viernes, 4 de abril de 2014

¿Y la promesa de reducir el Congreso, Peña?

Redacción Revolución. Enrique Peña Nieto está cerca de cumplir año y medio en la silla presidencial y no se ve para cuándo cumplirá su compromiso de “adelgazar” el Congreso mexicano.
El 21 de octubre de 2011, cuando el mexiquense aspiraba a la candidatura presidencial de su partido, se reunió con priistas en el Centro Histórico de Querétaro y ofreció, por primera vez, eliminar 100 legisladores plurinominales. “Esta medida ayudaría a que el Congreso trabaje con mayor eficacia y representaría un ahorro en los recursos”, señaló el exgobernador, de acuerdo con una nota informativa publicada por el portal CNN México. Ya como nominado presidencial del PRI, Peña Nieto extendió su promesa y la hizo parte de su campaña: además de borrar 100 legisladores que no llegan a las curules con voto popular, sino por arreglos entre su partido, también se eliminarían 32 senadores. Con esa medida, dijo el priista, cuando él llegara a Los Pinos, la Cámara Baja contaría con sólo 400 diputados y la Cámara Alta con 96 senadores; es decir, de 628 legisladores a 496 mexicanos. Pasó el día de la elección presidencial en 2012 y ya con Peña Nieto ostentando su título oficial de “presidente electo”, luego de la controversia electoral que presentó la izquierda en México, una diputada priista quiso empujar el tema lo antes posible. El 11 de septiembre de ese año, la tricolor Patricia Elena Retamoza – plurinominal – presentó una iniciativa en el Congreso para hacer realidad la promesa de su líder político. “Contar con una mayoría legislativa no equivale ni a nulificar la división de poderes ni a evadir el juicio de las urnas en la siguiente elección. El Estado necesita de mayorías para ser eficaz. Sin mayorías, se pierde la capacidad de decidir y transformar, lo que termina por erosionar la capacidad para gobernar. “Se atendería la preocupación ciudadana por el elevado precio de la democracia y se reducirían los costos de los órganos de representación: al ser cien diputados y 32 senadores menos, el erario público, es decir, los contribuyentes, se ahorrarían las dietas y prestaciones, espacio de oficinas, viáticos, numerario del personal de apoyo y asesores, obteniendo adicionalmente, una mayor eficiencia y gobernabilidad de las Cámaras”, dice el texto de la iniciativa. Firmada por legisladores como Manlio Fabio Beltrones Rivera, Fernando Castro Trenti, Carlos Humberto Aceves y Manuel Añorve Baños, entre otros, la iniciativa prometía un ahorro el erario público de cerca de mil millones de pesos anuales. Sin embargo… la propuesta se quedó en la “congeladora” al momento de cambiar de legislatura y se perdió entre la vorágine de las reformas estructurales promovidas en el Pacto por México. Hasta el momento, Enrique Peña Nieto no ha enviado al Congreso alguna propuesta para hacer realidad la promesa electoral que refrendó a los pocos minutos de iniciar su campaña electoral en 2012, frente a cientos de priistas congregados en Guadalajara, Jalisco. Su omisión es la última cuenta de un rosario de fracasos en esta materia: el 15 de diciembre de 2009, el entonces presidente Felipe Calderón propuso a los legisladores reducir el número de curules para facilitar la negociación de reformas y concretar acuerdos legislativos. El panista pedía también quitar 100 diputaciones, pero no prosperó. Quiso intentarlo el entonces diputado panista Homero Niño de Rivera, al solicitar la eliminación de todos los plurinominales de la Cámara, pero su iniciativa también fue desechada. Para el politólogo Bernardo de la Cruz, la falta de una iniciativa presidencial que concrete la propuesta de Peña Nieto, es señal de que el priista aún va por más reformas estructurales. “Se trata de una negociación: yo, presidente, no tocaré las curules plurinominales de los partidos porque son los cotos de poder para las cuotas y a cambio, tu, Congreso, sirves como oficialía de partes para aprobar en rapidito las iniciativas preferentes que yo mando. “Aquí no importa la promesa, si fue o no una de las primeras cosas que ofreció. Al momento de hacer la operación política real, esas cosas ya no importan. Es el triunfo del pragmatismo sobre la ideología”, resaltó el académico.

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