sábado, 30 de agosto de 2014
La opinión de... Salvador Ferrer i Paradeda (Galimatías toponímico)
GALIMATIAS TOPONÍMICO.
Salvador Ferrer i Paradeda.
Cuando los vikingos, a principios del siglo XI llegaron a lo que ahora llamamos América, la bautizaron con el sugestivo nombre de Vindland, "tierra de vino". Con seguridad aquellos marinos estaban completamente bebidos, - ¿ alguien se imagina a uno de ellos sobrio ? -, sólo esto explica que confundieran, con gran alegría, los frutos de la grosella silvestre con viñedos.
Anteriormente habían descubierto unas tierras a medio camino, completamente nevadas, pero a las que dieron el nombre, en un acto de optimismo boreal de, "tierra verde", es decir, Groelandia. Toponimio que - como nos advierten los conocedores - todos pronunciamos incorrectamente y la dicción correcta es más propia de aquellos animales clamorosos; Grenlándia.
En cambio, Colón, (o Colóm ), cuando llegó, creyó descubrir las Indias, así las nombró insistentemente en todos sus diarios de viajero, aún con la evidencia forestal de que aquello no era Asia y que el Gran Khan nunca hubiera llevado plumas en la cabeza.
Américo Vespucio hizo el mapa de las nuevas tierras descubiertas, no fue él quien puso el nombre al continente, sino un rector embobado llamado Waldseemuller, que nunca salió de Friburgo y que quizá por esto era tan aficionado a la geografía y a los viajes. Con un grupo de amigos fundó una pequeña imprenta y entre los primeros libros que imprimieron figuraba una "Cosmographiae", donde en homenaje a Vespucio, aparecía el nombre del cartógrafo designando el nuevo continente.
En fin, como se ve, el nombre de América es un tanto anormal. Los descubridores no han destacado nunca por un exceso de elocuencia; la cantidad de galimatías toponímico es impresionante.
Está claro que a la sazón, también es impropio decir a la tierra, Tierra, cuando probablemente se tendría que llamar Océano y al mundo, Mundo, cuando más adiente con la realidad, sería hablar de inmundo. Pero aún es más espantosa la palabra anglosajona "world", que parece venir del indoeuropeo "wiros", que significa hombre. Es decir, el planeta de los hombres.
El magnífico Voltaire ya lo advertía y en lugar de globo terráqueo, sería más conveniente hablar de glóbulo. Le añado "homeneus".
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