jueves, 27 de febrero de 2014
El cártel de Sinaloa ¿descabezado?... ¿y el cártel de Los Pinos?
Patricia Barba Ávila*
La palabra líder es la versión castellanizada de leader, sustantivo inglés derivado del verbo lead que significa conducir, encabezar, guiar. En este tenor, dentro de la actividad humana existen individuos que encabezan el quehacer de otros para la consecución de determinados objetivos, los cuales pueden obedecer a una diversidad de intereses. Existe la noción generalizada de que ser un líder es una condición que merece respeto y admiración y que, por ello, debe emularse y aquí es donde sería necesario realizar una profunda reflexión: ¿ser líder de qué y para qué?
En el ámbito de la res pública, los objetivos de cada liderazgo varían y en el caso de países como México, los perseguidos por el grupo instalado en las instituciones de gobierno se distancian diametralmente de los de una enorme mayoría de la sociedad. En este sentido, tenemos liderazgos como los de Beltrones y Gamboa (llamados también Don Beltrone y Don Gambini) de sus respectivas telebancadas en el Congreso, cuyas actividades de corte mafioso no se distancian de las de líderes como el Mayo Zambada y el supuestamente "capturado" Joaquín Guzmán Loera, el Chapo Guzman, quien junto con Peña Nieto, "el joven e influyente líder mexicano", han sido objeto de publicidad en pasquines como Forbes y Time. Ambos están siendo materia, igualmente, de un gran circo mediocrático que traducido en una mega-cortina de humo, borra del mapa informativo otros temas de sustancial importancia que deberían ocupar la atención de una ciudadanía vapuleada, de manera inmisericorde, por los carteles de Los Pinos y San Lázaro, tan o más peligrosos que el de Sinaloa, cuyo mandamás, por cierto, gozó de cabal libertad a lo largo de 13 años durante los cuales ni el "gobierno" norteamericano ni el mexicano fueron capaces (o tuvieron la intención) de detenerlo.
Peña con el narcotraficante Rafael Humberto Celaya Valenzuela, detenido en Madrid junto con un primo del Chapo Guzmán. Foto: red
Eufemismos y expresiones sobradas de euforia como "un gran hallazgo...para beneficio del pueblo mexicano" llenan páginas y espacios "informativos" en los que brillan por su ausencia análisis profundos sobre lo absurdo de solicitar a un cartel delincuencial con licencia para cometer crímenes, la erradicación de otro. Es decir, si realmente existiese probidad en el gobierno, una tarea imprescindible e inmediata sería iniciar una investigación sobre lo declarado por el ex integrante de la DEA respecto de los apoyos financieros otorgados por el cártel de Sinaloa a la campaña de Peña. Por otra parte, sería menester preguntarnos: ¿a quién beneficia realmente la supuesta detención del Chapo: a la mafia en el poder gubernamental o a una sociedad secuestrada por la Secretaría de Hacienda, que bajo amenazas nos obliga a pagar un cada vez más oneroso "derecho de piso" a través de la mal llamada reforma fiscal mientras deja incólumes a los 60 mega-empresarios cuyas fortunas, en su mayoría, se derivan de conductas abusivas e inmorales? ¿Dónde están los cargos contra Vicente Fox no sólo por la cómoda salida del Chapo del Penal de Puente Grande durante su cuestionada administración, sino por el derroche de recursos públicos de la pareja presidencial, equiparable al de las vetustas y corrompidas monarquías europeas?
En el mismo tenor, pero en el ámbito internacional, los liderazgos de los distintos gerentes generales (presidentes, primeros ministros de "democracias" neoliberales como Estados Unidos, Canadá, Francia, España, etc, etc) que, aunque en el caso de Obama sean aclamados como "el líder de la potencia más poderosa del mundo", en realidad están muy acotados y sujetos a los intereses de las élites que los patrocinan, i.e. el cártel Financiero Internacional --el Cártel, por lo tanto, lo que recién atestiguamos durante la visita de Barack Obama y Stephen Harper a nuestro país, no los exhibe como poderosos representantes de sus naciones pese al visible servilismo mostrado por Peña en una escena harto lastimosa y grotesca en la que el alfeñique de Atlacomulco intentó, estúpidamente, abrazar al gerente norteamericano.
Pese a todo lo anterior, todavía hay quienes abrigan la peregrina noción de que movidas eminentemente mediáticas como la detención de El Chapo, tienen que ver con la genuina intención peñista de beneficiar a la sociedad y que los fraudes, compra de votos, dilapidación de recursos públicos, desapariciones forzadas, encarcelamientos ilegales, torturas, asesinatos y demás lindezas, son producto de la enfermiza imaginación de ciudadanos "a los que sólo les gusta criticar y atacar, en lugar de mantener una actitud positiva" (Martha Sahagún dixit).
En contraste, existen líderes cuyas políticas a favor de sus respectivas naciones, han despertado la inquina de el Cártel que ha mandado a sus secuaces a generar desestabilización y violencia para derrocarlos. Aquí es menester citar tanto al ya fallecido (presumiblemente asesinado) Hugo Chávez Frías como a sus pares en Ecuador, Bolivia, Cuba y Argentina, objeto de permanentes ataques de toda índole: desde incontables atentados contra la vida de estadistas como Fidel Castro, hasta bloqueos comerciales y manipulación de mercados para exacerbar procesos inflacionarios y carestía, acompañados, claro está, del patrocinio de "marchas y manifestaciones de oposición" en medio de las cuales se planea el asesinato de secuaces como Leopoldo López, quien, tal como lo afirmó su propia esposa, tuvo que ser protegido por el gobierno del Presidente Maduro para evitar su asesinato, del cual se pretendía inculpar al gobierno bolivariano de Venezuela.
El punto aquí es que el nivel de perversión con el que se conducen los "líderes" de la élite politico-empresarial que ha secuestrado las instituciones otrora concebidas para fomentar el progreso y bienestar del pueblo, es equiparable --aunque me atrevo a afirmar que supera-- el exhibido por "líderes" como el Chapo. La diferencia entre unos y otros es que los mal llamados "servidores públicos" emplean leyes ad hoc con las que saquean a gran escala, provocando violencia extrema, sufrimiento y muerte de cientos de seres humanos.
Recientemente, un indignado parlamentario inglés sentenció ante la Unión Europea: "...El Estado no es más que una institución para el robo a gran escala...algún día el pueblo se dará cuenta de su inmoralidad, irrumpirá en este recinto y los ahorcará a todos!" Lo cierto es que la inmundicia de la mal llamada "clase política" que se enseñorea en no pocos países del mundo sólo será erradicada con la creciente participación de ciudadanos determinados a decidir su propio destino.
*La autora es periodista mexicana y conduce el programa de radio por internet "Desde la raíz", en lanuevarepublica.org
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