lunes, 24 de marzo de 2014

Violencia y racismo: ¿Qué le sucede al futbol mexicano?

Enrique Alvarado .
La agresión donde el sábado por la noche, un policía del estadio Jalisco recibió de manos de los aficionados del Club Guadalajara, sumados a los nuevos actos racistas en contra de Eisner Loboa, jugador del León por parte de seguidores del Cruz Azul, pone en evidencia nuevamente al futbol mexicano con lastres cada vez más frecuentes y que no encuentran una respuesta contundente de los involucrados. El episodio de violencia vivido ayer durante el llamado Clásico Tapatío entre Atlas y Guadalajara, no es un caso aislado en el país. En los últimos dos años se han suscitado múltiples choques entre seguidores y elementos de seguridad, aficiones rivales e incluso entre los propios integrantes de una misma barra. En febrero de 2013, la violencia en los estadios vivió su punto más álgido, luego de que se produjeran diversos actos de fanatismo en los partidos, sin que las autoridades pudieran tomar control de la situación. El encuentro entre Toros de Neza y el América, porras de ambos equipos se enfrentaron fuertemente a las afueras del estadio Neza 86, luego de que en Querétaro se registrara un problema en los alrededores del estadio La Corregidora, cuando un grupo de seguidores de los Gallos Blancos tuvo un enfrentamiento con la policía. Por aquellos días, también en las inmediaciones del estadio Omnilife, se dio otra riña entre seguidores de León y Chivas que finalizó con 12 personas detenidas y 40 lesionadas, mientras tanto en San Luis, el cuerpo de seguridad que resguardó la llegada de las porras de Pumas, se lío a golpes con ellos, a los cuales incluso amenazó con armas. Este año, el 14 de enero, durante un juego de la Copa MX entre los Tigres de la UANL y el Atlético San Luis, la violencia se desató en las tribunas del estadio Alfonso Lastras luego de que pseudoaficionados del San Luis lanzaran petardos contra la afición rival. Por otra parte, el 15 de febrero, aficionados de La Adicción, una barra del Monterrey, invadieron la cancha del estadio Tecnológico, lo que generó la reacción de los elementos de seguridad. Llega discusión a San Lázaro Tal fue la resonancia de dichos actos, que el 20 de febrero las Comisiones Unidas de Justicia y Deportes de la Cámara de Diputados, aprobaron una iniciativa de ley que busca imputar sanciones penales para personas involucradas en hechos violentos durante eventos deportivos, de tres y hasta seis años de prisión, aunque diputados del PRD buscaban realizarle modificaciones antes de ser discutida en el pleno de San Lázaro. En diversas ocasiones se ha señalado a las propias directivas de los clubes como las principales responsables de la violencia, ya que muchas de ellas promueven y financian a dichos grupos de animación, famosos por sus prácticas violentas, basadas en las barras bravas originarias de Sudamérica. Apenas el 19 de marzo, la Comisión del Deporte de la Cámara de Diputados señaló que el marco normativo de la Comisión Especial contra la Violencia en el Deporte, establecida en el Artículo 139 de la Ley General, indica que la composición y funcionamiento de la Ley contra violencia en el deporte se definirá en el respectivo reglamento. Hasta el momento no se han mostrado más avances al respecto. Arrecia el racismo El mismo sábado, en el estadio León, durante el juego entre León y Cruz Azul, aficionados del cuadro visitante emitieron gritos racistas contra el jugador esmeralda Eisner Loboa, cada que éste participaba en el partido. Los agresores verbales fueron identificados por elementos de seguridad del inmueble, y luego de realizar un pequeño operativo los tres individuos fueron retirados. Apenas el viernes, en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial, la organización Afrodescendencias en México. Investigación e Incidencia A.C., denunció los actos racistas en nuestro país cada vez más comunes y generalizados, ante la complacencia de las autoridades, y lo ejemplifico