viernes, 7 de marzo de 2014

Prevén homenaje para Luis Villoro; dejó varios libros inéditos

Víctor García Esquivel | Los restos del filósofo Luis Villoro fueron velados ayer por su familia, amigos y personalidades de la comunidad cultural e intelectual. Ahí, su hijo, Juan Villoro, dijo que su padre dejó algunos libros casi terminados, especialmente uno sobre su correspondencia con el subcomandante Marcos. También adelantó que aunque a su padre no le gustaban los homenajes “debemos honrar su memoria de la manera más adecuada, aunque por el momento no hemos querido que haya nada oficial para él”.
Al llegar a la agencia funeraria Gayosso de Félix Cuevas para dar sus condolencias, el titular de Conaculta, Rafael Tovar y de Teresa, indicó que se platicará con la familia Villoro para definir el homenaje al filósofo, “pues todo tendría que ser en los términos que ellos dispongan. También platicaremos con la UNAM, donde él tuvo una gran vinculación, así como con El Colegio Nacional, donde él fue miembro desde 1978. En fin, lo más importante del homenaje es la reedición de sus obras”. Y sobre sus libros, Juan Villoro comentó que su padre no se preocupaba mucho por reeditarlos o mantener sus derechos de autor activos, “no le daba importancia a ese aspecto de la circulación de su trabajo. Por eso lo que podríamos hacer es organizar la ubicación de sus obras y hacer que estén al alcance de los jóvenes. Creo que ahí nos dejó una tarea pendiente”. ÚLTIMOS DÍAS. También relató los últimos días de Luis, y recordó que el miércoles pasado su padre, antes de fallecer, llamó a Renata, “mi hermana que vive en España”, y la felicitó por su cumpleaños, después colgó el teléfono y falleció. “Me parece que con esta acción mi padre hace la analogía de quien cierra un libro y cumple con un ciclo. Yo me atrevo a decir que hasta en eso fue filósofo”. El escritor y periodista describió al autor de Creer, saber, conocer como “un luchador social y renovador académico; hombre íntegro que nunca hizo nada en contra de sus ideas, por eso creo que deja una responsabilidad muy grande a todos los que lo quisimos”. Añadió que a Luis Villoro la vida le permitió hace algo “excepcional, que fue convertir su objeto de estudio en una forma de vida. Él empezó a estudiar a los grandes defensores de los indios en tiempos de la Colonia, como Bartolomé de las Casas o Clavijero, y a partir de ahí escribió Los grandes momentos del indigenismo en México”. Recordó que en 1994, con el levantamiento zapatista, los congresos nacionales indígenas y otros congresos, tuvo la oportunidad de ver en la vida aquello que había estudiado. “Se convirtió en protagonista de su tema de estudio. “A pocas personas les es dado llevar la reflexión a la experiencia de esta manera. En él tenemos a una figura que no solo entendió la realidad, sino también cómo vivirla”. Dijo que ante la muerte el autor de Páginas filosóficas tenía una actitud muy serena. “Alguna vez lo acompañé con un geriatra, quien le preguntó si le tenía miedo a la muerte y mi padre respondió que de ningún modo, que la esperaba con beneplácito, a lo que el doctor preguntó si quería aniquilar su vida y él respondió que no, que pensaba como budista, cuya filosofía es que debe aceptarse la energía de la naturaleza e incorporarse a ella, olvidándose de uno mismo”. Agrega que él ha estado escribiendo “algunas cosas de momentos puntuales sobre mi padre, porque es impresionante lo que nos dejó, pues tiene numerosas anécdotas divertidas y conmovedoras. “Una de sus características, y lo pueden decir la mayoría de los historiadores y filósofos, es que era un hombre al que le encantaba la literatura, por lo que sus libros de historia son emocionantes. Por ejemplo, en su libro El proceso ideológico de la revolución de independencia, cuando escribe que Hidalgo se levantó en armas relata un momento conmovedor, y como si se tratara de una novela lo convierte en un momento épico, gracias también a que tenía un sentido de lenguaje excepcional. Juan Villoro recordó también que hasta hace una semana celebraban estar juntos dentro de El Colegio Nacional, “algo muy gratificante para mí. Sin embargo, mi padre era muy especial y cuando terminó el evento me preguntó cuáles eran mis planes, respondí que ir a dormir porque estaba muy cansado, y me contestó, ‘¿cómo que ir a dormir, que ya no escribes nada?, haz planes’”. OBRAS COMPLETAS EN EL FCE. Desde la noche del miércoles distintas personalidades llegaron a la funeraria para dar el último adiós al filósofo, como las escritoras Margo Glantz y Elena Poniatowska, el rector de la UNAM, José Narro Robles y José Carreño, director del Fondo de Cultura Económica (FCE), quien habló de la posibilidad de publicar sus obras completas con el Instituto de Investigaciones Filosóficas (IIF) de la UNAM. “Deja una obra muy vasta, por lo que hay una idea en el IIF de publicar sus obras completas con el FCE, vamos a ver si la familia está de acuerdo y a ver si lo podemos retomar. Además tenemos el libro José Ortega y Gasset dentro de la Colección Breviarios, escrito por Luis Villoro, junto con Alejandro Rossi, Ramón Xirau y Fernando Salmerón, y que estamos reimprimiendo”. Por su parte, el escritor Jorge F. Hernández mencionó que ahora “hay que leer la brillantez con que escribió sobre el silencio, y la luminosidad que le dio a toda una generación en torno a la Independencia de México. Era un hombre que se veía en la calle y no se podía creer que fuera filósofo, por la sencillez y brillantez con que explicaba conceptos”. Asimismo, en el transcurso de la mañana y la tarde de ayer, llegaron a la agencia funeraria el poeta Jaime Labastida, el político Porfirio Muñoz Ledo, el lingüista Felipe Garrido y regresó Margo Glantz. Felipe Garrido dijo que “Luis Villoro ha dejado una obra de la que seguiremos alimentándonos durante mucho tiempo. Fue un hombre de lucidez extraordinaria que conjugó la historia y la filosofía con una visión penetrante de lo que es nuestro país, y llegó al final después de una vida de trabajo y muchos aportes a la cultura”. El cuerpo del filósofo fue velado desde la noche del miércoles y hasta ayer a las 21.00 horas en la agencia funeraria Gayosso de Félix Cuevas, para ser incinerado a las 23:00 horas. De acuerdo con Juan Villoro, todavía no se sabe dónde reposarán sus cenizas.

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