jueves, 19 de junio de 2014
Gertrude de Arabia: la mujer que creó Irak
© Wikipedia
Los últimos 100 años de la historia de Irak los condicionó prácticamente una única persona, la arqueóloga, científica y arabista Gertrude Bell, que también fue uno de los más eficaces espías británicos en Oriente Próximo.
Clive Irving cuenta la historia de Bell en un artículo publicado en el sitio web The Daily Beast.
El talento de espiar en Oriente
Su perfil de arqueóloga, el dominio de la lengua árabe y el halo de 'científica occidental loca' le abrían puertas que permanecían cerradas para los diplomáticos y comerciantes y obtener valiosa información sobre las políticas internas de las provincias de la región.
Originalmente Bell recogía información sobre el Imperio otomano y sus provincias orientales en vísperas de la Primera Guerra Mundial. Le interesaba cómo se podían administrar esos territorios tan diversos con sus conflictos sectarios, tribales y territoriales.
Los otomanos adoptaron la forma descentralizada, mientras que la espía británica —como muchos intelectuales de Occidente de la época— sentía fascinación por la teoría de la 'construcción de naciones' como una vía hacia el futuro de la región árabe. Por supuesto, toda nación 'construida' debería estar conforme a los intereses de la Corona británica.
Ascensión a la cima política
El objeto de Gertrude era la ciudad prohibida de Hail, perteneciente a la familia de Al Rashid, que fue expulsada de Riad por la familia Al Saúd, los futuros fundadores de Arabia Saudita. Siendo mujer —en aquel entonces las mujeres corrían menos riesgos de morir que los hombres en la región— Bell pudo infiltrarse en los harenes de Hail, donde circulaban todo tipo de rumores e intrigas.
Gertrude Bell se enteró de que los Al Rashid perdían el conflicto con los rivales y entendió que al Reino Unido ya no le interesaba apoyarlos. Esta información la convirtió en una figura importante para la política exterior británica en la región. Cuando las naciones de Occidente empezaron a repartirse las zonas de influencia en el Próximo Oriente, la espía se encontró en el centro del proceso.
La creación de Irak
En vísperas de las negociaciones secretas, su socio y protegido Tomas Edward Lawrence, también espía y arabista, optó por apoyar a los hachemitas y les prometió la ciudad de Damasco.
© Wikipedia
Pero la administración británica decidió ceder el territorio Sirio a Francia porque ya conocían la importancia del petróleo, que no abundaba en Siria. Sin embargo, el acuerdo entre los hachemitas y el Reino Unido fue respetado: Faisal ibn Husain fue coronado como Faisal I de Irak, país rico en petróleo y un punto clave para la logística británica respecto a la India.
Faisal no tenía ninguna base histórica para reinar en Irak. Su ascensión al poder fue fruto del apoyo del Reino Unido y de consejeros y funcionarios como Bell y Lawrence. Según Bell, Faisal I de Irak gozaba del apoyo de un 96% de la población. Hay que notar que era el único candidato y que la mayoría de los habitantes de Irak de esa época no sabían leer ni escribir.
La bomba de efecto retardado
Las fronteras del nuevo Estado eran artificiales, diseñadas por Gertrude Bell y sus socios de manera técnica sin tener en cuenta las tradiciones tribales, la religión, la etnia y la historia de esta compleja región. Todos los pueblos de Irak —los chiíes, los suníes, los turcos, los kurdos, los armenios...— se encontraron viviendo en sus propios territorios pero compartiendo un mismo Estado. Pero a Bell le encantaba su creación. Soñaba con un gran Estado que abarcara desde la frontera con Persia hasta el Mediterráneo y trabajó mucho como administradora colonial británica y virreina de Irak.
Gertrude Bell, la creadora de Irak, murió en Bagdad en 1926 a la edad de 57 años a causa de una sobredosis de barbitúricos.
© RT/Reuters/Wikipedia
En 1941 la monarquía hachemita de Irak —en aquel entonces aliado de Alemania— fue derribada por un golpe de Estado, lo que provocó una intervención británica para garantizar los suministros del petróleo. El Reino Unido restableció la monarquía, que permaneció hasta 1958, cuando otro golpe militar proclamó la República de Irak. Con el tiempo la república se convertiría en el régimen de Saddam Husein, que, irónicamente, sería derribado por una coalición integrada por las fuerzas del Reino Unido.
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