miércoles, 4 de diciembre de 2013

MI EXPERIENCIA A LOS 19

Yesenia Stefany Ayala Peñaranda
Los rodachines de las maletas iban a mi paso, trataba mi respiración de ser lo más lenta posible y micabeza estaba alerta a entrar en combate con sentimientos encontrados.Lágrimas se asomarían después de mover mi mano: a la derecha y a la izquierda varias veces, como lo hacen los parabrisas, indicando un adiós.“El cordón umbilical se rompería”. Me dispuse a sentarme y a esperar 6 horas de vuelo, la mayoría de pasajeros lo tomaron como un espacio oportuno para dormir.Mientras tanto, yo pensaba, comía y llenaba la sopa de letras que le había comprado a un vendedor ambulante, en una buseta que tomé en el centro de Cúcuta,(Colombia) mi ciudad; la compré junto con 2 lapiceros, porque sabía que pasaría horas aburridas en aquel vuelo, también recuerdo que escuché música que nunca antes había oído… pero principalmente, me dediqué a pensar. En ese momento tenía 19 años, de los cuales nunca me había separado radicalmente de mi familia, 19 años en los que me enfrentaría a una vida sola, sin dar un paso atrás. 19 años… en los que no sabia lo que era pasar un día entero en Bogotá, pero en los que sí me enfrentaría a iniciar una nueva vida incógnita, en la capital de otro país;a partir del primer minuto en el que el avión dejó de tocar suelo colombiano, entendí, lo que implicaba tomar decisiones. Y después de tanto ajetreo, de ir al baño, de escuchar niños llorar en su propia desesperación, de escuchar la música que ofrecía la aerolínea, de ver películas aburridas y comentarlas con mi compañero de vuelo.Mis pies por primera vez sintieron al país del tango, pero no antes, de asomar mi mirada tras una pequeña ventana y ver el atardecer a mi lado, yo me senté junto a las nubes, conversé con ellas; luego el sol se despidió en un abrir y cerrar de ojos y me presentó a la hermosa ciudad de buenos aires, nocturna, resplandeciente y ordenada. Esa primera vez, la vi tan cerca, tan grande, que sentí una emoción profunda en mi ser y por fin pude vivir la frase que leí un día de Walt Whitman: “Disfruta el pánico que provoca tener la vida por delante”.

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