viernes, 21 de marzo de 2014

Bartra y Taibo II rememoran el movimiento estudiantil de 1968

Érika Paz. Anécdotas, recuerdos e impresiones del Movimiento Estudiantil de 1968 se tejieron en una amena tertulia encabezada por Armando Bartra y Paco Ignacio Taibo II, en el Centro Cultural Donceles 66, en el corazón de la Ciudad de México.
A casi 46 años de su surgimiento, el movimiento de 1968 no es historia vieja, ha dejado “marca en una generación entera, permanece míticamente. Ese movimiento le tiró unos putazos monumentales al Estado mexicano con un estilo heróico. El 68 ni negocia, ni se rinde, ni se desmorona, ni tranza. Reta al Estado para una democracia real”, afirmó Taibo II. El 68 cambió la vida de una generación de jóvenes, le cambió el rostro a un país que no volvió a ser el mismo. Pese a que ya no era estudiante y tampoco era académico, Bartra dice de sí mismo: “era gente de izquierda”, que mantenía sus ideas en la clandestinidad. Antes de ese mes de agosto, en el que se desató la huelga estudiantil, nadie sabía dónde él vivía, no leía la literatura que acostumbraba en ningún espacio público, escribía con letra pequeñita para que nadie alcanzara a leer por encima de su hombro sus reflexiones. Las personas de izquierda “nos sentíamos absolutamente solas, nos reuníamos en catacumbas, vivíamos en la clandestinidad. Esto era antes del 68,”, pero sin duda esta fecha significó un parteaguas. Bartra recordó la calle de Madero en el Centro Histórico en la que las consignas resuenan entre sus altos edificios y se escuchan con mayor intensidad gracias al eco. Según sus palabras esa experiencia lo cambio radicalmente, después del 68 nunca más escondería los libros, ni callaría las palabras, después del 68 escribiría con letras grandes, pues había encontrado miles de personas que compartían sus ideas. Al auditorio, además de los escritores, asistieron otras personas que vivieron el movimiento. Gente de la facultad de Ciencias o de Economía. Francisco Paredes Arce, compartió su experiencia y señaló que la Universidad fue un espacio de libertad, un lugar en el que se planeaba y planteaban el rumbo, “éramos un proyecto de intelectuales que nos dedicábamos a pensar qué queríamos de este país”. Para las mujeres, rememoró Paredes, el 68 significó un cambio, particularmente para las universitarias quienes vivieron “una transformación en sus relaciones de pareja, con la familia, con los profesores, con los compañeros. Era una forma de ejercer la libertad, incluida la libertad sexual, que ahora es una forma relativamente fácil. Pero ese fue un momento de revolución”. Algunos de los participantes coincidieron en que fuera de la Universidad había represión y, por lo mismo, un ambiente en el que el miedo era palpable. Paredes expresó que, a pesar del miedo, había que “buscar espacios” para ejercer las libertades democráticas. Durante las casi dos horas de plática se contaron anécdotas, se respondieron preguntas del público y, también, se recordaron los nombres de muchos participantes, su compromiso, su lealtad, su oratoria. Personajes de la talla de Cabeza de Vaca y José Revueltas, cuya inagotable forma de debatir resulta inolvidable. De igual forma se rememoró a aquellos que dieron la espalda al movimiento en pos de intereses propios. Así, surgieron los nombres de Sócrates Campus Lemus, Luis González de Alba, Marcelino Perellò y Eduardo Ruiz Healy. Bartra y Taibo recordaron cómo era el trabajo de base, las brigadas informativas que llevaban a cabo en las calles, los acuerdos de asambleas; cómo se elaboraba el contenido de los volantes, de las pancartas, de las consignas; la música que se escuchaba: Peter Siegel, Joan Baez, Bob Dylan, fueron los músicos señalados por Taibo, mientras que Bartra mencionó que en ese entonces entonaban canciones comunistas y si se ponían “tequileros” rancheras y corridos de la Revolución Mexicana. El autor de las biografías de Pancho Villa y Ernesto “El Che” Guevara dijo que la forma de organización del movimiento permitió evitar que quienes se infiltraban tuvieran influencia, pues la asamblea tenía la capacidad de sustituir a los líderes que contradijeran a esta última. Además afirmó que la consigna de “libertad para los presos políticos”, tuvo su origen a partir del trabajo de brigadeo emprendido por los jóvenes. Semanas antes de nacimiento del movimiento, poca gente sabía quien era Demetrio Vallejo, pero durante el movimiento miles empezaron a pedir su libertad, lo que reflejaba un enorme trabajo de concientización política. Pese a que se intentó hacer del 68 un movimiento de derrota y se ha hecho perdurar en el imaginario la fecha del 2 de octubre, la espontaneidad, la alegría, la creatividad y el sentido de comunidad fue lo que imperó durante las marchas, en las asambleas y en el trabajo de base. Si bien es cierto que resulta necesario rememorar a los muertos de Tlatelolco, a los presos y todas las personas víctimas de tortura y persecución, Taibo enfatizó que esa derrota militar no significó la derrota política. Tan es así que el movimiento sigue presente entre las generaciones que le siguieron a esos jóvenes que imaginaban otro México.

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