En el Valle de Toluca, el poco tránsito de gente y vehículos, se convierten en condiciones ideales que le permiten a los huachicoleros excavar y operar sin contratiempos. los mayores atentados a los ductos han ocurrido a campo abierto donde predominan terrenos de cultivo.
La infraestructura para el transporte de hidrocarburos en esta región inicia en Tula, Hidalgo, lugar desde donde recorre 224 kilómetros hasta Toluca, capital del Estado de México. Trayecto en el que la hostilidad del crimen carcome ganancias de la paraestatal, convirtiendo también a algunas comunidades en una bomba de tiempo, en donde las historias de sus habitantes son numerosas.
La más reciente en la región es la ocurrida el 5 de junio pasado cuando varios sujetos ordeñaron un ducto en la comunidad de San Carlos Autopan, en Toluca. Junto a una calle de terracería y en medio de cultivos de maíz los delincuentes excavaron y perforaron la tubería, pero algo pasó y se provocó un incendio, los presuntos delincuentes huyeron pero el fuego consumió un camión que presuntamente utilizaban para esconder y trasladar el combustible robado.
Especialistas en ductos de hidrocarburo que conocen la zona, y quienes pidieron proteger su identidad, revelan que existen facilidades para perforar las tuberías y conectar mangueras para extraer los combustibles. Afirman que la utilización de guías de la zona e incluso detectores de metal son clave para excavar y lograr perforar.
Algunos de los municipios donde más se han detectado robos son: Toluca, Ixtlahuaca, Temoaya, Atlacomulco y Acambay; delito federal que se castiga con 30 años de cárcel, pena que parece no importar a los ordeñadores.
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