viernes, 16 de mayo de 2014

Policía de Tamaulipas filtrada por el narco hasta los huesos

Alejandro Melgoza
En su momento, el éxito del Cártel de Tijuana, liderado por la familia Arellano Félix, se debió a la fuerte ligadura entre éste y la estructura policíaca de dicha región, de acuerdo con lo planteado por el periodista y fundador del semanario Zeta, Jesús Blancornelas. Y en ese sentido, esta fórmula no ha dejado de funcionar porque la intrusión a las estructuras políticas –por parte del narco– permite a cualquier organización criminal navegar con total impunidad sin que valgan las leyes. Lo anterior explica el reciente resultado del cuerpo de policías del estado de Tamaulipas, pues no acreditaron el control de confianza por mantener presuntos vínculos con el crimen organizado, o bien, por consumir estupefacientes. Lo que, a decir de la organización Insight Crime, enfatiza “el grado debilitante de la corrupción de la policía, en una región que lucha actualmente contra la violencia fuera de control, resultado de la guerra contra las drogas”. Hasta el momento han reprobado más de la mitad de los policías que han hecho el examen, entre un 40 y 60% de acuerdo con reportes oficiales. Tan sólo en marzo, alrededor de 408 funcionarios, es decir, el 58% de municipales sometidos a esta prueba, no aprobaron. Estos exámenes respondieron, conforme a lo dicho por el gobierno del estado, a la ola violenta desatada por enfrentamientos entre el Cártel del Golfo –quien históricamente controló esta demarcación desde Juan García Ábrego hasta Osiel Cárdenas Guillen– y Los Zetas –organización escindida de los golfos–. Y aunque sean distintos contextos el de Tijuana en la década de 1990 y Tamaulipas en este 2014, el modus operandi es el mismo, ya que como indica el doctor Carlos Flores Pérez –en el libro “Análisis, técnicas y herramientas en el combate a la delincuencia organizada y corrupción con fundamento en la Convención de Palermo”–: “La noción de perdurabilidad que implica el concepto crimen organizado, obliga a pensar en la existencia de vínculos de protección de la autoridad política hacia las actividades delictivas (…)”. Además puntualiza: “(…) mientras más poderosa sea la organización criminal, mientras más amplia sea la dimensión de sus operaciones y mientras más vasto sea el territorio donde lleva a cabo sus actividades más imprescindible resulta el nexo de la autoridad política”. La poca confianza en las fuerzas tamaulipecas se demostró el pasado 5 de mayo a las 17:00 horas en las calles 40 y Juárez, de Tamaulipas, donde un grupo armado emboscó presuntamente al director de Inteligencia, Salvador Haro Muñoz, a quien ejecutaron a tiros. Posteriormente fue revelado que el ex jefe de escoltas de Egidio Torre Cantú, José Manuel López Guijón, participó en la ejecución del funcionario. El semanario Proceso informó en su edición de esta semana que éste habría sido quien “lo puso”, luego de que llegara una supuesta denuncia anónima y, cuando acudió Haro, desde los techos de la calle salieron decenas de Zetas, quienes lo ultimaron. Insight Crime diagnóstico al respecto: “La capacidad del gobierno mexicano para combatir esta ola de violencia se ha visto seriamente obstaculizada debido a la rampante corrupción en las fuerzas policiales estatales y municipales. El 5 de mayo, el jefe de investigaciones de la policía estatal, Salvador de Haro Muñoz, fue emboscado y asesinado en un hecho supuestamente orquestado por sus propios agentes. Al parecer, fue asesinado por investigar vínculos entre la policía de tránsito de Ciudad Victoria, la capital del estado, y organizaciones criminales. Poco antes de su muerte, una veintena de agentes del tránsito fueron detenidos por trabajar con un grupo criminal local”. Y continúa: “Los problemas a los que se enfrentan las autoridades federales en Tamaulipas están lejos de ser únicos. Una purga policial similar ocurrió en el estado costero de Michoacán en 2013, poco después de que las fuerzas federales tomaran el control de Lázaro Cárdenas, un puerto controlado por los Caballeros Templarios. En noviembre, 700 agentes de la policía de Michoacán fueron despedidos o degradados por haber reprobado el exámen de control de confianza”. El escenario de Tamaulipas resulta ser uno de los más terroríficos junto con el de Michoacán y el Estado de México, quienes han sido más apuntados por el peñanietismo con estrategias cosméticas pero no integrales, que fungen como retórica al estilo de la lógica punitiva de Estados Unidos: la captura de grandes cabezas o cabecillas, sin dar golpes certeros a las mentes financieras o políticas involucradas en el crimen organizado, tal como sucedió en Colombia durante la época de Pablo Escobar Gaviria. Hasta el momento van más de 30 ejecuciones durante refriegas entre las fuerzas federales y criminales, donde ha habido también falsos-positivos. Han aparecido narcomensajes con dedicatoria a los golfos o a los zetas, narcobloqueos, asesinato de funcionarios, videos en internet donde se muestra el poderío de jóvenes narcos sosteniendo armas exclusivas del Ejército, como uno que carga una calibre .50 Barrett, fusil de alta potencia; fotos filtradas de cuerpos inanimados y perforados con decenas de balas, cráneos destrozados… Debido a su ubicación geográfica, Tamaulipas ha sido disputado durante décadas por grupos criminales que utilizan la ruta del Golfo con el fin de trasladar productos ilíticos. Tamaulipas es un caos y pese a su estrategia de seguridad, como señaló el periodista, Ricardo Ravelo: “lo que se haga es poco” por la secilla razón de que “el problema en sí está adentro y afuera. Nadie se salva o no parece salvarse en un estado donde el crimen organizado lo toca todo.” La organización presidida por Steven Dudley concluye: “El gobierno mexicano aún no ha anunciado cuánto tiempo permanecerán las fuerzas federales de seguridad en Tamaulipas, ni cómo planean reemplazar la mitad de la fuerza policial del estado”.

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