miércoles, 20 de agosto de 2014
La opinión de... Salvador Ferrer i Paradeda (Sobre pactos y principios)
SOBRE PACTOS Y PRINCIPIOS.
Salvador Ferrer i Paradeda.
Imaginemos, simplemente imaginemos un país y una situación política... Las elecciones ya han pasado y los eternos vencedores han salido derrotados. Cualquier similitud es producto de la casualidad - o lo será -.
Tengo la sensación más clara a medida que pasan los días, que las elecciones pasadas no han dado plenamente el gusto a nadie. Después de los corridos, - perdón canciones -, de los unos y de las caras tristes de los otros, las variables resacas van mostrando un aire difuso de incertidumbre. Los que han perdido no han perdido bastante ni en todos los lugares de la misma manera, no han perdido lo suficiente para apearse del burro de los errores infinitos y parece que no son capaces de ir más allá de unas superficiales muestras de disgusto pasajero, como diciendo : " somos los buenos, somos los buenos de siempre y ¿ por cuatro pecados nos quieren castigar ? ".
Los que han ganado, de un lado y del otro, se han quedado con ganas de ganar aún más, no tiene bastante, cantan las victorias ganadas como etapas hacia la batalla final. Para los "D ", la victoria final es el poder del estado, todo el poder y la misión sagrada de borrar 60 ó 70 años de historia para ellos insoportable. Para los "N", la vieja y la nueva guardia, la batalla final no es contra los "D" o no, por favor, sino contra los "I".
No es muy agradable el panorama que digamos.
Menos agradable aún es contemplar el remolino de posiciones, declaraciones, proyectos de pactos y pactos medio combinados: me desagrada profundamente, por la parte que me corresponde, - que es muy poca -, el principio de no tener principios. Dicen los del partido "N" (y eso me afecta muy poco escuchemos a las bases y callemos nosotros Traducido al castellano de la calle quiere decir, ya que no podemos imponer públicamente el abrazo general con unos, y el ataque universal a los otros, miraremos de conseguir el mismo efecto pueblo a pueblo ". Gracias a que una mayoría de los suyos han reaccionado con más juicio y con un cierto sentido de prudencia histórica y de ética de las ideas, no han aceptado el principio que " todos son iguales " y que tanto da unos como otros. El Señor les ha conservado la luz que a otros les niega.
Porque no todos son iguales, ni es indiferente que manden los unos o los otros. Hay quien se ha pasado muchos años mostrando de palabra y por escrito, en público y en privado, su irritación casi permanente contra aquel poder, criticando frontalmente muchas de las cosas que hicieron y sobretodo las que no hicieron. Ellos no han sido nunca de los suyos y jamás les votaron, pero tampoco dirán nunca que les es indiferente que hayan perdido, ni que se alegran. Hay que pensar quién ha ganado, hay que pensar que para ellos habrá un cambio, hay que mantener unos principios mínimos de distinción. Mínimos pero, principios. Y para ellos, un respeto por su innegable tenacidad.
Tengo muy claro que si yo poseyera alguna influencia, - y que conste no la tengo por muchos motivos -, a la hora de hacer pactos con unos y con otros, por muy locales que fueran los tratos y las condiciones podría " pactar con el partido ¿... ? y no podría hacerlo con el partido ¿ ... ?." (Cuando digo "yo", quiero decir yo como ciudadano). No me moverían las ganas de fastidiar, ni ningún pequeño sentimiento de venganza de estilo: ¡¡ por fin, después que nos habéis puteado tanto como habéis querido y podido!!.
Es legítimo que alguien lo piense y lo diga, pero que no actúe en función de este sentimiento, ni las ganas tan humanas de ir con quien me prometa más beneficio, -y pueda cumplirlo -. Me movería el principio de no atravesar nunca ni bajo ninguna condición, la línea que separa el campo de los que, como partido y como ideología, defienden exactamente lo contrario de lo que yo defiendo, quieren un país incompatible con el que yo quiero, (pero como he dicho, no está en mis manos, ni lo estará).
... Estos días los periódicos van llenos de noticias confusas; como si esa línea no fuera importante, como si no fuera la más importante. Se puede negociar duramente con los que han perdido el poder y aún muestran tanta arrogancia, se puede - hay que - imponer puntos del programa, no hay que dar nada por hecho y vendido sin el precio que le corresponde. Hay que hacer toda la política necesaria. Pero también hay que “no pasar la raya "de los principios.
Estoy seguro que las confusas informaciones que leo en los periódicos, son tan sólo eso, noticias inciertas y dadas a interpretarlas según el color con que se miren y que cuando aparezca éste artículo, la atmósfera será diáfana. Y también que los principios que dan sentido a una cierta política, estarán aún en su lugar, los tratos serán los que han de ser y la línea que separa lo posible de lo indispensable, será la que es y no otra...
Pero hay que tener en cuenta que hemos imaginado, simplemente imaginado un país y una situación. No demos la vuelta al sueño lejano o a lo que podría ser, ¿será?.
El paso del tiempo nos dará o quitará la razón.
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