Salvador Ferrer i Paradeda
Una tensa situación se vive en la comunidad autonómica de Catalunya, España. Hace apenas unos días la guardia civil –policía militarizada- detenía a una docena de altos cargos del Govern de la Generalitat –gobierno autónomo- para bloquear a cualquier precio el deseo de votar de una inmensa mayoría de catalanes a ser independientes, (todo ello acompañado del envío de 6.000 elementos policiales junto con otros 4.000 que tiene previsto el gobierno central mandar el próximo miércoles) voto que van a ejercer el próximo 1 de octubre, una pregunta está en el aire…. ¿quieres que Catalunya sea un estado independiente en forma de República?.
Desde Madrid medidas judiciales contra el propio Govern catalán, los bloqueos económicos, retirada de publicidad y material electoral, han hecho que una duda sacudida entre protestas llegue al conocimiento general y por ende a países de gran tradición democrática.
Desde hace años, el 11 de septiembre aglutina a millones de catalanes en manifestaciones pacíficas en busca del tan ansiado momento en el cual el voto prevalezca ante la negativa centralista. El President Carles Puigdemont declaraba; ““El día 1 de octubre se hará el referéndum de autodeterminación que tenemos convocado. Se hará porque tenemos previstos planes de contingencia para garantizarlo, pero sobre todo se hará porque tiene el apoyo de la inmensa mayoría de la población que está harta de la prepotencia y de los abusos del Gobierno del Partido Popular…. Ya no es cuestión de decidir un vínculo político con el Estado, sino de si queremos vivir en un régimen plenamente democrático que respeta las libertades….”.
La respuesta de Mariano Rajoy no se hizo esperar; “Se han cruzado esta semana muchas líneas rojas como para que tengamos que contemplar con indulgencia el deseo del separatismo… El President Puigdemont debe desistir de una vez para evitar males mayores…. Abandonen ese referéndum que ya es una quimera imposible, hay otros cauces para defender cualquier causa política…”.
Palabras de un presidente de España quien tiene a cientos de imputados por malversación, enriquecimiento ilícito, financiación y pagos con dinero ilegal, rescate financiero de los bancos de 77.000 millones de euros –España es el país europeo que más dinero ha empleado para sacar a flote a los bancos- apenas ha tenido que pedir un préstamo de 10.192 millones de euros para poder pagar las pensiones después de dejar vacía la hucha de la Seguridad Social durante su mandato, además de un largo etcétera que dejan en el alero a un gobierno centralista y mal administrador que ha empobrecido al país y dista mucho de ser una democracia.
Se calcula que más de un 80% de catalanes apoya la independencia, cifra que lógicamente no avala el gobierno central y lo traslada a porcentajes muy bajos, teniendo en cuenta los millones que año con año se manifiestan a favor, algo no encaja en las cuentas de dicho gobierno central.
Hay varias razones por las que quiere separarse Catalunya: económica e histórica son las que prevalecen. Es la región más rica de España con una relación desfavorable en cuanto al reparto de recursos generados y los que regresan, poniendo en desfavorable desventaja todo aquello que debería ser una inversión acorde a las necesidades de 7 millones de habitantes, además de los recortes que impuso el Gobierno español durante los años 2011 y 2013 para el desarrollo de Catalunya, llevándola a una emergente crisis, con lo cual el deseo separatista prevalece ante cualquier razonamiento llegado de un gobierno embrutecido y lleno malos manejos.
En cuanto a la historia es más simple; desde hace siglos el idioma, la cultura y la identidad siempre han sido abanderadas de un pueblo acostumbrado a luchar, todo ello se refleja en el Derecho Catalán que tanto se ha ido sembrando y resembrando en quienes no han dejado la lucha social. Hay un dicho que ha pasado de padres a hijos desde tiempos inmemoriales…”Catalunya no alcanzará su máxima plenitud cultural, social ni económica mientras forme parte de España….”.
Catalunya ha sido una nación oprimida por España desde su ocupación por las tropas borbónicas en 1714. Entonces Felipe V prohibió las instituciones propias de la región, la lengua, impuso administradores llegados del reino de Castilla, abolió las leyes catalanas y sembró de muertes la tierra catalana, empobreciendo a una región que destacaba por su avanzada calidad de vida. A mediados del siglo XX, la ambición independentista creció, pero fue duramente reprimida por el gobierno dictatorial de Francisco Franco. Con la transición a la democracia, que empezó luego de la muerte del dictador en 1975, Cataluña aspiró de nuevo a levantarse como una república autónoma. Sin embargo, al gobierno central, la idea nunca le convenció del todo. Una España fracturada no estaba en los planes de nadie. Pero a pesar de las diferencias, sí se logró que se aceptara la identidad propia del catalán, su lenguaje, incluso cierto nivel de independencia económica y administrativa.
Muchos van a ser los obstáculos a vencer, pero Catalunya se siente preparada para vencerlos y abandonar de una vez por todas el “delirio conquistador” de aquellos que hace siglos impusieron a sangre y fuego un sistema en todos los lugares donde pusieron pie.
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