miércoles, 8 de enero de 2014

La opinión de...Salvador Ferrer i Paradeda

Pim, pam pum…. ¡fuego! Salvador Ferrer i Paradeda Fácil, sencillamente fácil y lacónico, además de ser una amenaza pública mire por donde se mire. “Si las autoridades ya no nos dejan vender, al día siguiente estaremos robando”. Así se expresan los llamados “vagoneros”, también rompe tímpanos en muchos casos. Se ve que tienen pocas opciones en la vida, además de seguir “jodiendo” en el metro, pago el boleto para que me traslade de un lugar a otro, no para verme acosado por vendedores que no dejan de tocar aquello que no suena. Podría decirles; “si las autoridades les dejan vender, al día siguiente me lío a palos con ustedes porque no me dejan en paz”. Y no se trata de tolerancia o intolerancia, se trata de ética y educación. El transporte público está para lo que está, no para ser un mercado ambulante al que encima hemos de aguantar porque a unos se les antoja ser “vendedores”. Señores “vagoneros”, hay trabajos muy dignos en la calle, hay otras muchas maneras de ganarse la vida sin necesidad de agotar paciencias y exigir derechos (¿cuáles derechos? si a lo mejor ni boleto pagan, yo sí). Como ciudadano estoy cansado de escuchar siempre lo mismo; si no me dejan…. Me obligan a…. y no se trata de esto, es mucho más simple; buscar un trabajo, una ocupación digna, dejarse de amenazas y a otra cosa, aunque, claro, en muchos casos ese tipo de gente abandonó estudios por quién sabe qué y los pocos que se vieron “obligados” a este tipo de trabajo… al final han salido victoriosos en la vida, cosa que no ocurre con los “amenazadores y pecadores de poca monta”. Lo dicho, yo soy uno de los que apelo para que el transporte público sea lo que debe ser, no soy intolerante, pero sí reclamo mis derechos, que empiezan en el momento que compro un boleto y terminan cuando llego al destino, cosa que a otros les va de….”gorra”. Hay espacios para vender y otros espacios que algunos han hecho suyos para…eso, fastidiar. Mañana nos vemos robando o dando palos…. Veremos hasta dónde se dejan mangonear quienes están para poner orden.

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