viernes, 25 de julio de 2014
La opinión de ... Salvador Ferrer i Paradeda (El debate del agua)
EL DEBATE DEL AGUA.
Salvador Ferrer i Paradeda.
A la sequía del verano le siguen otras; la sequía del invierno y el mal uso cotidiano del agua.
Los acuíferos no se han podido recuperar, los embalses están secos, los bordos son insuficientes... (se oye, se dice, se comenta, son pláticas del día a día).
La situación impone la adopción de medidas extraordinarias para ahorrar el agua, aunque todo parece indicar que continuará escaseando, y el agua es deficitaria.
Terminaremos oyendo: ¡ Panchito, tráete unos litros de pulque para la regadera ¡ y no se trata de eso. Incluso aprovecharemos los días lluviosos para hacer pompas de jabón en baños públicos situados en cualquier rincón, eso sí, guardando el debido decoro que marcan los cánones.
No es cosa de bromear, padecemos sequía permanente de agua potable y poco o nada hacemos los ciudadanos para mejorar y ahorrar. Los costos de bombeo son elevados y los pozos están inmersos en el mismísimo infierno, pues cada vez son más profundos. La sequía es un componente tradicional de la climatología y nuestras zonas también tienen mucho de semiáridas. Tampoco se trata de reducir las zonas agrarias no redituables y modernizar los sistemas de riego. Hay que regular el agua y estar preparados para sequías y diluvios. Busquemos un consenso y seamos juiciosos. ( Tal vez será que el pulque no gusta y preferimos el tequila ).
El consumo del agua aumenta en la época más delicada y seca, el resultado es que siempre estamos en alerta roja; - la frase del millón de pesos -. "Tenemos que demostrar que siendo un bien escaso, lo aprovechamos y que tan sólo pedimos agua cuando realmente se necesita .
Con el tiempo se van a dictar medidas de urgencia para forzar el ahorro del agua, medidas que van desde el control hasta el uso, (menos mal que no tenemos muchos campos de golf ), poner en marcha un plan de urgencias, perforar nuevos pozos, el mantenimiento, ( con su elevado costo); y así proporcionar el agua que ahora gratuitamente vertemos.
Como ciudadano, protesto, como vecino, denuncio, como humano me avergüenzo.
Los futuros pozos, que serán de utilidad pública - faltaría más -, terminarán perjudicando el manto acuífero y al final, será contraproducente. Tenemos que mentalizarnos para saber ahorrar el preciado líquido. Ciertamente la red tendría que ser modernizada para evitar mayores fugas, los riegos mejor controlados buscando sistemas, que los hay -, para no consumir tanta cantidad anegando campos, y nosotros, ¿nosotros?, sí, nosotros, la ciudadanía, procurar buscar como no malgastarla. Tampoco se trata de aprovechar el llamamiento y hacer regaderas comunitarias, aunque para algunos sería una solución aceptable, incluso hasta el límite de ver como la piel se va arrugando de tanta obsesión a la limpieza.
Con la política de nuevas perforaciones tal vez no habrá restricciones de agua para el consumo humano, estrictamente humano, ahora bien, este "estrictamente humano" es toda una declaración de principios; controlar el riego de jardines, - privados y públicos -, albercas, campos deportivos, etc., a menos que ingenieros y arquitectos encuentren la piedra filosofal y se haga un canal para potabilizar el agua del mar. Como alternativa, se podrían reutilizar las aguas urbanas depurándolas para el riego, revisando y acondicionando canales ya existentes para su uso; luego posiblemente nos llegue una alma bendita vendiéndonos yoduro de plata para introducirlo en las nubes y provocar lluvia artificial, ¡ bienvenido sagaz descubridor !.
Mientras tanto, en la mente de todos tenemos que incorporar la frase "ahorrar". No podemos inventarnos decretos para solucionarlo, hay que ser conscientes de lo que nos espera en el futuro, hay que modificar la manera de utilizar el agua, aunque la vida cotidiana se vea afectada, incluso adoptar medidas en las cisternas del baño y usar más o menos agua según se necesite, no es lógico tirar doce litros cada vez que vayamos al servicio del excusado.
Regularizar el consumo, ahorrar y aprovechar al máximo, he aquí las consignas para controlar un bien tan escaso y polémico que rompe la imagen de un "país feliz" ' Es más, incluso algunos sectores "tienen una cierta vergüenza en utilizar agua depurada, ¡ como si fuera rebajarse !, con la idea de antes éramos ricos y ahora no". Y no es cierto, nunca hemos sido ricos en agua. Así que posiblemente habrá que plantearse también este tema.
Pensemos que el 70% del agua del planeta es salada y las tres cuartas partes del 30% restante están congeladas en los polos. El problema del agua puede agravarse en un futuro próximo si no aportamos todos, "Sí, TODOS", las debidas soluciones.
No iniciemos la guerra del agua, pero seamos conscientes que necesitamos de nuevos pozos y de un máximo control, nosotros como ciudadanos tenemos que responder al llamamiento que las autoridades locales nos hagan, sin ver en ello ningún tipo de movimiento que desee enrarecer la convivencia.
Interrogantes y sombras
No convirtamos ésta operación en un color demasiado gris, con un gusto demasiado amargo y un olor demasiado rancio.
El agua es un bien común pero ello no significa que podamos malgastarla, de lo contrario terminaremos lamentándolo.
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