jueves, 18 de diciembre de 2014
En dos meses se podría acelerar la extinción de la vaquita marina
Isaac Torres Cruz |
La vaquita marina es atrapada en las redes agalleras en la pesca de especies como la totoaba, también en peligro.
La temporada de pesca camaronera finaliza en al Alto Golfo de California, pero coincide con el inicio de la temporada de pesca de especies de escama. Aquellos pescadores que han utilizado redes de malle (o agalleras) probablemente encontraron vaquitas marinas atrapadas. Hasta aquí la pesca legal, pero la realizada de manera ilegal para atrapar totoaba –en peligro de extinción, pero de alto valor para el mercado chino, puesto que, dicen, su buche es preciado por su valor medicinal– que utilicen la misma práctica de pesca, encontrarán muchas vaquitas más.
Esta práctica pesquera, como se ha realizado desde hace décadas, no puede seguir ni un día más, puesto que la vaquita marina (Phocoena sinus) está en la mayor emergencia de la que se tenga registro. El último reporte del Comité Internacional para Recuperación de la Vaquita Marina (Cirva), publicado en julio de este año, estima la existencia de menos de 100 de estos cetáceos y su disminución a una tasa de 18.5 por ciento al año.
Bajo esta tendencia, podríamos lamentar la extinción de esta especie, endémica de nuestro país, en 2018, pero la alarma está a su más alto nivel desde ahora y cada día se torna más complicado lograr su recuperación. Sin las medidas adecuadas podríamos alcanzar un punto de no retorno en tan sólo un par de meses, cuando el sistema ecológico y de reproducción de la especie ya no se logre de manera natural: el reporte del Cirva calcula que sólo existen 25 ejemplares hembras capaces de mantener su reproducción, que tarda dos años.
“Ya no hay tiempo que esperar. Las medidas que se deben adoptar son de emergencia, en respuesta a una crisis porque, de continuar la captura incidental, en un par de meses más ya no habría retorno”, apunta Luis Fueyo Mac Donald, comisionado nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) –institución que junto con la Marine Mammal Commission de EU y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en ingles), conforman el Cirva–.
TOTOABA AL ALZA. Desde su descubrimiento, en 1956, la tendencia poblacional de la vaquita ha sido siempre a la baja, recuerda Fueyo. “A inicios de la década de los noventa contabilizábamos alrededor de mil ejemplares; en 1997 el número descendió a 567. Para 2008 se registraron 250 y ahora tenemos menos de 100”. La mejor estimación del Cirva es la abundancia de 97 ejemplares, menos los que hayan sido capturados desde la presentación posterior del estudio.
Desde hace alrededor de un par de décadas se han emprendido diferentes esfuerzos de conservación de la vaquita marina y, frente el recrudecimiento en su merma en los últimos años se crearon el Programa de Acción para la Conservación (PACE- Vaquita) en 2008 y la Comisión Asesora de la Presidencia de México para la Recuperación de la Vaquita Marina, en 2013, entre otros.
“Pero no han funcionado las medidas que han tomado” –apunta Silvia Díaz, coordinadora de la campaña de Océanos de Greenpeace México—. “La velocidad a la que decrece su población es más alta que antes el polígono de su reserva en no abarca todo el hábitat”.
Recientemente, la organización ecologista lanzó una campaña que invita a la ciudadanía a firmar una petición electrónica (que ha alcanzado 275 mil de la meta de 300 mil firmas) que enviarán a la Presidencia, para instar a seguir las recomendaciones y acciones propuestas por el Cirva.
Sobre la pesca en al Alto Golfo de California, Silvia Díaz refiere que se ha intentado convencer a los pescadores dejar el uso de redes agalleras y fuera del área de refugio, pero alrededor de 40 por ciento ni siquiera cuentan con permisos para pescar. “Se ha atacado parte del problema, pero de forma insuficiente por lo que las medidas de control de pesca ilegal no han tenido ningún efecto. Por eso urgimos al gobierno mexicano a tomar acciones en la ley y que decrete zona más amplia de la reserva de la biósfera del Alto Golfo de California”.
La ecologista refiere que en los tres últimos años ha aumentado pesca ilegal de totoaba, que llega al mercado de EU y de ahí a China, esto ha aumentado la muerte de la vaquita. Por su parte, Fueyo Mac Donald, señala que el año pasado el precio de la totoaba se disparó y cambió el panorama en la conservación del cetáceo. “Lo que se había logrado contener a través del ordenamiento de la pesca ilegal se esfumó: en año y medio perdimos cerca de 150 ejemplares, lo que nos coloca en una situación crítica”.
PESCADORES. La activista enfatiza que las autoridades están fracasando en el ordenamiento pesquero de la región, sin embargo el problema es más complejo puesto que muchas de las comunidades de pesca artesanal tienen pocas opciones de desarrollo.
Isaí Domínguez –biólogo marino de la Dirección General de Comunicación de la Ciencia de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio)– recuerda que si bien la pesca ilegal de totoaba es un problema desde hace años, los conflictos con los pescadores del Alto Golfo de California también han aumentado por la prohibición o cierre parcial de la pesca de otras especies. Entre las que les quedan se encuentran la curvina y el camarón azul. “Aún con subsidios y algunos otros apoyos, no ha sido suficiente para resolver el problema social, porque la gente sigue viviendo de la pesca”.
“Hay mucha tensión y presión nacional internacional que no abonan a la solución del conflicto”. Cada quien tendrá sus motivos para continuar estas prácticas pesqueras, lo cierto es que es un fuerte incentivo donde hay carencias”. La investigadora del instituto para México y EU de la Universidad de California apunta que el ecoturismo ha funcionado en algunas regiones, con sus limitantes, en tanto que otros prueban con la acuacultura. “No hay una solución única y las medidas que se tomen deberán acompañarse de una transición de las prácticas pesqueras con redes de agalle por otras más sustentables en la región”.
El problema es que no hay mucho tiempo, de hecho la comisión asesora para la Presidencia para la conservación de la vaquita ha ultimado a negociar con los pescadores la suspensión total de las actividades pesqueras con redes agalleras, por lo menos dos años, para efecto de recuperar lo perdido, menciona el comisionado de la Conanp.
El proyecto de recuperación gradual se agotó, añade, y estos días se espera concluyan los instrumentos legales en Semarnat, Sagarpa y Conapesca para que entren estas medidas. “Están todos los elementos puestos sobre la mesa y esperamos que los acuerdos legales se pongan en marcha esta semana”.
Fueyo enfatiza que en dos años, y con estas medidas, no recuperaremos las vaquitas perdidas el último año y medio, sino que el objetivo es garantizar una pesquera sustentable, donde la mortalidad incidental de la vaquita sea cero. Sería dentro de 15 a 20 años cuando podría revertirse la disminución de la población.
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