lunes, 20 de julio de 2015
Mexicana gana oro, impone récord y... se desvanece
LA CRÓNICA La alegría invade a la delegación mexicana que se encuentra en los Juegos Panamericanos. La atleta María Guadalupe González, quien lleva tres años compitiendo, consiguió la medalla de oro en marcha, y rompió récord panamericano tras dominar los 20 kilómetros en un tiempo de 01:29:25, un récord histórico para el deporte nacional.
El récord anterior en la marcha femenil era de 1:32:28 de la guatemalteca Jamy Franco en el 2011 en Guadalajara. González dominó desde el principio lo que al final se vio reflejado ya que llegó a la meta con un minuto de diferencia, imponiéndose a la brasileña Erica de Sena, que se quedó con la medalla de plata mientras que el bronce fue para la ecuatoriana Paola Pérez.
La plata fue para la brasileña Érica de Sena con 1:30.03 y el bronce para la ecuatoriana Paola Pérez con 1:31.53.
Al finalizar la carrera, la atleta cayó desmayada y fue llevada al hospital por deshidratación; sin embargo, su salud se encuentra estable. México consigue su oro número 12 en Toronto y se mantiene en la sexta posición de la tabla.
Pero también con ese poder en los pies y con la entrega en el alma, la atleta mexiquense terminó con una racha en que la marcha femenil mexicana no accedía al podio panamericano desde Santo Domingo 2003 cuando Victoria Palacios se apropió de ese momento.
Así que cuando Guadalupe González abordó el autobús, que la trajo de la Villa Panamericana a la zona de competencia, a las orillas del Lago Ontario, tomó la decisión de buscar el podio. Pero para acceder tendría que vencer el clima y luego a las rivales.
La salvadoreña Cristina López, la brasileña Érica de Sena y la otra mexicana Alejandra Ortega hicieron lo propio con el afán de llegar al podio. Los primeros kilómetros fueron de ir con todo, ya no hubo tiempo para el estudio, porque cada una de las 18 atletas salió con el mismo objetivo.
Guadalupe comenzó a hacer su prueba ante la insistencia de la brasileña De Sena que tomó la batuta. Poco a poco los metros se alargaron y ella sin más veía que su rival se escapaba.
Con los primeros rayos del sol, la mexicana se apostó con determinación en el asfalto. Recorrió el telón con seguridad y no importó que la distancia fuera más entre ellas y las demás competidoras. Su mente estaba para ir más lejos y apretar en el momento en que ella decidiera.
A los 10 kilómetros de carrera, el cuerpo comenzó a pesar. La humedad en los hombros fue cada vez más alto y ya los pies estaban por estallar. Guadalupe, que en este año ha hecho lo que ninguna marchista mexicana ha logrado en tan corto tiempo, decidió emigrar con más ímpetu.
Se aferró a su deseo y se enfiló a la meta con vehemencia inigualable. Los pocos aficionados apostados a la orilla del circuito impulsaron su paso durante cada una de las 10 vueltas de 2 kilómetros; mientras el sol apretaba su intensidad.
Guadalupe dejó el último aliento para el final. Ya con los pulmones casi sin aire y las piernas a un paso del delirio, vio la meta más cercana ya con una ventaja de 100 metros sobre la brasileña Érica de Sena. Un poco atrás la también debutante Alejandra Ortega con el esfuerzo en la mano.
En la recta final, la mexiquense apretó su marca y aunque su cabeza estaba en la competencia, tuvo tiempo para mirar su reloj, se quedó por un momento fuera de sí porque, incluso, se salió del trayecto, pero logró recuperarse.
Una vez que entró a la meta, cayó como fulminada. Los asistentes llegaron de inmediato. El público pensó lo peor y el sonido anunció su nombre. Guadalupe González había hecho historia con el título panamericano y además con récord del evento.
“Es una deshidratación tremenda”, dijo Antonio Lozano, presidente de la Federación Mexicana de Asociaciones de Atletismo (FMAA). Tras 20 minutos de asistencia en la zona de atletas, Guadalupe González fue trasladada a una policlínica cercana para su recuperación.
La mexicana requerirá por lo menos de cuatro horas para su recuperación. Llegó con el cuerpo destrozado, pero alcanzó la gloria y eso es de agradecer por el esfuerzo dejado en el asfalto que rodea al Lago Ontario.
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