárdenas, Francisco Villa, “El Telmolulco”, Prados Vallejo, como en “La Blanca”, “La Romana”, “Los Rosarios”, “Los Reyes Iztacala”, “El Olivo”, 21 de Marzo, Franja Urbana, Lomas del Calvario” y “Los Parajes”, entre otras comunidades inscritas en el mapa delictivo.
El uso de tecnología de punto tampoco funcionó y el consejo municipal de seguridad de la misma manera, en la que las videocámaras, sobre todo en escuelas públicas a conectarse en el control de mando “C-4”, alcanzó frecuentes fracasos.
La corrupción en la policía es intolerante, continúan las cuotas y demasiados elementos se han resistido a que sean las mujeres las únicas que puedan levantar infracciones, y lo siguen haciendo
Desafortunadamente, el municipio se encuentra ubicado entre los más violentos e inseguros del país, ya lo decíamos líneas arriba que a diario hay “muertos por una u otra causa”.
Las calles dan miedo, y de manera sorprendente a la caída de la tarde-noche, en aquellas comunidades “calientes y/o bravas”, que hasta hace no más de un año, brotaron “Grupos de Autodefensa Urbanos” en justamente la zona oriente.
En resumen, la violencia e inseguridad en el Tlalnepantla de Baz, antes de Comonfort, asentó sus reales, y las tendencias van en crecida, al margen de los presuntos recursos económicos etiquetados a seguridad pública tanto federal y estatal que no se reflejan en una mejoría.
Finalmente, en los fraccionamientos residenciales coexiste el temor entre las familias a que de un momento a otro sean asaltados en sus propios hogares, por lo que tanto plumas de acceso a unidades habitacionales como el rejado de viviendas son una realidad.
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