miércoles, 8 de enero de 2014
Fuimos hechos para estos tiempos
Amigo mío, no te desanimes. Fuimos hechos para estos tiempos. Recientemente he escuchado que muchos están profunda y correctamente desconcertados. Están preocupados por el estado de las cosas en nuestro mundo actual. La nuestra es una época de asombro casi a diario y de rabia a menudo justificada debida a las últimas degradaciones de lo que más importa a las personas más visionarias y civilizadas.
Tienes razón en tus evaluaciones. El lustre y la arrogancia a los que algunos han aspirado a la vez que apoyan actos tan atroces contra los niños, los ancianos, la gente común, los pobres, el descuido, el abandono, es impresionante. Sin embargo, te ruego, te pido, a ti gentil, que por favor no dejes que tu espíritu se seque lamentando estos tiempos difíciles. Sobre todo no pierdas la esperanza. Más particularmente, ya que, el hecho es que fuimos hechos para estos tiempos. Sí. Durante años, hemos estado aprendiendo, practicando, [hemos] estado entrenando y a la espera de reunirnos en este exacto plano de compromiso.
Crecí en los Grandes Lagos y reconozco un buque en condiciones de navegar cuando lo veo. En cuanto a las almas despiertas, nunca ha habido buques más capaces en las aguas de los que hay en estos momentos en todo el mundo. Y están totalmente aprovisionados y son capaces de enviarse señales entre sí como nunca antes en la historia de la humanidad.
Mira hacia fuera sobre la proa, hay millones de botes de almas justas en las aguas junto a ti. A pesar de que sus chapajes pueden temblar con cada ola en esta turbia tormenta, te aseguro que las largas vigas que componen su proa y timón provienen de un bosque mayor. Esta madera de grano largo es conocida por soportar tormentas, mantenerse unida, aguantar a los suyos y, a pesar de todo esto, avanzar.
En cualquier momento oscuro, hay una tendencia a virar hacia el desmayo frente todo lo que hay de malo o descompuesto en el mundo. No te enfoques en eso. Hay una tendencia, también, a caer en el debilitamiento por quedarse estancado con lo que está fuera de tu alcance, por lo que aún no puede ser. No te concentres allí. Eso es dejar pasar el viento sin levantar las velas.
Nos necesitan, eso es todo lo que podemos saber. Y aunque nos encontramos con resistencia, más aún nos encontraremos con grandes almas que nos aclamarán, nos amarán y nos guiarán, y vamos a saber de ellas cuando aparezcan. ¿No has dicho que eras un creyente? ¿No dijiste que te comprometiste a escuchar una voz más fuerte? ¿No pediste acaso la gracia? ¿No te acuerdas que estar en la gracia significa someterse a una voz mayor?
La nuestra no es la tarea de arreglar el mundo entero de una sola vez, sino de estirarnos para reparar la parte del mundo que está a nuestro alcance. Cualquier cosa pequeña, tranquila, que un alma puede hacer para ayudar a otra alma, para asistir a alguna parte de este pobre mundo que sufre, ayudará enormemente. No se nos da a conocer qué acto o por quién hará que la masa crítica se incline hacia un bien duradero.
Lo que se necesita para un cambio dramático es una acumulación de hechos, añadiéndose, añadiendo más, continuando. Sabemos que no se necesita a todo el mundo en la Tierra para traer justicia y paz, sino sólo un pequeño grupo, determinado, que no se dará por vencido en el primer, segundo o centésimo vendaval.
Una de las acciones más calmantes y de gran alcance que puedes hacer para intervenir en un mundo tormentoso es levantarte y mostrar tu alma. El alma en la cubierta brilla como el oro en tiempos oscuros. La luz del alma lanza chispas, puede enviar hasta bengalas, construye señales de fuego, hace que lo correcto se encienda con fuego. Mostrar la linterna del alma en tiempos oscuros como estos - ser apasionado y mostrar misericordia hacia los demás; ambos son actos de inmensa valentía y de mayor necesidad.
Las almas que están en lucha atrapan la luz de otras almas que están totalmente iluminadas y dispuestas a demostrarlo. Si deseas ayudar a calmar el tumulto, esta es una de las cosas más fuertes que puedes hacer.
Siempre habrá momentos en que te sientas desanimado. Yo también he sentido la desesperación muchas veces en mi vida, pero no guardo una silla para la misma. No la voy a entretener. No le está permitido comer de mi plato. La razón es la siguiente: En lo más profundo de mis huesos sé algo, como tú lo sabes. Es que no puede haber desesperación cuando te acuerdas de por qué viniste a la Tierra, a quién sirves y quién te envió aquí. Las buenas palabras que decimos y las buenas obras que hacemos no son nuestras. Son las palabras y obras de Aquel que nos trajo aquí. En ese espíritu, espero que escribas esto en tu pared: Cuando un gran barco está en el puerto y amarrado, es seguro, no puede haber ninguna duda. Pero eso no es para lo que los grandes barcos se construyen.
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