lunes, 28 de abril de 2014
¿Mercenarios ex-Blackwater en Ucrania?
Escrito por Andrés Pérez.
Imagen de referencia | Autor desconocido
Parece como si el mítico “teléfono rojo” hubiera resucitado con ocasión de la crisis ucraniana. Y está que arde. Es lo que exige el guion, con ocasión de las negociaciones de París y Ginebra, y de la puesta en escena necesaria para que tanto Moscú como Washington acaben salvando la cara y consolidando su dominación de Europa. Fachada. Y, sin embargo, un fenómeno inquietante y nuevo sí se ha producido sobre el terreno: Washington se habría permitido introducir a mercenarios de ex-Blackwater en suelo europeo, concretamente en el este de Ucrania. Es algo que la Casa Blanca no quiere aclarar. Exigir esa aclaración, ¿no sería una buena manera de que la UE salte a primer plano de la escena y deje de hacer el ridículo?
El circo mediático ya está listo para el gran festín diplomático de Ginebra. Moscú y Washington intentarán escenificar los “esfuerzos de desescalada” -son palabras del gabinete de John Kerry-, y dejarán claro algo que ya lo estaba: que no están dispuestos a dejarse el dedo pillado en el botón nuclear por éstas, pero sí a enseñarse los dientes con cara de perro. Y aunque sea exponiéndose a que un accidente lleve a una guerra regional. La Unión Europea estará representada por la baronesa Catherine Ashton de Upholland, y diciéndo eso ya basta para saber cuál será el papel de la UE.
Y, sin embargo, la Unión Europea podría ser mucho más pertinente si se atuviera simplemente a hechos consumados muy elementales. Al respeto de las convenciones internacionales en cuanto al uso de Compañías Militares Privadas (PMC), dentro de un Estado, Ucrania, que, sea sual sea su futuro inmediato, Federación o República, ya es un Estado asociado a la UE, desde hace casi un mes. Por lo tanto, en principio debería incumbir a Bruselas exigir el respeto de un derecho tan básico como el de no tener que sufrir la presencia de mercenarios relacionados con ex Blackwater.
Que los civiles ucranianos rusófonos o rusófilos apoyen y aplaudan a rusos enmascarados y armados es una cosa, terrible sin duda. Que en Kiev, los civiles proeuropeos aplaudieran a milicianos neonazis armados es otra cosa igualmente lógica, y además aterradora. Dejarlos que se las arreglen entre ellos sería lo normal. Y, eventualmente, lo ideal en un mundo perfecto sería apoyar el envío de Brigadas Internacionales de volutarios, para marcar en Ucrania un primer freno al neonazismo creciente en Europa.
Pero, volviendo a la cruda realidad, la eventualidad de que los servicios de inteligencia estadounidenses estén tácitamente permitiendo el despliegue en el polvorín ucraniano, donde Europa tiene todo que perder, de elementos armados y pagados de una firma tan tristemente célebre como Blackwater, es harina de otro costal. Debería, en principio, como mínimo mover a Bruselas a exigir aclaraciones rotundas a la luz del Derecho Internacional. Clama por una reacción firme. Porque si hay mercenarios en acción, cambia la escala del problema.
Un “scoop” sólo citado por medios rusos
Las primeras informaciones sobre la presencia en Ucrania de mercenarios de una firma que no puede mover ni un dedo sin autorización tácita previa de los servicios de intervención-acción de Washington -servicios en la sombra por definición-, por supuesto vinieron de la capital rival, Moscú. Previamente, habían circulado videos por internet, mostrando efectivamente unidades con equipamiento ultramoderno, y uniformes militares de campaña, en acción en torno a la Plaza Maidan de Kiev.
El 25 de marzo pasado, las informaciones sólo fueron retomadas por medios rusos o rusófilos. La versión de la agencia Itar-TASS, la más precisa, cita una “fuente de los servicios de interior ucranianos” quien, tras participar en una “reciente reunión” con presencia del presidente interino (pro-atlantista), Oleksandr Turchynov, dio cuenta de una decisión: “Unidades de mercenarios serán contratadas para lograr la seguridad y la protección del Estado” en las regiones del este, “dada la incapacidad de las fuerzas del orden ucranianas para hacer frente a los líderes y activistas del movimiento prorruso”.
Si se correlaciona el timing entre el vídeo difundido por Buzz en internet, y la revelación de la reunión, cabe entender que los mercenarios ya estaban en Ucrania, antes de la luz verde formal a la decisión.
Según la misma fuente de los servicios de seguridad ucranianos, citada por Itar-TASS, los autores de la propuesta durante la reunión fueron los oligarcas Ihor Kolomoyskyi y Serhyi Taruta, recientemente nombrados por el Ejecutivo de facto pro-atlantista como Gobernadores en sendas regiones del este del país donde ya imperaban previamente como hombres de negocios.
Itar-TASS dijo saber que la Compañía Militar Privada contratada iba a ser (¿era y es?) Greystone Limited. En los (amplísimos) detalles que dio sobre la misma, indicó que sería una filial del grupo “Xe Services”, que es el nombre con que se presentaba buena parte del equipo que en su día dirigió Blackwater (que, entre tanto, ya ha adoptado otro nombre: “Academi“).
Otros medios rusos retomaron las informaciones y a primeros de abril, RIA-Novosti dio crédito a la información de un testigo ocular en Kiev, quien dijo haber observado el desembarco de centenares de individuos, desde vuelos comerciales o jets privados, cargados con mochilas e identificables como mercenarios.
El 8 de abril, el ministerio ruso de Asuntos Exteriores dio por primera vez crédito a las informaciones, y en una declaración afirmó que “unos 150 expertos norteamericanos pertenecientes a la organización privada Greystone, disfrazados como soldados de la unidad ucraniana Falcon” habían llegado a las regiones rusófonas del sureste, acompañando a los milicianos neofascistas del Praviy Sector.
