martes, 29 de agosto de 2017

Enrique Peña Nieto y Luis Videgaray “Achichincles” de Donald Trump: C. Fazio

• Permitirán que EU arrebate a México mayores concesiones en el TLC.
• Sus negociadores no representan a México sino a los intereses del gran capital.

Sociedades de Penesamiento…
Por Carlos Monroy Hermosillo
“El progreso moral de los pueblos no puede comenzar hasta que no sean independientes.”
J. Artineau
Toluca, estado de México; a 29 de agosto de 2017.- Bajo el pretexto de la guerra contra el narco, en México se perfila una nueva forma de violencia. Se trata de un proceso primitivo de acumulación de capital por despojo. El caso más claro lo vivimos en Michoacán con la extracción de minerales por parte de “Los Caballeros Templarios”, comandados por “La Tuta”, con la complicidad y simulación de los tres niveles de gobierno. Es una situación que también se vive en Tamaulipas y Zacatecas, con el despojo de hidrocarburos, gas natural, electricidad y agua, además de la minería.
Así lo explicó el analista uruguayo, Carlos Fazio, en reunión con la escuela de cuadros del Partido del Trabajo, al invitarlos a utilizar el análisis de coyuntura como una obligación de quienes se presuman militantes de izquierda.
Se trata también de ver los resultados que se desprenden del Pacto por México, impulsado por el gobierno de Enrique Peña Nieto, que ha provocado nuevas formas de resistencia civil entre campesinos, poblaciones indígenas y el magisterio, que lucha por la restauración educativa y en contra de la extinción del sindicalismo.
Se impulsa una guerra sucia no solo militar, sino económica, mediática y cultural, donde el imperio nos necesita como consumidores y mano de obra barata. Guerras por territorios como ha ocurrido en Afganistán, Irak, Siria, o Colombia y Venezuela. Y ahora en México, utilizando al narco y sus sicarios y el paramilitarismo con el propósito de infundir el mayor terror posible al pueblo con la función de romper todo el tejido social. A Felipe Calderón le tocó sacar al ejército a las calles por instrucción del gobierno norteamericano bajo el pretexto de su guerra en contra del terrorismo.
Carlos Fazio enumera ejemplos: en 2006, la represión en contra de los pobladores de San Salvador Atenco, que pretendían formar un municipio autónomo; la APPO y su intento por formar una comuna en Oaxaca; la movilización de masas en contra del desafuero a AMLO; el EZLN, como expresión antisistema de cambio y su gran movilización de fuerza indígena y de pueblos originarios.
La riqueza de las cuencas de Sabinas y de Burgos, lo explican todo: enorme potencial en gas natural con la mira puesta en Texas y el Golfo de México. Felipe Calderón y George Bush había ideado el esquema de una “frontera segura”, y la transformación energética con gasoductos y electricidad transfronteriza.
Ahora viene EPN y su proyecto de zonas económicas especiales en el sureste mexicano: Chiapas, Lázaro Cárdenas, y el istmo de Tehuantepec, donde se ubica la zona de infraestructura crítica de Pemex y CFE. Donde también se lleva a cabo una política de desarticulación del tejido social, y protección de complicidades corruptas de funcionarios e instituciones como una forma de legalización del despojo de los recursos naturales.
EPN y Videgaray, como achichincles de Donald Trump, permitirán que EU le quite a México más concesiones en torno al TLC, como ya se demostró en el primer “mojón” en el caso del azúcar, pues sus negociadores no van en representación de la patria, sino de los intereses del gran capital, atentando nuevamente en contra de la soberanía nacional.
Sin darnos cuenta, advierte Carlos Fazio, México es ya un objetivo militar en el escenario de una posible conflagración mundial que ahora puede darse en el territorio continental de las Américas. La lucha, desde la izquierda, debe ser por la legalidad, el respeto a la Constitución, el estado de derecho y la soberanía nacional. La solidaridad no es solamente con el pueblo de México, sino con otras expresiones de movilización popular y resistencia cívica, y con países hermanos como el caso de Venezuela.
Si el Estado se militariza, es porque va en contra del pueblo, sus movilizaciones y organización social. La izquierda debe impulsar una red de redes, anticapitalista y antiimperialista.

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