lunes, 10 de marzo de 2014

La opinión de... Salvador Ferrer i Paradeda

La voluptuosidad de un enigma Salvador Ferrer i Paradeda.
A veces, caminando por las calles de una gran ciudad –en este caso México- vas encontrando diferentes formas de admirar el significado de su arquitectura, el don de sus gentes y el gusto por entrar en la historia. No se trata de trasladarnos a una época pasada, ni tan siquiera al futuro incierto que nos espera. Es más simple, sencillamente observar cuanto te rodea y darle el toque mágico para que todo cuanto se vea, quede en la memoria. Los colores atraen como un imán, los sabores cautivan como la mejor de las cocinas, los personajes llenan de admiración con sus actos –personajes casi desconocidos que campean a sus anchas- y lo más curioso… una vez entras en el círculo, difícilmente puedes dejar de buscar la sorpresa y más difícil abandonar y perseguir un enigma.. México –D.F.- tiene el don de la sorpresa, la capacidad de engrandecer lo más simple y el amor a todo cuanto va llegando, en forma de enseñanza. Cuando cada paso dado levanta el polvo de la historia, cuando cada rastro dejado queda perpetuamente marcado, es la hora de enfrascarse en una discusión, la sombra o la realidad. La voluptuosidad de un enigma llegado de tierra adentro o de lejanos espacios en forma de países, no deja de ser una anécdota y pasa a convertirse en el rigor diario de las cosas bien hechas. La capital mexicana nos ofrece de todo, para todos y ni una negativa –mal les pese a quienes hacen de ella una capital del mal-. Llegaremos a tenerla como punto de referencia y volveremos a asombrarnos de todo lo que se hace para ir mejorando, será como la Gran Tenochtitlán… un sueño y un enigma.

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