miércoles, 4 de diciembre de 2013

La opinión; Del pico a la hormigonera y la flauta

Del pico a la hormigonera y la flauta
Salvador Ferrer i Paradeda Cualquier calle es lugar de concurrencia, circulación ajena a todo y a todos, vehículos que forman una interminable carrera en contra del tiempo, puestos que ofrecen diversidad absolutamente de todo, (hasta del virus más desconocido) policías gesticulando, vendedores de paletas, periódicos, refrescos y aquello que no se necesita, pero levanta curiosidad. No falta el albañil de la obra…¡ah, el albañil!, personaje peculiar donde los haya, tipos hechos a base de sol y sombra, tacos y refrescos (aunque en momentos señalados puede unirse a ellos un buen vaso de pulque o una chela). Los albañiles son como los políticos. Aclaremos, porque no faltará quien disponga de tiempo para buscar similitudes y realmente hay que aplicar la igualdad de herramientas que usan, pues es en lo único que se parecen. Ahora pasemos a descifrar el entramado y dificultoso camino por el cual llegar a verlos arrimando hombro con hombro. Uno de los utensilios típicos es el pico. Los virtuosos de la obra lo usan para varios menesteres y siempre en pos de ir arañando, excavando, moviendo… los otros, los políticos usan de la misma herramienta para dejar…”huella”. Hacen un surco por el cual todos debemos caminar, nada de preguntas, menos de observaciones, simplemente encauzarnos dentro del surco y cuando llega el momento…¡¡¡zassss!!! Lo tapan y ni tiempo dan a que levantemos la mano para pedir explicaciones o dejar la palabra escrita. O sea… no podemos descarriarnos, todo está previsto, nos llevan a donde quieren y hacen de nosotros lo que quieren. Exclamamos y levantamos la voz, pero de inmediato escondemos la cara. No hay tiempo para nada. Políticos y albañiles son quienes tienen la verdad por delante. Ahora, con la modernidad ha llegado la hormigonera, nada de mezclar a golpe de pala y con rapidez, nada de mezclar sin perder tiempo para que todo cuaje. No, ahora ya hay una máquina que se cuida de ello y la incomodidad ha dejado paso a la facilidad. Eso es bueno en estos tiempos. Pero… los políticos lo mezclan todo sin tener en cuenta las partes proporcionales de arena, cemento y agua. Aquello empieza a dar vueltas y más vueltas, sin parar, un ¡¡run, run!! incansable, una espera corta, pero llena de esperanzas. Al final… sale lo que sale. Albañiles y políticos como siempre, verdaderos creadores del futuro, ya sea un edificio o una ley que nos exonere de pecados y malos pensamientos. Al final la sorpresa da pie a la más hermosa de las historias. Un flamante edificio de muchos pisos coronado con un jardín emblemático. Repetimos… albañiles, constructores. Políticos, mezcladores. ¿Dónde está la similitud?... Pues eso, usan las mismas herramientas pero con diferentes fines. Promesas de mejoramiento, pero nada de realidades. Llega el momento en el cual deberemos buscar otros “surcos”, otras herramientas y otros personajes (los políticos) para que tengamos el poder de edificar según nuestras necesidades, no la de ellos. Definitivamente entre el pico y la hormigonera hay un abismo, una promulgación de nuevas leyes, una interpretación diferente y aquel sueño que jamás se hace realidad. Bienaventurados los albañiles porque ellos crearán un sueño. Lo contrario de… los políticos (no todos) porque ellos desvanecerán nuestros sueños. Solamente faltará quien toque la flauta para que le sigamos hasta los confines de la tierra.

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