miércoles, 12 de marzo de 2014
La opinión... Salvador Ferrer i Paradeda (¡¡¡Aquellos tiempos!!!)
¡¡¡Aquellos tiempos ¡!!
Salvador Ferrer i Paradeda.
Hoy en día con tanto avance en materia de comunicaciones, hemos olvidado la más elemental de las reglas. El detalle más absurdo. La anécdota más intranscendente... el equilibrio entre la realidad y la ficción.
Recuerdo “mi face” de los 60’s. Un pedazo de papel hecho bolita, una mirada hacia el maestro, un guiño escurridizo y…¡¡zas!!. A golpe de brazo salía rumbo a su destino, el amigo que esperaba la nota con una sonrisa en los labios levantaba el pulgar en señal de asentimiento.
Era una gozada comprobar que el “profe” no se había enterado, aunque en realidad lo veía y asumía que estaba por inventarse el “face” o el “guas sap”.
Luego, por la tarde al salir del “cole” corríamos a buscar al “enemigo” de la otra escuela. A pedradas dirimíamos las diferencias para luego ir a merendar a casa de los vencidos. Más de uno salía descalabrado, pero valía la pena.
Por las noches, en casi todas las casas, era obligado el rosario en presencia de la familia al completo, aunque a duras penas lograba repetir incesantemente el “ora por novis”.
Ya casi metido en la cama, con mi amigo y vecino Josep, conocido como “Pep baldufa”, nos enfrascábamos en utilizar los últimos avances tecnológicos… Nos separaba el ancho de la calle, apenas 5 metros y la distancia entre un frondoso jardín. Con el fondo de una cajita de cerillas anexada a un hilo delgado, nos hablábamos como si el “Skaipe” tan de moda estuviese ya inventado.
¡¡¡Quítame esas penas!!!
Ahora ya parece que sin una “compu”, un “cel” o la famosa “tableta” –nada de aspirinas eh- no podemos vivir, es como si estuviéramos en la época de los trogloditas o algo parecido. ¡¡¡Aquellos tiempos!!!.
Estoy convencido de que el mundo dará un vuelco y volveremos a la “normalidad”. Pantalones cortos –como marcaban los cánones- las bolsas de cuero con los libros dentro y el infalible estuche o plumero para guardar los lápices, las plumas y las gomas de borrar. Un pan untado con chocolate o con vino y azúcar en el mejor de los casos y la famosa bata escolar para no mancharnos de barro, tinta o cualquier “bomba” de colores que en el descanso nos lanzábamos en el “cole”.
Los juegos “salvajes” con espadas hechas de madera, el balón de un cuero más duro que una piedra, las rodillas peladas hasta verse el hueso, las lágrimas de cocodrilo después de una pelea, las manos llenas de suciedad y… unas cortas horas de “tele” en blanco y negro, que llenaban tiempos de sueños e inalcanzables metas.
Aquellos tiempos que volverán como; las obscuras golondrinas en tú balcón sus nidos a colgar y, otra vez, con el ala a sus cristales jugando llamarán; pero aquéllas que el vuelo refrenaban tu hermosura y mi dicha al contemplar, aquéllas que aprendieron nuestros nombres... ésas... ¡no volverán!… del famoso Becquer.
¡¡¡Aquellos tiempos de sangre, sudor y lágrimas ¡!!
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