• Al parecer, no hay un plan de gran visión que dé solución a la clara zona colapsada.
Por Mario Ruiz Hernández
NAUCALPAN Méx., a 15 de enero del 2019.-Pese al impactante conflicto urbano que padece Naucalpan centro por el ambulantaje en todas sus manifestaciones, el tema de la movilidad y otros, aún y no hay nada claro para solucionarlo.
Al parecer, el asunto va para largo plazo, o quizá ni si quiera exista en el actual gobierno, un plan de gran visión que ponga orden al desorden en esta delicada parte del territorio.
Es decir, en el corazón mismo del municipio-San Bartolo-y resolver la generalizada demanda social de poner el espacio público que es de todos, al servicio del ciudadano.
De igual manera, el lograr el total cambio de fisonomía o rostro de tal perímetro urbano, que verdaderamente lo merece y que no puede seguir así, debido a la inmensa gama de intereses.
Así también, a los múltiples problemas que se vienen arrastrando de al menos dos décadas atrás, y que tienen que ver con la concesión u privatización de la vía pública a particulares.
Aunado, al difícil andar de manera libre por las calles y avenidas del primer cuadro, y que le urge un replanteamiento del nuevo tipo de Ciudad, que queremos para los próximos años.
En el diagnóstico que le asiste, prácticamente nos encontramos rebasados en innumerables dificultades, que comunican de una evidente zona colapsada con una serie de consecuencias.
Naucalpan centro, mantiene una sarta de tufos y olores a “mierda, impunidad y corrupción”, intolerables, además de alarmantes niveles de contaminación ambiental, visual y sonora.
El contorno extremoso, en el que la movilidad y conectividad, resultan temas complicados, en el que poco o nada, se logra el uso compartido del espacio público accesible a toda la ciudadanía.
Bajo esa lógica, en más la necesidad de ir al sitio que el gusto de precisamente compartir esa área con otros, como una actuación escenográfica, con el desarrollo de proyectos emblemáticos que transforman paulatinamente el espacio circundante.
Lo anterior, y como intervenciones en las que la alta capacidad y equipamiento público, constituyen, los motores para el cambio de tejido urbano y social.
Hasta ahora, hay promesas de trabajar en conjunto comerciantes y autoridades; obviar “los entres”, el según y mejor tributar con el gobierno y materializar con los recursos, algunas obras en el área.
Sin embargo, de un plan de reordenamiento, y reubicación nada que valga la pena, en este “nuevo romance entre líderes de ambulantes y gobierno”, que con los habitantes de San Bartolo.
Al parecer, el asunto va para largo plazo, o quizá ni si quiera exista en el actual gobierno, un plan de gran visión que ponga orden al desorden en esta delicada parte del territorio.
Es decir, en el corazón mismo del municipio-San Bartolo-y resolver la generalizada demanda social de poner el espacio público que es de todos, al servicio del ciudadano.
De igual manera, el lograr el total cambio de fisonomía o rostro de tal perímetro urbano, que verdaderamente lo merece y que no puede seguir así, debido a la inmensa gama de intereses.
Así también, a los múltiples problemas que se vienen arrastrando de al menos dos décadas atrás, y que tienen que ver con la concesión u privatización de la vía pública a particulares.
Aunado, al difícil andar de manera libre por las calles y avenidas del primer cuadro, y que le urge un replanteamiento del nuevo tipo de Ciudad, que queremos para los próximos años.
En el diagnóstico que le asiste, prácticamente nos encontramos rebasados en innumerables dificultades, que comunican de una evidente zona colapsada con una serie de consecuencias.
Naucalpan centro, mantiene una sarta de tufos y olores a “mierda, impunidad y corrupción”, intolerables, además de alarmantes niveles de contaminación ambiental, visual y sonora.
El contorno extremoso, en el que la movilidad y conectividad, resultan temas complicados, en el que poco o nada, se logra el uso compartido del espacio público accesible a toda la ciudadanía.
Bajo esa lógica, en más la necesidad de ir al sitio que el gusto de precisamente compartir esa área con otros, como una actuación escenográfica, con el desarrollo de proyectos emblemáticos que transforman paulatinamente el espacio circundante.
Lo anterior, y como intervenciones en las que la alta capacidad y equipamiento público, constituyen, los motores para el cambio de tejido urbano y social.
Hasta ahora, hay promesas de trabajar en conjunto comerciantes y autoridades; obviar “los entres”, el según y mejor tributar con el gobierno y materializar con los recursos, algunas obras en el área.
Sin embargo, de un plan de reordenamiento, y reubicación nada que valga la pena, en este “nuevo romance entre líderes de ambulantes y gobierno”, que con los habitantes de San Bartolo.
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