lunes, 19 de mayo de 2014
Hacen clínicas “su agosto” al atender a mujeres pobres
Cimac Noticias.
Anaiz Zamora Márquez y Anayeli García Martínez .
Ante la omisión de las autoridades sanitarias, establecimientos “patito” hacen del parto y el embarazo un negocio lucrativo sin importar la salud de las mexicanas.
La incapacidad del sistema de salud para garantizar a las mexicanas el acceso a servicios de calidad se ha traducido en el surgimiento de un mercado altamente redituable, que lucra con la atención de los embarazos de las mujeres pobres o que carecen de seguridad social.
En un país donde según el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi) cada minuto nacen cuatro personas, las mexicanas de escasos recursos, sin seguridad social, jóvenes y muchas de ellas con bajo nivel escolar, optan por atenderse en clínicas de bajo costo, un perfil que es aprovechado por estos consultorios.
Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012, durante los últimos cinco años 558 mil 800 partos no fueron atendidos en instituciones públicas.
En las clínicas privadas la desventaja para las mujeres son los costos. Las consultas van desde 150 hasta 500 pesos y los procedimientos de parto o cesáreas oscilan entre 4 mil 500 y 15 mil pesos, lo que para una mujer puede representar un gasto considerable en su bolsillo.
En un sondeo, se observó que estas clínicas atienden en promedio a más de 10 mujeres gestantes al mes, lo que les representa una alta ganancia económica.
El hecho de que muchas de estas mujeres no puedan costear todos los gastos, entre citas médicas, ultrasonidos y estudios, implica que no acudan a todas sus citas médicas y esto a su vez tiene como consecuencia que no tengan un puntual seguimiento a su embarazo.
Esto es relevante porque según el doctor Jorge Beltrán Montoya, médico obstetra del Instituto Nacional de Perinatología (Inper), para que un parto sea exitoso y sin complicaciones para la mujer y el producto es necesario un buen control prenatal.
Explica que este puntual seguimiento médico inicia desde que la mujer se hace una prueba de embarazo y continúa con un examen de sangre para confirmarlo, un ultrasonido para ver la edad gestacional y saber si el producto se desarrolla de manera normal dentro de la cavidad uterina.
Esta regla está en la Norma Oficial Mexicana NOM-007-SSA2-199 de “atención de la mujer durante el embarazo, parto y puerperio y del recién nacido”, que establece todas las actividades que se deben realizar durante el control prenatal para evitar complicaciones obstétricas.
El objetivo, precisa Beltrán Montoya, es que el médico conozca todos los riesgos posibles a fin de identificar si se trata de un embarazo que puede culminar en un parto normal o si la mujer requiere ser enviada a una institución especializada para dar a luz.
LUCRO
Sin embargo, en municipios mexiquenses como Texcoco, Nezahualcóyotl, Chalco, Ixtapaluca o Chimalhuacán –donde la mayoría de sus habitantes sobrevive con escasos recursos–, así como en barrios de delegaciones capitalinas como Iztapalapa, Milpa Alta, Xochimilco y Tláhuac, se instalan clínicas y consultorios privados que atienden partos sin garantizar la salud y la vida.
Sin que la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) –instancia federal encargada del control y vigilancia de los establecimientos de salud– cuente con un registro del total de clínicas particulares instaladas, a estos lugares acuden mujeres como Luz, de 26 años, actualmente embarazada y que hace un gran esfuerzo para costear su atención médica.
Por carecer de seguridad social, la joven atiende su embarazo en una clínica particular de Iztapalapa, lo que le implica un fuerte impacto en su bolsillo: cada consulta le cuesta 400 pesos, además hay que sumar 500 pesos de cada ultrasonido, y 300 de cada estudio de sangre.
Luz es ama de casa y su esposo trabaja en un puesto de verduras, así que sus ingresos son escasos. Al hacer cuentas, sabe que por lo menos debe gastar 18 mil 800 pesos, si considera cinco citas, dos ultrasonidos, un estudio de sangre y el costo del parto.
Otro caso es el de Alma, de 24 años, asistente de un consultorio dental, quien entusiasmada por su embarazo recorrió distintas clínicas privadas, algunas por recomendación de familiares y amigas y unas más por iniciativa propia. “Buscaba la que me pareciera mejor y también que no estuvieran tan cara”, cuenta.
Finalmente optó por una clínica que estaba muy cerca de su casa (en la delegación Milpa Alta), pues pensó que “si se presentaba una urgencia tendría que llegar muy rápido”.
En el lugar le ofertaron una serie de paquetes en los que ya se incluía el precio de varias consultas y la hospitalización tras el parto; le brindaron la alternativa de pagar su parto desde la primera consulta en pequeños pagos. “Esa opción fue la que me acabó de convencer”, relata Alma.
Del mismo modo le sugirieron ir a un laboratorio clínico específico, pues “si llevaba una nota de esa clínica el precio de los análisis y de los ultrasonidos sería más barato”.
Alma espera que su parto no se complique o se presente una emergencia, pues no sabe si el gasto de una urgencia “viene incluido en el paquete”.
Por otra parte, al ser cuestionada sobre la atención médica, refiere que nadie le aseguró que el sanatorio estaba dado de alta en la Secretaría de Salud, tampoco si contaba con licencia sanitaria o un representante sanitario (como mandata la ley).
Mucho menos le explicaron que además de realizarse una prueba de sangre para corroborar el embarazo, tenía que aplicarse una prueba de VIH, así como un tamizaje prenatal para detectar posibles anomalías genéticas del feto.
Los testimonios y relatos recopilados evidencian que los prestadores del servicio no procuran de manera adecuada la salud de la madre y de su hijo, y tampoco siguen las recomendaciones mínimas para atender un embarazo.
Varios de estos lugares no parecen instalaciones inseguras y a la vista tampoco tienen algún documento que las acredite, lo que aunado al desconocimiento de las usuarias y la falta de vigilancia de las autoridades dificulta que se detecten los establecimientos irregulares, tema que se abordará en la última entrega de esta serie de reportajes con motivo del Día de las Madres.
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