lunes, 6 de enero de 2014
La opinión de... Salvador Ferrer i Paradeda
Hablando de afectados y “afectantes”
Salvador Ferrer i Paradeda
Un vez desalojado el Zócalo y ahora el monumento a La revolución, hay una serie de preguntas que quedan en el alero.¿Realmente los maestros que hicieron el plantón tienen razón para seguir perjudicando a un buen número de comercios y gente paseante?. No se trata de una pregunta con doble sentido ni hay una oposición al derecho a manifestarse.
Durante meses los maestros han hecho de su protesta una calle sin salida porque los realmente afectados han sido otros. Los comerciantes vieron como sus posibles beneficios fueron mermando, incluso han tenido que llegar al despido para poder mantenerse discretamente, la gente que pudiera o no pasear por aquellos lugares, comprobaron que el derecho a la libre circulación era una pura quimera y los maestros siguieron con protestas, plantones y enfrentamientos. Me pregunto si mañana o pasado, los docentes van a secundar una posible protesta de aquellos que se vieron afectados o simplemente harán vista gorda y seguirán con su empeño en tirar por tierra la iniciativa que modifica las leyes secundarias de la reforma educativa –acertada o no- .
La evaluación docente no es una forma de precarización, ni se trata de mandarlos a la picota, como algunos pretenden denunciar. La iniciativa contempla tres pruebas para que demuestren su nivel de preparación y dos para aquellos que sean interinos, lo único que contemplo con resquemor es quién hará las pruebas y bajo qué criterio se harán. El resto me parece normal. En muchos países el hecho de tener un título que te habilite como maestro, no significa tener un puesto asegurado, antes hay que superar oposiciones para ganarte una plaza, así que una vez hecho esto, el maestro está capacitado para enseñar.
¿Acaso el maestro cuándo aplica un examen a los alumnos sigue criterios adecuados?. Habría que verlo y a la vez valorar la eficiencia de dicho maestro. Porque el alumno, al igual que el docente, al pasar un examen trata de pasar la prueba, cosa errónea ya que no sirve para nada, pasar por pasar es sinónimo de más adelante fracasar.
Seamos serios, alumnos y maestros viven realidades diferentes y está demostrado que hay un rezago en la actual enseñanza, lo más lógico sería hacer un examen de conciencia y prepararse para dar en la torre a la Secretaría de educación demostrando que todos y cada uno de ellos están capacitados para lo que haga falta.
Tampoco me sirve comparar un maestro rural -con pocos medios y nulas condiciones- a un maestro de cualquier escuela privada y la capacidad de tener a su alcance lo que haga falta. Maestros y alumnos están en desventaja con los otros.
De momento habría que eliminar privilegios y concesiones a según que grupos de docentes, ser conscientes de que están frente a un grupo de alumnos que esperan y desean aprender, no simplemente pasar año con año para encontrarse al final de su etapa escolar con que no saben nada ni están preparados para nada. A saber… ¿quién no se ha visto complacido con superar una materia a cambio de una dádiva?. No cerremos los ojos, es algo usual que para nada enaltece la carrera de un pedagogo.
Definitivamente las protestas de maestros han perjudicado a mucha gente, alumnos, padres, comercios y al paseante, nadie ha puesto el dedo en la llaga para reconocer errores y buscar soluciones, solamente se ha planteado suprimir las iniciativas, lo más congruente sería valorarse a si mismos y aquellos que carecen de aptitudes, buscarlas por otros medios, como es el aprendizaje, seguro que entonces los que rigen el destino de la enseñanza tendrían que callar y asimilar su error, mientras tanto… mientras no demuestren la capacidad de liderazgo en la enseñanza, seguiré pensando que no lo están y tampoco tienen la total y absoluta razón, aunque comparta buena parte de sus planteamientos.
Afectados y “afectantes” tienen sus razones y no se han sentado juntos en una misma mesa para buscar el camino adecuado que vuelva a llevar a la enseñanza mexicana a los niveles de hace años, cuando la vocación estaba por encima de todo, ahora en más de una ocasión he escuchado; “dame una chamba, aunque sea de maestro… al final obtienen el puesto por quién sabe qué tipo de valoraciones”. Es más una crisis social que educativa, fortalecer al maestro y sus instituciones sería lo más lógico, seguido de una mayor inversión aumentado el presupuesto y dando una oportunidad a los que, por los motivos que sean, no estén capacitados para estar al frente un grupo.
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