Si el viento fuera tequila
Salvador Ferrer i Paradeda.
Siempre he pensado que el viento trae tempestades y el agua inundaciones, vistas así las cosas, deberíamos sopesar seriamente el valor de ambas. No se trata de hacer oídos sordos, ni mucho menos, puesto que con ello lo único que se consigue es mojarse y hacer ejercicio sacando el agua que entra de la calle. Claro que dicha agua no es otra cosa que las promesas incumplidas de aquellos que se pasan los días hablando y hablando, para que cuando llega el momento preciso decir; “los tiempos cambian y a veces no se puede llegar a cumplir lo prometido”. Me recuerdan a palabras dichas por políticos, payasos o en su defecto prometedores entrenadores de un equipo cualquiera, sea del deporte que sea.
De todos modos hay cosas mejores, por ejemplo; comerse un rico taco o un bocata de jamón, a eso se le llama pocas palabras y muchos actos, actos que nos dejan un buen sabor de boca y mejor recuerdo.
Eso sí, imaginemos que sopla un fuerte viento del norte, algo frío, incluso se oye su fuerza… de pronto nos ponemos de cara a él y…. encontramos un sabor inequívoco a tequila, no hay problema, seguro que viene de los altos de Jalisco y nos alegrará el día.
Todo ello viene a cuento porque desde hace un tiempo hasta los chinos han reinventado el tequila para hacérselo propio, seguramente le cambiarán el nombre, algo así como; techila… para hacerlo más profundo, más chino y menos comprensible.
En fin, no clamemos al cielo cuando descubramos que ya no solamente el himno nacional, la Guadalupana, el chayote, el taco de ojo y el albur no nos pertenecen, será que estamos dormidos y vientos, agua, tequila y política, forman parte de la historia.
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