miércoles, 21 de mayo de 2014

Conoce a los senadores que no fueron a la escuela… y a los que sí

Producción Revolución 3.0 / En el contexto de la discusión de las leyes reglametarias de las reformas aprobadas por los senadores el año pasado, Revolución TresPuntoCero da a conocer la escolaridad de algunos “ilustrísimos” legisladores que han decidido [y decidirán] los caminos que México debe tomar para construir un país más justo. Según la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, los senadores son los representantes de la nación. Para ser senador, por el principio de mayoría relativa o el de representación proporcional, es necesario: I. Ser ciudadano mexicano, por nacimiento, en el ejercicio de sus derechos. II. Tener veinticinco años cumplidos el día de la elección; III. Ser originario del Estado en que se haga la elección o vecino de él con residencia efectiva de más de seis meses anteriores a la fecha de ella. IV. No estar en servicio activo en el Ejército Federal ni tener mando en la policía o gendarmería rural en el Distrito donde se haga la elección, cuando menos noventa días antes de ella. V. No ser titular de alguno de los organismos a los que esta Constitución otorga autonomía, ni ser Secretario o Subsecretario de Estado, ni titular de alguno de los organismos descentralizados o desconcentrados de la administración pública federal, a menos que se separe definitivamente de sus funciones 90 días antes del día de la elección. VI. No ser ministro de algún culto religioso, y VII. No estar comprendido en alguna de las incapacidades que señala el artículo 59 (Los Senadores podrán ser electos hasta por dos periodos consecutivos y los Diputados al Congreso de la Unión hasta por cuatro periodos consecutivos. La postulación sólo podrá ser realizada por el mismo partido o por cualquiera de los partidos integrantes de la coalición que los hubieren postulado, salvo que hayan renunciado o perdido su militancia antes de la mitad de su mandato). Como se aprecia en ningún momento se exige a los ciudadanos mexicanos que quieran aspirar a ser representantes de la Nación un requisito académico. Sin embargo ante la “ola evaluativa” que ha emanado con fuerza y decisión desde el poder ejecutivo y las cámaras de diputados y senadores hacia los maestros del país, se devela la formación académica que entre certificados de primaria, secundaria y preparatoria, carreras truncas o doctorados, esgrimen tan “nobilísimos representantes” de los mexicanos.

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