viernes, 25 de abril de 2014
Por qué hacer estudios de doctorado podría arruinar tu vida
Imagen de Referencia| Autor desconocido
La educación universitaria tiene enormes satisfacciones intelectuales, pero el costo por leer (algo que puedes hacer sin ir a la universidad) puede costarte años de sufrimiento existencial.
El mito de la universidad como escalera para subir el escalafón social y adquirir prestigio en las fiestas, en las actuales condiciones del capitalismo globalizado, parece ser sólo eso: un mito. Más gente que nunca asiste a la Universidad –pero de igual modo, hay más gente sobre el planeta que nunca antes en la historia de la humanidad. En el caso de los doctorados en humanidades, ¿qué porcentaje del planeta aspira a un puesto que sin duda parece atractivo?
En teoría, un puesto profesoral en una universidad de Estados Unidos implica sólo unas pocas horas de clase a la semana, vacaciones pagadas, año sabático y es muy difícil que te despidan. Sin embargo Rebecca Schuman, doctora en Literatura, ha escrito una amarga crónica acerca de las supuestas ventajas del mítico Ph.D –y por qué no deberías aspirar a ello.
“No lo hagas. Simplemente no. Lamento profundamente haber hecho estudios doctorales… no porque mi doctorado arruinara los libros y me hiciera insoportable. No, ahora me doy cuenta de que asistir fue una terrible idea porque el trabajo profesoral de tiempo completo está extinto. Después de cuatro años de intentarlo, finalmente entendí en mi dura cabeza que no conseguiré un trabajo –y si tú haces estudios doctorales, tampoco.”
A pesar de todas las satisfacciones personales e intelectuales que se obtienen de vivir enseñando e investigando en el área de humanidades, según Schuman, nunca obtendrás un puesto estable en una universidad decente. Los doctores en humanidades no obtienen trabajo no porque no sean buenos en lo que hacen y no porque su trabajo no sea relevante socialmente (un tema para discutir largamente), sino porque la academia es un mercado, y como cualquier mercado, eventualmente llegan a su punto de saturación.
Es lo que ocurre en nuestros días, al parecer. “En lugar de un trabajo real existen posiciones adjuntas: servilismo académico sin beneficios y sin oficina donde ganarás $18 mil dólares al año por el resto de tu vida.”
A diferencia de profesiones liberales (administración, contabilidad, medicina, ingenierías, etc.), no todas las pequeñas comunidades humanas necesitan alguien que sepa utilizar una jerga hiper especializada para hablar de un ignoto libro que nadie ha leído. El mercado académico, al igual que su lenguaje, es una cuerda floja donde, paradójicamente, miles de estudiantes deciden caminar.
Pero pongamos por caso que el dinero no sea un problema o tus intereses sean simplemente de mejoramiento intelectual: ¿por qué entrar en un mundo donde serás evaluado por tus alumnos, tus compañeros y por el Estado según parámetros que nada tienen que ver con tus capacidades, sino por la cantidad de papers que entregues a revistas especializadas que pueblan estantes polvosos en las bibliotecas? ¿Por qué necesitamos seguir siendo evaluados para sentir que somos alguien? Sencillo: porque de niños nos enseñan que hacer la tarea es lo correcto; al creerlo, seguimos haciendo la tarea toda la vida.
Fuente: Pijama Surf
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