jueves, 3 de febrero de 2022

En la línea del tiempo en el Tlalnepantla de hoy, Rubén Mendoza Ayala llegaría a sus 61 años de edad

• En el discurso de la congruencia y en su visión de futuro, superar al PRI como hoy, en que está para llegar a la Centuria, a gobernar la entidad, “o que exista mexiquense que los aguante”.

Por Mario Ruiz Hernández

TLALNEPANTLA, Méx., a 3 de febrero del 2022.- Hasta el final del arcoíris, y en el otro plano existencial, el ex tinto y ex alcalde de Tlalnepantla, Rubén Mendoza Ayala cumpliría ayer 2 de febrero los 61 años de edad.

De un infarto fulminante que le arrebataría la vida el 15 de abril del 2016 a los 55 años de edad, en Ciudad del Carmen, estado de Quintana Roo, en donde tenía su residencia y negocios.

Hablar de Rubén Mendoza Ayala, son palabras mayores, y es inferir de un extraordinario formador de cuadros políticos y administrativos que hoy por hoy, aún mantienen en la ironía, vivo su legado.

Claro que, si alguien amó tanto como muchos otros a su “Tierra de Enmedio”, fue Rubén, y aunque les pese todavía a muchos, nadie ni siquiera se le acerca “a su sombra”.

De aquellos años maravillosos, al aquí y al ahora, a cómo ha cambiado su propia gente, y desafortunadamente los ha llevado a subir los escalones de la soberbia a niveles tan altos.

En su extraordinaria trayectoria política y académica qué poder comunicar del gran talento, capacidad de imaginación y sobre todo, ser un hombre visionario y de Estado.

Rubén entendió los uno y los diversos escenarios y los enfrentó con valor aún y en la adversidad, y no importó el desafió que representó en su momento, ir contra el “Dinosaurio Oblicuo” y versus Atlacomulco, sumando uno y diversos liderazgos locales y regionales, con un grupo de jóvenes.

En la pluralidad, caminó y pudo sentarse con todos los dirigentes partidistas en la entidad, lo mismo con los del PRI, PAN, PRD,PT y Movimiento Ciudadano (MC), entre otros partidos emergentes que en algún momento lo hicieron su candidato, y en su Tlalnepantla, consensuó con figuras inimaginables que pudiera ocurrir el acuerdo.

Por otra parte, ciertamente que demasiados trascendieron bajo su cobijo, de esos según de su “equipo primario”, pero también, logró incorporar a figuras externas a sus distintos proyectos.

Rubén Mendoza Ayala, lo comunicaba en aquellos días de luto, se convirtió en motivo y energía en la construcción del presente, en sustancia fundamental del proyecto político arraigado en “La Tierra de Enmedio”, que transcurre en el horizonte del mañana; es sueño y es constancia tangible de lo vivido.

Es pues, razón de existir y morir de manera simultánea, reconocimiento de que no se puede claudicar en tiempos de paz contra el agravio, en que no se puede dejar tampoco en paz a la injusta.

En las palabras y de ellas, que no se puede nacer sin riesgos semánticos, sin atributos, sin cargas y reminiscencias, sin marca, sin voces de los muertos que se imaginaron ser y que lucharon indiscutiblemente por el ser.

En el hoy y mañana y ayer, de las vetas más relevantes, de esta transformación incluso irracional, y en su conjugación invertida, creó espacios abiertos, plurales a cualquier alternativa y posibilidad, rompió paradigmas y derrotó la derrota.

Más allá de lo que se pudiera decir, en la figura emblemática, en el ideal y los propósitos, sin duda alguna que, como él, pocos retaron al caduco sistema político del estado de México.

Entendió la crueldad del marco de referencia que le asistía para alcanzar el cambio democrático definitivamente para instalar un gobierno de Izquierda en el Edomex.

Sueño y quizá utopía y en esa visión de futuro y congruencia, superar al PRI como hoy, en que está para llegar a la Centuria, a los 100 años de gobernar la entidad, “o que exista mexiquense que los aguante”.

En el recuerdo, así nada más, sencillo en la semblanza histórica de quien fue uno de los mejores entre los mejores en Tlalnepantla y en el estado de México.

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