Expresando su “preocupación”, Moscú advirtió que “los autores de esta provocación serán los únicos responsables de haber creado una gran amenaza tanto para los derechos, las libertades y las vidas de los inocentes ciudadanos de Ucrania, como para la estabilidad del Estado ucraniano”.
El 15 de abril, según militantes prorrusos citados por Itar-TASS, los mercenarios de ex-Blackwater participaron en la operación militar de fuerzas ucranianas para recuperar el aeródromo de Kramatrosk. Esa acción contra los prorrusos en una ciudad secundaria era, de momento al 15 de abril, la única operación de la supuesta gran “ofensiva antiterrorista” anunciada por las autoridades de Kiev contra los civiles de la región rusófila.
La “White House” no desmiente ni se irrita
ABC News fue el primer medio occidental en reaccionar ante la cuestión de los mercenarios extranjeros, el 8 de abril. Y, en un artículo que adolece (en el lado opuesto) de la misma parcialidad y ambigüedades que las de los medios rusos, explicó que había ido a recabar la posición de un portavoz de la White House. Este se habría limitado a declarar: “A nosotros nos parece falacioso”. Por su parte, el embajador estadounidense en Kiev, Geoffrey Pyatt, calificó la información de “basura”.
Traducido desde el lenguaje diplomático: Ninguna verificación es necesaria; a nosotros nos parece “falacioso” y “basura”; allá usted si piensa que el asunto merece un análisis más en detenimiento; buena suerte si intenta verificar algo.
De la misma forma, la casa-madre informal de Greystone Limited, Academi (es decir, parte de Blackwater), ha colocado en su página web un comunicado con toda una serie de epítetos (“sensacionalistas”, “irresponsables”…) para quien se atreva a hacer preguntas sobre la cuestión.
Es una táctica habitual, por parte de las compañías militares privadas, no comunicar nada sobre los encargos irregulares que puedan haber recibido. Al mismo tiempo, suele ser su costumbre dejar planear una posible lluvia de insultos hacia quien meta sus narices en sus negocios. Y, por último (como hace en su comunicado Academi) suelen dejar entre líneas perfectamente claro que, lo que están negando, es simplemente que puedan hacer algo sucio en Ucrania, puesto que ellos están comprometidos con “la dignidad” por principio (claro que sí).
No niegan que puedan estar presentes en Ucrania.
Nada nuevo en la táctica de los empresarios-mercenarios.
Lo que sí es preocupante, es el mensaje de la White House a Europa: No hace ninguna declaración solemne para garantizar a los europeos que va a adoptar todas las precauciones necesarias para evitar que mercenarios sean desplegados en Ucrania, bajo contrato con oligarcas ucranianos, en unidades implicadas en las más que probables refriegas, provocaciones y acciones encubiertas.
¿Su Alteza?
Baronesa Ashton de Upholland, cariñín: Estas últimas frases tengo ganas de escribírtelas en forma epistolar. Porque tú que eres feíta y pareces bastante psicorrígida, niña, también tienes la oportunidad de que una vez en tu vida, algún chico serio te proponga un buen revolcón. Que te desmelenes, vaya.
Mira: Ganas un sueldo considerable desde hace ya bastantes años, y creo no equivocarme si te digo públicamente que la inmensa mayoría de los europeos no vemos muy bien adónde va ese dinero que, salido de nuestros mermados bolsillos, va directamente a los tuyos, por cierto ya de por sí exhuberantes.
Pues bien: Ahora tienes una ocasión de oro para lucirte. De ganarte el sueldo. Porque si te lo ponemos todo bien clarito, pues ni tendrás que esforzarte. Y te juro que éste puede ser el momento estelar de tu vida, tu rebelión. Verás.
La inmensa mayoría de los países de la UE, por alucinante que parezca, no ha ratificado ni firmado la Convención Internacional de la ONU contra el Reclutamiento, Utilización, Financiación e Instrucción de Mercenarios. Como Estados Unidos y Rusia, por cierto, mira tú que casualidad.
Y, sin embargo, la mayoría de los civiles europeos sin duda aprobaría lo que contiene este muy moderado texto, aprobado por la Asamblea General de la ONU en 1989, y en vigor desde 2001. Porque precisamente la Convención se auto-limita mucho, para no asustar a gente como vosotros, nobleza británica, tan apegados a las compañías militares privadas. La Convención no prohíbe los mercenarios en sí. Pero sí que prohíbe que puedan ser utilizados en conflictos o en operaciones contra el orden constitucional, o contra la integridad territorial. El texto dice clarito que aquél que contrate mercenarios, o aquél que ejerza como mercenario, para ir a un conflicto que no es el suyo, meterse en asuntos de otros, y ganar dinero amenazando, o desestabilizando, o violando derechos constitucionales, es simplemente un delincuente.
En un contexto como el ucraniano, donde la sangre de los civiles muy probablemente va a correr a raudales y más de lo que ha corrido ya, ¿no te parece que a los europeos les gustaría que no quedara ninguna duda sobre la presencia (o no) de mercenarios ligados a ex Blackwater? Sobre todo, en un Estado asociado a nuestra UE. En un Estado donde todo lo que pase puede servir como precedente para los civiles de los Estados miembros de la UE.
De estas cosas de Blackwater, tú puedes saber bastante, te lo aseguro niña. No lo ocultes. Si te mueves un poco. Así las instituciones europeas, gracias a una pequeña acción puntual tuya, si la hicieras, quizá dejaran de hacer el ridículo en la crisis ucraniana.
Fuente: Ojalá / La Marea
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