sábado, 21 de diciembre de 2013
Paso al vacío en los Alpes
Este sábado abre al público un mirador en la Aiguille du Midi, a 3.842 metros de altura
Las primeras personas que han disfrutado esta semana de las vistas de los Alpes desde este cubículo de cristal Robert Pratta /
Anton Malczewski y J.M. Balmat fueron los primeros que pisaron la cima de la Aiguille du Midi, el 4 de agosto de 1818, por la cara norte. Dos siglos después el paisaje de la cumbre de esta aguja de la cordillera del Mont Blanc, en los Alpes franceses, nada tiene que ver con lo que vieron los pioneros. Quien quiera encaramarse a lo más alto de este pico puede hacerlo cómodamente a bordo de un teleférico, en 20 minutos desde Chamonix. Y ahora la Compagnie du Mont Blanc ha añadido un nuevo atractivo turístico en este enclave, un cubículo de cristal suspendido en el vacío al que se ha bautizado Pas dans la Vide (paso al vacío), que se abre hoy al público.
Pas dans la Vide se ha inspirado en la inmensa pasarela, con la base también de cristal, construida en el Gran Cañón del Colorado. Esta atracción alpina, la ubicada a más altura de Europa, a 3.842 metros y con vistas al Mont Blanc, puede soportar vientos de hasta 220 kilómetros por hora y temperaturas de 60 grados. La estructura, toda de cristal, se ha montado en sólo tres meses, y el visitante tendrá a sus pies un vacío de 1.035 metros.
En general, el invento en cuestión ha sido bien recibido pues se ubica en un lugar ya tocado por la mano del hombre, por lo que el impacto paisajístico no es destacable. "Parece una cabina telefónica colgada en el vacío. Los franceses, que protegen mucho los Alpes, no han hecho ninguna aberración, es un atractivo más en un sitio donde ya hay otras instalaciones. Claro, si lo hubieran colocado en un refugio aislado, entonces sí sería una equivocación", opinaba ayer el veterano alpinista y fundador de Mountain Wilderness en Catalunya Jordi Pons, que el pasado octubre ascendió la Aiguille du Midi para rodar un documental junto al también octogenario Josep Manuel Anglada. Pons, que ya lleva seis décadas escalando en los Alpes, sí subraya el cambio del perfil del usuario del teleférico: "Antes tenía una importancia vital para el rescate de personas y para la aproximación a la montaña; entonces, las colas estaban formadas por montañeros, ahora cada vez hay menos alpinistas, se ha convertido en un punto turístico cien por cien".
El también alpinista catalán, y gran conocedor de los Alpes, Jordi Tosas considera que "esta atracción no supone una agresión, pues allí ya hay otras construcciones, pero sí debemos reflexionar sobre si este es el modelo que queremos para el futuro o si blindamos los espacios naturales vírgenes de este tipo de impactos".
La opinión más crítica es la expresada por Jordi Quera, presidente de Mountain Wilderness International, oenegé dedicada a proteger las áreas de montaña y entre cuyos impulsores está Reinhold Messner, la primera persona que coronó los 14 ochomiles sin utilizar oxígeno embotellado. "Estamos en contra, la montaña es el último reducto salvaje que queda y cuanto más vamos ocupándola, más reducimos el contacto respetuoso con la naturaleza. Cuando vi la foto me horroricé, estamos creando una imagen irreal de este espacio; pero por otra parte este mirador para el turismo tiene una parte positiva, porque la gente puede disfrutar de la montaña", argumenta Quera.
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