*Su último aniversario resultó ser histórico, al lado del “Malo del Bronx”.
Una noche llena de nostalgia y buena música fue lo que se vivió en el ExBalneario Olímpico de Pantitlán tras el emotivo adiós del sonidero Sensación Caney, quien tras la celebración de su aniversario número 27 en el que se hizo acompañar de otros colegas históricos, además del salsero Willie Colón, finalmente ha decidido retirarse para emprender nuevos rumbos. Una ferviente masa de seguidores que atiborraba el salón de lado a lado aplaudía y constataba que a su modo, Eduardo Soto líder de Caney, sí es un ídolo del pueblo, de su grey al menos, a quien le reconocen una senda de éxitos que lo llevaron a estar en lugares emblemáticos como el Palacio de los Deportes, por citar un caso.
Y fue también después de la medianoche cuando Willie Colón decidió hacer suyo el escenario y también de paso reconocer al maestro Caney. Seis mil personas reunidas, porque ya no cabían más, hicieron de esta la madre de todas las despedidas. El cantautor estadunidense de origen puertorriqueño William Anthony Colón Román, mejor conocido como Willie Colón, festejó en grande esta noche sus 50 años de carrera musical en este recinto, en el que sonaron clásicos como "Che che cole", "Corazón guerrero", "Te conozco bacalao", "Calle luna calle sol" y “Gitana”, tema con el cual toda la audiencia enloqueció. El final del set de Colón llegó acompañado de clásicos como "Idilio", "El gran varón", "La Murga", "Todo tiene su final", "La chica plástica" y "Quiero saber", entre otros clásicos de un recital que no dejó a nadie inmóvil.
Por su parte Sensación Caney tema tras tema y acompañado por su familia, se alzó por encima del Exbalneario de Pantitlán con plena justicia levantándose en el gran triunfador de la noche. Las masas reunidas se rindieron frente a él sabiendo que no volverían a ver a Eduardo Soto otra vez así, tras un micrófono. Así lo había decidido él y no hay vuelta de hoja. Esta noche ha bastado la voluntad y la fe de sus seguidores para seguir creyendo en la magia sonidera y hacer de este encuentro otra vez algo digno de ser parte de la historia. Soto se ha acostumbrado a ser protagonista luego de veladas en lugares como el Palacio de los Deportes, la Sala de Armas y el Centro de Convenciones de Tlalnepantla en donde ha dejado claro quién manda en este nuevo siglo y enarbolaba hasta hoy el estandarte del cambio generacional sonidero con orgullo. Y por supuesto que al concluir su presentación dejó ése vacío que se dejan a los grandes y que da sabor a más.
Un poco antes, sus invitados sonideros desbordaban pasión en las tornamesas e imponían sus propias condiciones buscando la calidez del abrazo de sus fans, regodeándose en los mensajes de saludos y mimetizándose con cada canción que escupían los altavoces, que de vez en cuando se estremecían por la pirotecnia y por el sonido que despedía un cuadro que habilitaba la pista de baile repleta de equipo como pocas veces. De este modo, sonidos históricos y la nueva generación conciliaron diferencias e hicieron lo que mejor saben: poner a bailar a todos.
Especialmente La Changa, La Conga, Super Dengue y Siboney sonaron como esperaban los suyos, con nota sobresaliente sacando lo mejor de sí mismos. Incluso gente como Berraco, Rumba Caliente y Banes recibieron ovaciones, con el nuevo estandarte generacional en las manos y una sonrisa en los labios. Acaso porque en medio de la peor crisis de espacios públicos para los sonideros se sabía que esto ya sería irrepetible. No al menos sin Caney, cuya celebración hacía posible este tipo de concentraciones masivas.
Durante el turno de Sensación Caney, se sabía que éste era ya el adiós. El sencillo “Gracias” que Soto pronunció durante su turno final fue la esquela perfecta de un funeral alegre que el público compartió para sí. Ya no hay más Sensación Caney ni lo habrá. Y con ésa gratitud, hordas inmensas salieron cobijadas por el nuevo amanecer que espera con avidez la era nueva que reclama nuevos protagonistas ilustres sonideros de esta talla para renovar la historia.
Fotos de cortesía de cortesía de Daniel Galindo
No hay comentarios:
Publicar un comentario