viernes, 25 de abril de 2014

La geopolítica de la propiedad intelectual se despliega en Latinoamérica

Tarso López.
Imagen de referencia | Crédito: Youtube.com La contrucción de monopolios y oligopolios de alcance global tiene en el sistema mundial de propiedad intelectual un brazo estratégico para el mantenimiento la reproducción y propagación de los mercados cuasicautivos en la mayor parte de las ramas de actividades de la industria y el comercio, los bienes y los servicios. A pesar de las fuertes advertencias provenientes de algunos gobiernos, organizaciones no gubernamentales y sociales, y reconocidas personalidades alrededor del Mundo, las acciones institucionales y corporativas desarrolladas por las empresas internacionales han avanzado en los últimos años a partir de los Acuerdos sobre Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPICs-TRIPS) -bajo la órbita de la OMC- sin ofrecer demasiada resistencia de parte de los Estados a los que perjudica. La “geopolítica” de la propiedad intelectual se hace evidente desde los centros de poder económicos de base estadounidense donde los grupos industriales de los medicamentos, alimentos, vehículos y autopiezas, industria química, electrónica y de software, e industrias culturales (cine, TV, radio, internet) han desplegado una serie de mecanismos de control, dominación y expansión del sistema mundial de patentes, marcas y copyright como instrumento esencial para la ampliación de los Mercados y el control político de gobiernos. La creación de una Oficina Internacional de Cooperación en la Oficina de Marcas y Patentes de los Estados Unidos, el proyecto de creación de Agregados Diplomáticos de Propiedad Intelectual en las embajadas de este país en todo el Mundo y el impresionante looby ejercido por las corporaciones reunidas en AmCham en cada país, configuaran un escenario de colonización de las estructuras económicas y las administraciones estatales en oficinas de propiedad industrial y derechos de autor, organizaciones privadas de gestión colectiva de autores y compositores, universidades, centros de inevstigación, policías aduaneras, jueces y fiscales en el fuero civil y comercial, al mismo tiempo que funcionarios de gobiernos desde los ministerios o secretarias, promueven la propiedad intelectual como un falso proyecto de creación de valor e innovación que promueve las cultura y la tecnología bajo el concepto de derechos exclusivos y protección de invenciones, marcas de productos y servicios o derechos de autor (en manos de empresas de las industrias audiovisuales). La estructura mundial construida por estas redes de la propiedad intelectual avanzan en la creación de la Marca, la Patente y los Derechos de Autor “Mundiales” y están creando año tras año la plataforma normativa y tecnológica que los lleve a su objetivo global, pues esta red geopolítica esta siendo urdida silenciosamente región por región y país por país, para que las empresas estadounidenses y europeas puedan acceder a los mercados mundiales con mayor facilidad ampliando sus ventas, exportaciones y remesa de divisas hacia sus casas matrices o en paraísos fiscales. Las industrias culturales con base en Hollywood, las empresas de medicamentos y biotecnología están a la vanguardia de estos movimientos cerrando acuerdos con varios gobiernos a nivel presidencial, tales los casos de Monsanto y las patentes de genes transgénicos en Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, cuatro de los mayores productores de soja mundial; las empresas farmacéuticas en los Mercados de Brasil, México, Argentina, Venezuela y Colombia, principales mercados en la comercialización de medicinas y vacunas, o conglomerados de productoras de medios audiovisuales con sede en EE UU. Los tratados subregionales NAFTA, CAN, TLCAN, TLCs, y los tratados intra o extra MERCOSUR incluyen a la propiedad intelectual como capítulos fundamentales para los intereses de las empresas en los países miembro como una necesidad geopolítica y comercial en la supervivencia para los grupos económicos-financieros del hemisferio norte. Los gobiernos que conforman la Comunidad Europea o el propio EE UU avanzan en logros parciales conquistando pequeños aprobaciones de tratados de cooperación, convenios subregionales o acuerdos institucionales por fuera de los Estados, entre organizaciones mundiales y oficinas nacionales de patentes, marcas o derechos de autor, favoreciendo los intereses de estas megaempresas globales. El conocimiento como fuerza del capitalismo es acaparado por esta poderosa red de actores mundiales que generan trillones de dólares en ganancias a las empresas estadounidenses para las cuales los mecanismos de propiedad intelectual son la base su sustentación, y junto al complejo militar industrial se apoderan de los recursos naturales de valor agregado como el petroleo, gas oro, coltan, agua o litio, para expropiar lenta pero persistentemente los bienes y servicios esenciales para el desarrollo de la vida humana bajo un manto de prosperidad en un futuro para pocos. Fuente: Matrizur.org

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