martes, 3 de junio de 2014

Querer o no querer una república

Querer o no querer una república Salvador Ferrer i Paradeda.
Ahora que debido a la abdicación de Juan Carlos, la marca España se ha puesto de moda, salen a la palestra políticos que alaban las actuaciones monárquicas y olvidan lo que dejaron atrás sus antecesores. México es un país declarado como república y es triste ver como algunos de sus dirigentes loan al ya ex monarca, admirando su posición referente a los países latino americanos, cuando la transición se realizó gracias a la “comprensión” de españoles, no del rey, quien al llegar disponía de lo puesto y a su salida se le considera como una de las fortunas más destacadas en Europa. Ese mismo personaje se atrevió a mandar callar a un presidente elegido, no a un rey “colocado”, ese personaje ha burlado cualquier situación para hacer de sus caprichos una regla, ese personaje se atreve a estrechar y abrazar a “reyezuelos” africanos y dictadores de todo el mundo, ese personaje capta más atención por sus devaneos amorosos y los hijos que dicen ha dejado por el mundo, que por actos inteligentes o una simple frase que pudiera recordarlo, ese personaje que vino avalado por un dictador es admirado ahora, incomprensible, demagógico e irreal (además de cazador convulsivo de piezas arrinconadas, o sea, vulgar matón que debería ser denunciado). México abrió sus puertas a los republicanos huidos de la vieja España, voluntarios salidos de este país lucharon al lado de gente que entregó su vida por una razón, una lucha contra la que sería una dictadura, puesto que las urnas habían elegido una república, no un pequeño enanito vestido de general escondido detrás de un ejército de “moros”… y así podríamos seguir. Es ilógico que esos políticos y otros más, loen actuaciones y reyes, es anormal que lo pongan como ejemplo y es más enigmático escucharles su ofrecimiento a quien será su sucesor, el hijo Felipe, nacido entre algodones y criado a su antojo. Nada ni nadie puede o podrá decir que son ejemplo y virtud, vienen de generación en generación y sus genes denotan, con el paso del tiempo, que ya no son genes, son falacias envueltas en fotos para revista de amas de casa sin nada que hacer. Novelas televisivas y besos enmarcados en colores rosa y azul claro. Haríamos bien en repasar la historia, ponerla en su lugar y simplemente…callar o mandar un saludo, porque todo lo demás es acercarse a un círculo donde tienen cabida unos pocos y los que quieren entrar se quedan a las puertas con un…espere, ahora le atendemos. Se desacreditan a sí mismos intentando ser graciosos, aunque tal vez, sólo tal vez, será porque a esos políticos les gusta también salir en revistillas de amoríos y novelas de color rosa y azul claro.

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