viernes, 19 de septiembre de 2014

En BCS se protegen de saqueos violentos; “ya estamos en tierra de nadie”, advierten

Dennis A. García en Los Cabos |
“Ya estamos en tierra de nadie, por eso instalamos barricadas... tenemos listos los cuchillos, machetes y una que otra escopeta para defender nuestro patrimonio y a nuestras familias”. Así lo dice Benjamín Martínez, El Capi, colono de Lomas Guaymitas, en San José del Cabo, quien logró unir a las pandillas que se odian a muerte, pero que hoy pelean por un fin común: defender a los suyos ante la inseguridad en la que se encuentran en Los Cabos por la falta de comida y energía eléctrica. A cuatro días de los desastres causados por el paso del huracán Odile, la mayoría de las colonias de Cabo San Lucas y San José del Cabo han instalado barricadas por los robos con violencia a casas-habitación registrado, sobre todo, por la noche. A la luz de día, mujeres y niños son los que hacen guardias en Lomas de Guaymitas, Forjadore, Las Veredas, Buenos Aires y San Bernabé. La única tienda en Guaymitas que le queda mercancía es atendida por la señora María y es resguardada por los pandilleros para evitar el saqueo. En tanto que El Capi organiza a sus vecinos para cerrar las seis entradas de la colonia. Para identificarse, todos utilizan una playera blanca y hacen sonar un silbato en caso de una situación en la que se requieran más refuerzos en una de las entradas. “Vimos que estaban entrando trocas con mucho vato que no conocemos. Supimos que 30 reos se fugaron y que se habían robado unas camionetas, incluso se comenta que ya violaron a señoras, por eso nos armamos con lo que pudimos”, comenta Benjamín. Acepta que fue uno de los que participó en los saqueos a centros comerciales. “Sí, lo acepto. Yo estuve en los saqueos en las tiendas, pero qué quería que hiciéramos si ya no teníamos comida. Nos vimos obligados”, señala. La noche se acerca. Es notorio que el azul turquesa del mar de Los Cabos ya no importa a los turistas, lo que quieren es regresar a sus lugares de origen. A los lugareños ya no les importa la derrama económica que dejan los turistas, lo que piden es seguridad para sus familias. Durante un recorrido nocturno realizado por Crónica, se observa que así como en San José del Cabo se organizan para defenderse, se repite en Cabo San Lucas porque los robos en casas van en aumento. En cada entrada a una calle hay entre 10 y 15 personas armadas con lo que pueden; encienden una fogata para lo que será una larga noche. Algunos utilizan árboles caídos para impedir el paso, otros atraviesan autos o camiones de carga. Amanece. Un día más sin comida y sin luz. A marchas forzadas la Comisión Federal de Electricidad intenta restablecer el suministro de energía. Hasta seis horas formados por dos litros de gasolina. Los más astutos saquean las despachadoras de gas. Al paso de los camiones militares la gente pide un toque de queda. “Necesitamos de su ayuda”, grita un niño de apenas seis años.

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