• Luego del sismo del martes pasado, prevalece el deseo de seguir continuando, ante la tragedia y hacer resurgir a vuestra nostálgica CDMX.
Por Mario Ruiz Hernández
VALLE DE MÉXICO., a 24 de septiembre del 2017.- En las entrañas de la gran ciudad, y a seis días del sismo del martes pasado de magnitud de 7.1, las historias del activismo social son muchas.
Es claro que, como nunca antes, la tragedia unió al pueblo de México, en torno a la desgracia, en ese algo inimaginable que sucediera, de la misma dimensión que el movimiento telúrico.
Todavía ayer sábado y hoy domingo, los trabajos de rescate y remoción de escombros, para salvar vida de entre la muerte, no han cesado, hasta agotar los últimos recursos posibles.
En verdad que, las escenas de desastre en la capital del país, son de desolación, de dolor y de una terrible tristeza por lo que la naturaleza pudo llevarse en un abrir y cerrar de ojos.
Sinceramente que no obstante a todo, y entre sentimos encontrados de la gente, prevalece la esperanza, pero también hay nostalgia y pesar de quienes perdieron a sus seres queridos.
Las notas del glorioso Himno Nacional, los aplausos y muestras de solidaridad, indican ese amor neto a la patria, y de saberse encontrar en este trágico momento fúnebre.
En los rostros, en la divinidad de ser y hacer, de trascender en el imaginario colectivo; de decir lo que es y ya no es, en el pronunciamiento de la palabra pájaro para decir libertad, y en ella, alcanzar la vida eterna, en este cruel instante.
Ahí, en esa atmósfera de dolor y responso, donde se estremecieron las incertidumbres; el crujir de las estructuras metálicas, y las toneladas de cemento, buscar el infierno y/o el purgatorio.
Nada tan lógico como el sentir e imaginar la noción del tiempo y de la vida, en el que la muerte no tiene lugar, y lamentablemente de nuevo, volver a empezar, sin renunciar a la memoria.
Hoy, y otra vez, nuevamente regresar al punto de partida, al concebirse de la nada y sacar desde las entrañas del ser, el deseo de seguir continuando.
En los escombros de lo que queda, en los vestigios de la metrópoli, y cuando la convicción no sea dogma, sino deseo, será un gran día para hacer la luz y resurgir a vuestra nostálgica CDMX.
VALLE DE MÉXICO., a 24 de septiembre del 2017.- En las entrañas de la gran ciudad, y a seis días del sismo del martes pasado de magnitud de 7.1, las historias del activismo social son muchas.
Es claro que, como nunca antes, la tragedia unió al pueblo de México, en torno a la desgracia, en ese algo inimaginable que sucediera, de la misma dimensión que el movimiento telúrico.
Todavía ayer sábado y hoy domingo, los trabajos de rescate y remoción de escombros, para salvar vida de entre la muerte, no han cesado, hasta agotar los últimos recursos posibles.
En verdad que, las escenas de desastre en la capital del país, son de desolación, de dolor y de una terrible tristeza por lo que la naturaleza pudo llevarse en un abrir y cerrar de ojos.
Sinceramente que no obstante a todo, y entre sentimos encontrados de la gente, prevalece la esperanza, pero también hay nostalgia y pesar de quienes perdieron a sus seres queridos.
Las notas del glorioso Himno Nacional, los aplausos y muestras de solidaridad, indican ese amor neto a la patria, y de saberse encontrar en este trágico momento fúnebre.
En los rostros, en la divinidad de ser y hacer, de trascender en el imaginario colectivo; de decir lo que es y ya no es, en el pronunciamiento de la palabra pájaro para decir libertad, y en ella, alcanzar la vida eterna, en este cruel instante.
Ahí, en esa atmósfera de dolor y responso, donde se estremecieron las incertidumbres; el crujir de las estructuras metálicas, y las toneladas de cemento, buscar el infierno y/o el purgatorio.
Nada tan lógico como el sentir e imaginar la noción del tiempo y de la vida, en el que la muerte no tiene lugar, y lamentablemente de nuevo, volver a empezar, sin renunciar a la memoria.
Hoy, y otra vez, nuevamente regresar al punto de partida, al concebirse de la nada y sacar desde las entrañas del ser, el deseo de seguir continuando.
En los escombros de lo que queda, en los vestigios de la metrópoli, y cuando la convicción no sea dogma, sino deseo, será un gran día para hacer la luz y resurgir a vuestra nostálgica CDMX.
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