jueves, 26 de diciembre de 2013
Jesús y María, una relación de resistencia y reconciliación
La imagen de la 'madre de Dios' es el reflejo de una tierna misericordia, pero como en todas las familias, no siempre era perfecto
(CNN) — Ninguna imagen te remite más a la historia central de la Navidad que la del bebé Jesús en los brazos de su madre María.
Fue pintada y esculpida una y otra vez por varios artistas como Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel y Rafael. Es una imagen de tierna misericordia y amor entre madre e hijo. Pero estos gentiles momentos (a pesar de las humildes condiciones alrededor del pesebre) tal vez sean unos de los más fáciles en la relación parental.
La historia desarrollada por Jesús y su madre, al igual que en el Evangelio, era complicada y no muy diferente a lo que sucede en muchas familias: un cuento encantado, luego amargo que oscila entre la resistencia y la reconciliación.
La primera escena en el Evangelio después del nacimiento ocurre cuando Jesús tenía 12 años, en la cúspide de su adolescencia. El niño viajaba con su familia a Jerusalén para pasar la semana de Pascua.
Después de las celebraciones, su familia se va sin darse cuenta de la ausencia de Jesús. Después de tres días de búsqueda intensa, finalmente lo encuentran en el templo de Herodes, entre un grupo de ancianos deslumbrados por su vasto conocimiento de las escrituras. Cuando María lo cuestionó por su comportamiento, Jesús replicó: "¿por qué volviste por mí? ¿No sabes que debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?"
Está bien. Él era inteligente, tal vez un poco descarado. Como la única visión que tenemos de Jesús antes de los 30 años, parece elocuente.
Avancemos 20 años más o menos, cuando Jesús comenzó su sacerdocio en Galilea. Su familia no parecía muy contenta. Para empezar, él era muy atractivo para las masas. Curaba personas, exorcizaba demonios. En Marcos 3:21 era claramente notable que los deseos familiares no le importaban. "Está loco", decían. A lo que Jesús respondía despectivamente: "¡aquí están mi madre y mis hermanos! Todo aquel que haga la voluntad de Dios es mi hermano, mi hermana y mi madre". (Marcos 3:34 – 35)
Durante una boda en Caná, donde Jesús realizó la primera de sus muchas "señales y magias", María lo acompañó y se quejó de la falta de vino del anfitrión. Él volteó y dijo: "mujer, ¿qué tenemos que ver tú y yo? Mi hora no ha llegado" (Juan 2:4). Suena duro. Pero Jesús tenía un punto simbólico, y lo hizo, al convertir seis ollas de agua en vino. Una señal de que él no se regía por las reglas de la naturaleza.
No volvemos a ver a María hasta ese momento en el que ella llora al pie de la cruz junto con otras mujeres cercanas a su hijo. Presumiblemente, María era viuda hasta este punto, ya que no se hace mención a José. Jesús, como su hijo mayor, era responsable de su bienestar y ahí estaba él, a punto de morir frente a sus ojos, humillado ante el público.
Curiosamente, él convocó a su más querido discípulo, probablemente Juan (aunque nadie sabe a ciencia cierta de quien se trató) y le pidió cuidar de María cuando él se fuera. "Aquí tienes a tu madre", dijo. Este sin duda fue un acto de amor.
La última imagen que tenemos de María, según el Evangelio, es en el Cenáculo, en Jerusalén, donde se reunió con los 11 discípulos después de la muerte de su hijo. Ellos planeaban elegir a la persona que supliría a Judas. Este momento precede al Pentecostés, la llegada del Espíritu Santo en llamas. Obviamente, hasta este punto, María toma un papel primordial en el movimiento cristiano, de acuerdo con las escrituras que explican un poco sobre ello.
Mucho de lo que sabemos sobre María, de hecho, son parte de las leyendas, cosas que fueron añadidas por los escritores y artistas cristianos modernos. Los Evangelios solo ofrecen algunos detalles sobre ella, comenzando por Belén, en el pesebre, con un indefenso niño que trae luz a un mundo fallido. En el curso de sus tres décadas, Jesús y María tenían una tierna, pero compleja relación con malos entendidos —otra vez, cosas de la vida familiar en largos escritos—. Sin embargo, su relación fue sellada con una nota de profundo acuerdo, María tomó el papel de la "madre de Dios" y se convirtió en una figura importante de la Iglesia moderna.
Y nosotros pensamos en ella durante la Navidad como una mujer "llena de gracia", quien con Jesús en brazos fue "bendita entre las mujeres".
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Jay Parini.
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