martes, 15 de abril de 2014
El niño que vagaba solo
José Antonio Guardiola.
Niño ruandés huérfano | Crédito: IRT
Alex Mutimukunda tenía seis años cuando empezó a comprobar que sus vecinos de Gitarama se habían vuelto locos. Sus padres –tutsis ambos- se separaron aquella noche del 6 de abril de 1994 en cuanto la Radio Mil Colinas comenzó a esparcir el odio por las ondas. Se repartieron los hijos. A Alex le tocó huir con su padre.
Un día, el padre le dijo: “Hijo, si me descubren contigo, también te matarán. Es mejor que nos separemos y, si todo va bien, cuando acabe todo esto nos volveremos a abrazar”. Alex, sin apenas levantar el metro y poco, vagabundeó solo por las mil colinas durante los cien días en que el diablo anduvo suelto por Ruanda. Cuando relata esos cien días su mirada se nos hace esquiva. Parece que, en medio del relato, él mismo se transporta a aquel tiempo. “Salía a buscar comida las noches que llovía. Abril es época de lluvias aquí en Ruanda y cuando llovía no venían a matarnos. Si veía una patata, me la comía. Inmediatamente, sin cocinar. Y seguía huyendo”.
Alex superó la prueba. Imagino que tras la fragilidad de su mirada hay un tipo fuerte. Se lo pregunto. Baja los ojos y comenta: “No creo que yo sea más fuerte por lo que me pasó. Siempre pierdes más de lo que ganas cuando te enfrentas a una situación como esa”.
Cuando todo terminó, cuando los asesinos interhamwe corrieron en retirada hacia el antiguo Zaire, Alex se reunió con otro hermano superviviente. Crecieron con unos tíos.
Años más tarde, Alex conoció a los asesinos de su padre. Fue en un acto público de reconocimiento de culpa por parte de los genocidas. Relataron cómo arrojaron su cuerpo al río Navarongo. Él asegura que se quedó en paz, aunque en el momento de esa confesión también su mirada nos resulta esquiva.
Fuente: La Marea
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