sábado, 27 de agosto de 2016

En Filipinas, presidente ordena matar narcotraficantes y drogadictos; van más de 1.900 muertos

En Filipinas, una mujer mata a narcotraficantes para ganarse la vida y un narco que no puede entregarse por miedo a que la Policía lo mate, son algunas de las caras de la 'cruzada' filipina contra la droga.
María (nombre ficticio), una diminuta mujer filipina con un bebé en sus brazos, en dos años mató a seis hombres y desde que el Gobierno de su país lanzó su polémica guerra contra las drogas, se gana la vida con asesinatos por encargo bajo las órdenes de su jefe, un oficial de Policía. Ella y su marido, también asesino a sueldo, son de un barrio pobre de Manila y no tenían ingresos hasta que se convirtieron en sicarios. Ahora pueden ganar hasta 430 dólares por encargo entre tres o cuatro 'compañeros', una fortuna en Filipinas. Ahora, la mujer se arrepiente de haber tomado esta decisión: se siente culpable y angustiada; tiene miedo a que las familias de sus víctimas vengan a por ella, y está preocupada de lo que pensarán sus hijos, que ya empiezan a preguntar sobre la procedencia de tanto dinero. Confesó que no quiere que le recriminen sus hijos que ellos (los padres) pudieron vivir porque matan por dinero y segura que quisiera dejar el equipo, pero no puede porque su jefe la ha amenazado con matar a quien lo haga.
Roger (nombre ficticio) está al otro lado de la barricada. Se 'enganchó' al shabú (la droga más usada del país) cuando era joven, y luego se convirtió en narcotraficante, trabajando en muchas ocasiones con policías corruptos. Hoy se encuentra fugado y tiene que vivir con constante miedo y moverse cada día para que no lo maten. "Cada día, cada hora, no logro sacar el miedo de mi pecho. Es agotador y aterrador tener que estar escondiéndose todo el tiempo", relata el hombre, quien confiesa no poder dormir por las noches despertándose "con cada pequeño ruido". El hombre se siente culpable por hacer cosas horribles y haber perjudicado a mucha gente que se volvió adicta, "porque soy uno de los muchos que les venden droga".
Sin embargo, asegura que "no todos los que consumen drogas son capaces de cometer crímenes como robar y matar. Yo también soy un adicto, pero no mato. Soy un adicto, pero no robo. Me gustaría poder volver atrás en el tiempo, pero es demasiado tarde. No puedo entregarme, porque si lo hago, la Policía probablemente me matará", confesó. Cuando el presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, aseguró que mataría a los narcotraficantes, Roger pensó que se refería "a los grandes sindicatos que fabrican las drogas, no a los pequeños traficantes como yo".
Tras ganar las elecciones en mayo, el presidente filipino, Rodrigo Duterte, lanzó una macabra llamada a sus conciudadanos: "Si conocen a algún drogadicto, mátenlo ustedes mismos, ya que sería demasiado doloroso pedir que lo hagan sus padres". Duterte asegura que las matanzas durarán "hasta el último día de mi mandato si todavía estoy vivo para entonces". Desde la llegada de Duterte a la presidencia y el comienzo inmediato de su prometida campaña para acabar con las drogas, más de 1.900 personas han muerto, en su gran mayoría narcotraficantes y drogadictos, a manos de la Policía, fuerzas de seguridad y milicias ciudadanas de vigilantes que patrullan las calles.
Los métodos del presidente filipino Rodrigo Duterte han sido criticados por la Organización de las Naciones Unidas y EE.UU., que acusan a Manila de violar los derechos humanos y han amenazado con sancionar al país asiático e incluso expulsarlo de la ONU. Duterte acusó a funcionarios gubernamentales de tener vínculos con el narcotráfico y tachó de "estúpida" a la ONU por criticar sus medidas en la lucha contra el narcotráfico. (con información de RT)

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