La ciencia oculta
Salvador Ferrer i Paradeda.
Cuando hablamos de ocultismo, nos viene a la mente más de una oposición a la materia gris, invariablemente se ponen en movimiento todas las hormonas y al final terminamos reciclando aquello que, por naturaleza, nos parece incomprensible. Termina siendo como comer un taco de ojos acompañado de una salsa a la vinagreta y de bebida, agua embotellada en las fuentes de la eterna juventud, o sea, la Coca-cola vestida de puritana.
Es fácil saber lo que se esconde detrás de esas multinacionales que dicen luchar por un mundo mejor, ya sean embotelladoras, farmacéuticas o creadoras de chocolate amarillo, que dicho sea de paso, está haciendo furor en China, -por el color, claro-.
Seguiremos siendo tan crédulos como las campañas publicitarias nos dejen, tan incrédulos como los caminos que llevan a la tierra prometida y tan tontos, que hacemos caso a todo aquello que la pantalla boba nos manda.
Una ciencia oculta que lleva la ruta hacia el consumismo, el idiotismo y la bobada enmarcada como artículo de lujo al alcance de mentes retorcidas.
¡No somos nada! (algunos se empeñan en ser “angenieros”, “irquitectos”,”ambogados” y payasos de escuela). Como la tan conocida ocurrencia; “ahora que aprendí a decir “penícula” lo llaman “flim”. En fin, como siempre, seguiremos las pautas que nos recomiendan, con tal de no salir de la indigencia inteligente… no les interesa que sepamos demasiado.
La ciencia oculta nos llevará a que aceptemos como bueno el cambio climático, la hambruna, las guerras, los marcianos de San Papurcio y Santa Burgundófora, además de las palabras salidas por gente dedicada a ganar votaciones amañadas, para que luego no se diga que no saben nada de esas cosas.
Palabras sabias aquellas que salen de la boca de los sinsabores y el regusto amargo, porque siempre podremos añadirle cualquier producto azucarado venido del reciclado, así es más barato.
Ciencia oculta y destape peligroso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario