A finales de septiembre, en la posada Miled, cerca del centro de la capital mexiquense, la Procuraduría General de Justicia del Estado de México (PGJEM), tomó conocimiento de un caso que no salió a la luz pública.
Se trata del caso de una joven de cerca de 25 años de edad, a la que le arrancaron la piel de su cara en el hotel de Toluca, que luego fue enterrada en un hoyo de aproximadamente tres metros de profundidad que sirve de fosa común, sin nombre y con una placa de acero atada a una bolsa.
Según los reportes, la joven fue encontrada en una habitación del inmueble por personas de limpieza, por lo que alertaron a las autoridades, que al llegar confirmaron que estaba sin vida, éstos dieron aviso al Ministerio Público y acudieron para tomar conocimiento de los hechos en el barrio San Sebastián.
La mujer fue cortada en el cuello con arma punzocortante y le fue quitada la piel del rostro, tras permanecer días en el Servicio Médico Forense (SEMEFO) a la espera de ser identificada, nadie llegó.
Catalogado en los registros oficiales como "ningún nombre", fue enterrado en el anonimato, el cuerpo de la joven mujer, como los que se han sumado al paso de las semanas y meses de este año en el panteón municipal de esta ciudad.
Por no ser reclamada y permanecer en una cámara frigorífica durante tres semanas, que es lo que marca la normatividad, aunque esto depende de algunos factores como considerar que el cuerpo pudiera ser reconocido por un familiar, autoridades optaron por enviarla a la fosa común.
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