Tras el inicio de la Segunda Guerra Mundial, fue exiliado de su país debido a sus pronunciamientos sobre la destrucción que sufrió el arte durante este conflicto. Residió un año en Estados Unidos, donde trabajó con Richard Neutra y Frank Lloyd Wright, para luego decidir establecerse en México. Al comenzar su carrera en México, tuvo la oportunidad de trabajar con arquitectos de renombre como José Villagrán, Luis Barragán y Jorge Rubio, además de desarrollar una estrecha amistad con su colega Juan O‘Gorman. Una de sus primeras contribuciones a la arquitectura mexicana fue la construcción de la primera residencia en el fraccionamiento Jardines del Pedregal de San Ángel, una zona que marcó un hito en la transformación urbana de la Ciudad de México y que se convirtió en un símbolo de la modernidad arquitectónica. Posteriormente, participó en la construcción de nuevos conjuntos habitacionales en las afueras de la ciudad.
Aunque llegó a México en 1939, se le concedió la nacionalidad mexicana hasta 1947. Su visión integró técnicas modernas, rasgos prehispánicos y una armonía entre la ciudad y la naturaleza. Contribuyó a que la arquitectura mexicana contemporánea adquiriera un carácter propio al desarrollarse en espacios naturales, integrándose perfectamente a su entorno. Entre sus obras más reconocidas destacan: el Hotel San José Purúa, la Casa Max Cetto, la casa-estudio para Rufino Tamayo y la Casa para el pintor Roberto Berdecio.
Fue invitado a dar ponencias en distintas universidades de Estados Unidos y, en 1965, inició a dar cátedra en la Escuela Nacional de Arquitectura. En su honor, el Taller Cinco de la Facultad de Arquitectura de la UNAM lleva su nombre.
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