con los casos de racismo a jugadores de futbol. Este tipo de actos se hicieron presentes en el futbol mexicano en 2006, cuando la afición del Santos lanzó sonidos imitando a los monos, cada que el panameño Felipe Baloy del Monterrey tocaba el balón, e incluso lo llamaron “chango come plátano”. Años después, Baloy pasó a jugar al Santos y nuevamente fue objeto de insultos racistas ahora de los jugadores de los Pumas, Darío Verón y Marco Palacios quienes incluso debieron apoyar campañas del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred). Más tarde, se produjo un altercado entre el colombiano Darwin Quintero y el mexicano Rogelio Chávez, luego de que éste último supuestamente llamara “simio de mierda” al jugador cafetalero, en ese entonces el Conapred no encontró pruebas para sancionarlo. Durante los cuartos de final del Clausura 2013, el fallecido delantero del América, Christian Benitez sufrió agresiones verbales similares a las de Baloy, de parte de la afición de los Pumas de la UNAM. Más recientemente, el 8 de febrero los seguidores de Pumas fueron acusados nuevamente por la misma directiva, de discriminar a Franco Arizala y otra vez a Loboa. En 2012 la afición universitaria ya había sido señalada por la directiva del León de lanzar insultos racistas a sus jugadores Loboa y Dario Burbano. Días después, el 22 de febrero, seguidores del Atlante, que fueron plenamente identificados en video, repitieron dichas actitudes ahora contra los jugadores ecuatorianos Enner Valencia y Walter Ayoví del Pachuca. Ante ello, Grupo Pachuca, dueño del Pachuca, León y Estudiantes Tecos de la División de Ascenso, emitieron un comunicado con las pruebas de los actos racistas, y determinaron no permitir la entrada a tales personas a ninguno de sus recintos. Como respuesta, y ante la frecuencia de los actos, el 25 de febrero la Federación Mexicana de Futbol (FMF), hizo que entrara en vigor el reglamento antirracismo en el balompié nacional, que indica detener el partido en cuestión para que el sonido local inste al público a detener las manifestaciones discriminatorias, con la posibilidad de desalojar el inmueble deportivo. Aunado a ello, el lunes 17 de marzo la misma FMF puso en marcha el Protocolo Contra el Racismo, con el propósito de erradicar ese mal en los estadios. Éste se divide en 3 fases dependiendo del grado de los sucesos: Incidentes y comportamientos racistas – Primera Fase, indica parar el partido; Incidentes Racistas Graves – Segunda fase, suspender el partido de 5 a 10 minutos; Incidentes racistas graves – Tercera Fase, suspensión para el desalojo de las instalaciones. Medidas insuficientes No obstante, tal medida fue calificada de insuficiente por la Conapred, ya que “es una cuestión correctiva, cuando se comprueben actos de racismo y haya posibilidad de hacer actos correctivos. Pero falta tener que implementar la parte preventiva”, afirmó el titular del consejo, Ricardo Bucio. “Es algo que le falta a la Federación, porque FIFA y UEFA tienen acciones para prevenir no sólo el racismo, sino también la xenofobia y la homofobia”, explicó. De igual forma, lamentó que la FMF decidiera poner en marcha el Protocolo hasta que la situación estuviera fuera de control, cuando en otras partes del mundo, Europa específicamente, existe desde hace muchos años. Bucio también pidió a los jugadores que se sintieron discriminados a denunciar las agresiones, ya que desde su perspectiva, es una vía para frenar el racismo, y asumir dichas actitudes sin reclamos, es aceparlo “como parte del espectáculo”. A pesar de las recientes acciones como el Protocolo Contra el Racismo y la iniciativa de Ley contra violencia en el deporte, éstas parecieran no ser suficientes para combatir fenómenos cada vez más normalizados en un sector como el deporte, que en cierta medida son un reflejo de la sociedad y donde lamentablemente lo acontecido en la cancha es superado por los incidentes fuera de ella.

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