martes, 3 de junio de 2014

De ‘shopping’ con la muerte: comprando armas ilegales en México

Raúl Linares / gato negro
Las condiciones son impuestas antes de iniciar la conversación vía telefónica. La lista se basa en tres puntos de seguridad que no pueden ser vulnerados bajo ninguna circunstancia: prohibido hacer preguntas personales; prohibido indagar el nombre, la edad, la colonia donde vive y la familia a la que le roba angustias y, por último, vedado escribir línea alguna sobre el contacto que me llevó hasta él. Puestas las cartas sobre la mesa, “El Gato Negro” habla de su oficio: es un vendedor de armas de fuego ilegales. Opera en la Ciudad de México. Lleva algunos años en este negocio. Es, lo dice con toda seguridad, un profesional. Lo demuestra cada que puede, del otro lado de la línea, una voz refinada y dulzona se arranca a disparar confesiones desde el auricular; es paciente, cortés y atento para explicar su “trabajo”. ‒Gato, dime, ¿dónde consigues la mercancía que vendes? ‒Mira… digamos, tú eres un constructor o un arquitecto. Si tú te dedicas a eso, evidentemente vas a conocer a todas las personas que trabajan en la construcción. Digamos que en este oficio, al igual que en el ejemplo que te cité, esta gente se mueve dentro de un medio, un circulo. Todo el tiempo tienes una red de contactos. Todos se conocen. ‒Pero bien a bien, ¿de dónde provienen? ‒No te puedo decir mucho, pero sin duda llegan del Norte. ‒Aproximadamente, ¿cuántas armas llegas a vender al año? ‒No he hecho un cálculo muy exacto, no obstante, yo creo que el año pasado llegue a vender unas 127 más o menos. De acuerdo a cifras proporcionadas por el informe Incidencia delictiva del fuero común, publicado por el Sistema Nacional de Seguridad Pública, en 2013, la Ciudad de México registró un total de 749 homicidios dolosos; de este porcentaje, cerca de 420 se realizaron con armas de fuego. A este número, hay que sumarle 31 muertes violentas producidas de manera accidental o “culposa”, aunque bajo la misma modalidad: el uso de pistolas, rifles, granadas o cualquier otro artefacto explosivo. A raíz de la muerte de Hendrik, un niño de menos de diez años, quien murió luego de que se le incrustara una bala perdida en el cráneo, en un cine de la delegación Iztapalapa, durante noviembre del 2012, el gobierno del Distrito Federal implementó una campaña de desarme voluntario, pero éste no ha dado los resultados esperados y los asesinatos van al alza. En declaraciones hechas por el propio Miguel Ángel Mancera durante la campaña de “neutralización”, indicó que hasta el momento han recogido 10 mil instrumentos bélicos de distintos calibres. Entre 2008 y 2011, a través de dicho programa institucional, se recolectaron 4 mil 783 armas de fuego, incluidas 92 granadas, 191 armas largas y/o asalto, así como más de 30 mil cartuchos. Pero unas salen y otras entran. Cientos de vendedores como “El Gato Negro” se encargan, a contrapelo de los deseos de disminuir la criminalidad y las muertes, de nivelar los efectos de la oferta y la demanda. Los resultados son palpables en delegaciones como Gustavo A. Madero, que este año ha batido records en muertes por fuego cruzado, ejecuciones, tiroteos esporádicos, ajustes de cuentas, etcétera. ‒¿Cuáles son los tipos de armas que más vendes? –le insisto a “El Gato”. ‒Sobre todo pistolas. ‒ ¿Armas de asalto no trabajas? ‒No, yo no me meto en eso. Son muy complicadas para transportar y mis proveedores no suelen trabajarlas. ‒¿Cuáles son las pistolas más populares? ‒Sobre todo los revólveres, son los más baratos, más accesibles y son los que te dan menos broncas. Digamos que los chavos buscan mucho las escuadras, las .9 milímetros o las .22 milímetros. Esas son las que yo te puedo conseguir; ahora, ellos escogen si la quieren limpia o quemada. En el lenguaje de la venta ilegal de armas, un arma “limpia” es aquella que no ha sido usada, ni se tiene registro de que haya sido utilizada para un asesinato; un arma “quemada” es lo contrario: “yo se las vendo, pero es bajo su responsabilidad, es peligroso andar portando una de esas porque te pueden acusar de lo que hayan hecho con ella”. Un estudio realizado por la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito, apunta que en 2007, existían en el país, alrededor de 15.5 millones de armas en manos de civiles, es decir una por cada tres adultos. Siete años después, esa cifra alcanza los 20 millones de pistolas, rifles, fusiles de asalto o ametralladoras. A esta cantidad hay que sumar los 3 millones 100 mil armas autorizadas por la Sedena, cantidad que recientemente reveló el periodista Luis Hernández Navarro. La mayor parte de estas armas han sido cruzadas a través del Río Bravo, desde EE.UU. y revendidas en México. Este comercio de la muerte ha alcanzado cifras millonarias. “El valor del comercio mundial autorizado y documentado en las armas de fuego, se ha estimado en Estados Unidos, aproximadamente, en 158 mil millones de dólares durante 2006; sin embargo, con las transacciones no registradas pero lícitas, se suman al menos otros 100 millones de dólares. La estimación más citada para el tamaño del mercado ilícito es del 10 al 20 por ciento del mercado lícito, es decir, entre 170 y 320 millones de dólares al año.” El informe de Naciones Unidas concluye que 23 por ciento del armamento que entró a México desde EE.UU. entre diciembre de 2006 y marzo de 2010, tuvo a Michoacán como destino principal. Sinaloa ocupa el segundo lugar, con 9 por ciento del total de las adquisiciones, seguido por Chihuahua, Tamaulipas y Jalisco. En la Ciudad de México, las armas ilegales pueden cotizar en un promedio de 4 mil pesos por un “fierro manchado” hasta 12 o 15 mil por uno limpio y en buenas condiciones; es decir, si “El Gato Negro” llegó a vender 127 pistolas en el mercado negro capitalino, sus ganancias personales, rondan cerca de los 500 mil pesos al año: ‒Si pudieras definir un perfil de tus potenciales compradores, ¿cómo son? ‒Mira, la mayor parte de los que me buscan para que les venda una pistola, son jóvenes de 19 a 25 años. Ya sabes, son los clásicos gandallitas de la cuadra, que andan en sus motonetas y que quieren andar intimidando a los morros. También llegan mucho las ratas; las usan en asaltos de transporte público y esas cosas. “Es fácil que ellos las compren para los pedos de su colonia, para saltarle si hace falta…” Poco antes de empezar la entrevista, “El Gato” averigua si el teléfono desde donde le marqué está intervenido. Sabe que un paso en falso podría llevarlo a prisión durante años. La diferencia entre la venta de armas con “El Gato” y el gobierno, es que el primero ofrece opciones más democráticas: cualquiera puede acceder a ellas, tenga la edad que tenga y el estatus legal en que se encuentre inmerso. Aquí, contrario a lo que dice la Ley de Armas de Fuego y el artículo 10 de la Constitución, la portación de pistolas, rifles semiautomáticos o escopetas, no es un derecho, ni un reglamento: es una transacción monetaria. “Cuando quieras aquí estamos para servirte, tú sólo dinos qué necesitas. No hay problema, te la conseguimos.”Fuente; Revolución 3.0

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